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domingo, 9 de noviembre de 2014

9 de noviembre de 1989


  Tal día como hoy hace 25 años el pueblo alemán tiraba abajo el muro de Berlín. Este muro de hormigón, acero y ametralladoras separaba la ciudad de Berlín en dos partes -y por extensión al pueblo alemán- entre la Alemania del Este (República Democrática Alemana) con un sistema comunista y la Alemania del Oeste (República Federal Alemana) con un sistema 'capitalista'.

   Esta división vergonzante e innatural que se cobró la vida de al menos 136 personas (de forma directa y sólo en el sector de Berlín, si nos fiamos de los datos que ofrece la propia RDA) fue la línea visible que separó al mismo tiempo a familias y dos formas distintas de ver el mundo. Se erigió para impedir el éxodo de ciudadanos desde el "paraíso socialista" al pérfido "bloque capitalista", que amenazaba con convertir la RDA en un país inviable.

   Sirva como ejemplo la historia del joven Peter Fetcher, un obrero de la construcción de 18 años que se convirtió en el primer mártir de lo que los pro-soviéticos denominaron de forma irrisoria el "muro de protección antifascista". Peter fue tiroteado por los guardias fronterizos de la RDA cuando se encontraba escalando el muro oriental, de forma que calló a la "zona de la muerte", donde se desangró entre gritos sin que nadie hiciese nada por ayudarle hasta su muerte una hora después.


 La suerte (o no) ha querido que los gobernantes de Cataluña elijan este día como uno de los puntos álgidos de su desafío soberanista, en el que realizarán un pseudo-referendum (también llamado butifarrèndum) como sucedáneo del tan cacareado referéndum de autodeterminación que al final no ha podido ser.

   Igual no podemos evitar que unos indigentes mentales con camisetas amarillas hagan el payaso en la calle con cajas de cartón, pero sí que el gobierno de la Generalitat destine medios públicos, de todos los catalanes y no sólo de los independentistas, a la promoción de un pseudo-referendum del que no sólo no existen garantías democráticas, al ser los separatistas jurado, juez y parte, sino que se arroga una competencia que la Generalitat no tiene. La soberanía nacional que recae sobre el pueblo español en su conjunto y no sobre una de sus partes.

   La solución está clara: aplicar la ley con todas sus consecuencias a quienes han promovido esta ópera bufa con dineros públicos. Por desgracia el gobierno actual de Mariano Rajoy no parece estar a la altura de las circunstancias y se encarga de que no prosperen las peticiones de condenas penales para Artur Más y su recua. Todo parece indicar un acuerdo tácito entre la banda de los cuatro (PP, PSOE, CiU y el PNV) para permitir este ejercicio de onanismo separatista como catarsis ante el próximo gran pacto en forma de reforma constitucional, o la enésima violación de la maltrecha nación española en aras a mantener por unos años más sus respectivas cleptocracias.

   No se puede denominar "derecho a decidir" o "derecho de autodeterminación" al supuesto derecho de secesión. Nadie puede considerar progresista la secesión de las regiones más ricas. No se puede obligar a la ciudadanía a elegir entre ser español y ser catalán, levantar un nuevo muro entre pueblos hermanos que volverá a separar familias. No hace falta hormigón, ni alambre de espino o guardias de gatillo fácil, basta inocular el odio entre la población para que el egoísmo y la ambición de unos pocos triunfe.


 Hoy en día también existe gente que hace bandera de la lucha contra la deleznable corrupción política que por desgracia carcome este país, como caballo de Troya con el que acceder al poder e imponer desde el mismo sistemas políticos que en múltiples ocasiones, lugares y planteamientos, se han demostrado siempre como desastrosos en materia económica y han creado cotas de sufrimiento humano inimaginables.

   Está claro que la economía de mercado NO es un sistema perfecto al haberse mostrado incapaz de proveer de una forma de vida digna a amplios sectores sociales, no ya de todos los países del mundo, sino en los propios países del primer mundo. Lo podemos ver día a día en los efectos de la crisis económica (y moral) que azota a nuestro país.

   Con eso y todo, me creeré que el comunismo es el Paraíso en la Tierra cuando los balseros vayan de Miami a Cuba y no al revés. Y no, por mucho que se empeñen, los derechos inalienables de un país a la defensa de sus fronteras y el control de las personas que pretenden acceder al mismo, NO se pueden comparar con el hecho de convertir un país en una cárcel para sus propios ciudadanos.

   Si algo hemos de aprender del 9 de noviembre de 1989 es que al final, tarde o temprano, siempre se impone la cordura.


   ¿Alguna vez os habéis parado a escuchar la letra de esta canción?

 
   Foto principal: Genial viñeta de 

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