El emotivo acto que pone fin a las fiestas de San Fermín es el "Pobre de mí". Este acto es la antítesis del Chupinazo ya que tiene lugar la medianoche del día 14 en la plaza del ayuntamiento y se sustituye la alegría de las fiestas que empiezan por la pena de las fiestas que acaban. Durante el mismo, el alcalde la ciudad sale al balcón principal de la casa consistorial para anunciar el fin de las fiestas y convocar a los asistentes a las fiestas del año próximo.
Tras esto, los jóvenes -y no tan jóvenes- que asisten a este acto se desanudan los pañuelicos rojos que han tenido al cuello durante estas fiestas y encienden velas. Antes y después han venido entonando la letanía:
"Pobre de mí, pobre de mí, que se han 'acabao' las fiestas de San Fermín"
A la que sigue el más esperanzador "Ya falta menos...". Otra de las tradiciones que se ha popularizado últimamente es acudir al final del mismo a anudar los pañuelicos en las vallas de la Iglesia de San Lorenzo, donde se encuentra la imagen del santo.
El origen no tan temprano de esta tradición se remonta a los años 20 del siglo pasado, cuando el pintor Julian Valencia y sus amigos, a modo de broma, aparecían en la calle San Nicolás con velas encendidas en las manos y formando una procesión de doble fila. Acto seguido, recorrían las calles de la parte vieja entonando: "Pobre de mí, pobre de mí, que se han pasado las fiestas sin divertir". Con el paso de los años, esta broma se convirtió en el acto oficial en la Plaza del Ayuntamiento que hoy en día conocemos.
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