El pasado jueves La Tribuna del País Vasco ponía de relieve el hecho de que la empresa de muebles SOKOA, radicada en el País Vasco Francés, era uno de los patrocinadores de la 'Korrika'. Teniendo en cuenta que la 'Korrika' pretende ser una simbólica carrera de relevos a favor del euskera y la cultura vasca, no deja de ser significativo que la misma empresa en la que se incautó uno de los mayores arsenales de armas de ETA en los años 80, en el año 2015 financie la 'Korrika'.
Nadie pretende dudar de la legitimidad del grupo SOKOA día de hoy, que parece ser muy abertzale para apoyar la 'Korrika' de AEK pero no tanto para venderle sillas al Gobierno francés que supuestamente mantiene ocupada una parte del territorio de su "Euskal Herria".
Pero quienes conocemos este evento que organiza AEK no nos sorprende esta situación ya que realmente este evento "cultural" desde hace tiempo sirve de pantalla para reivindicaciones independentistas, cuando no de apoyo a los presos de la banda terrorista ETA, sin que la organización de la carrera haga nada para parar esto. Sin duda alguna quien le hace más daño al euskera es precisamente quien lo instrumentaliza mezclándolo con política y peor aún, manchándolo de sangre.
Los años 80 fueron los años más duros en la lucha contra ETA. La organización terrorista, que había contado con la coartada del franquismo para granjearse el apoyo de las formaciones de izquierdas nacionales y extranjeras opuestas al franquismo, muestra su verdadera cara totalitaria y antiespañola sumiéndose en una espiral de violencia que incluye atentados masivos e indiscriminados para forzar las negociaciones con el gobierno de la joven democracia. Durante el franquismo, la banda terrorista ETA asesinó a 44 personas, durante toda la democracia cometerían más de 801 asesinatos, siendo el peor año 1980 con 93 víctimas, dando una media de casi un asesinato cada tres días.
De las misma manera que Al Qaeda contó con el patrocinio del Afganistán de los talibanes como base a partir de la cual irradiaría su campaña de terrorismo internacional, la banda terrorista ETA contó con la absoluta dejación del gobierno francés, que miraba con recelo hacia el nuevo gobierno democrático en España y consideraba a los etarras cuanto menos que "luchadores por la libertad". Las autoridades francesas permitían actuar a los terroristas en suelo galo realizando sus labores de entrenamiento, aprovisionamiento y financiación con total impunidad. Esta dejación es el combustible de la virulenta actividad de la banda terrorista a finales de finales de los años 70 y principios de los años 80.
Es también a principios de los años 80 cuando desaparece ETA político-militar y cuando comienza la "guerra sucia" de los GAL. Sólo cuando comienzan a caer etarras en suelo francés sus autoridades asumen que la banda terrorista también es un problema suyo y comienzan a colaborar con la policía española, comenzando en 1984 con la extradición de 3 terroristas, lo que sentaría un precedente para futuras colaboraciones. Otro de los factores que influirían en el inicio de la colaboración antiterrorista sería la llegada al poder del PSOE y PSF en España y Francia respectivamente, porque los presidentes de ambos partidos, Felipe Gonzalez y François Mitterrand, mantenían cierta amistad y esto también propiciaría la colaboración francesa.
Es a mediados de los años 80 cuando se da una de las operaciones antiterroristas más espectaculares, en la misma participarían los servicios de inteligencia españoles, israelíes, estadounidenses y la policía francesa; sin duda alguna es digna de una película.
Según algunas fuentes, la banda terrorista tenía frecuentemente como proveedora de armas del mercado negro a la mafia marsellesa, esto lo hacía a partir de Iparetarrak (literalmente "los del norte", la versión francesa de ETA) Jacques Esnal, uno de sus terroristas, contactó con un mafioso marsellés interesándose por la adquisición de unos misiles antiaéreos portátiles de origen soviético y dicho delincuente contactó a su vez con Francisco Paesa, un traficante de armas que trabajaba para los servicios secretos españoles (por aquel entonces, el CESID).
El trato se cerraría en el Hotel Mindanao de Madrid, un clásico para los etarras ya que en este mismo hotel se produjo el misterioso encuentro entre los etarras y el hombre de la gabardina blanca (presumiblemente un agente de la CIA) que le entregó la información que propició el asesinato del Presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco en la ya conocida "Operación Ogro". Sería el etarra Ignacio Pujanza Alberdi, encargado de la adquisición de armas, el que mordió el anzuelo y compró dos misiles con sus respectivas lanzaderas por 40 millones de pesetas de aquel entonces (240.000 €).
Estos misiles, a su vez, habían sido incautados por los israelíes a milicias palestinas radicadas en el Líbano y habían sido regalados al Gobierno español por el reconocimiento diplomático a Israel. Se trataba de dos misiles 9k-32 Strela-2 (en terminología de la OTAN, SA-7 Grail) siendo estas armas particularmente peligrosas dado que al ser misiles antiaéreos portátiles tienen la capacidad de derribar un helicóptero o avión comercial que vuele bajo, asesinando potencialmente a cientos de personas.
Las cabezas de guerra de estos misiles fueron inutilizadas y gracias a la gestión personal del director Manglano con la Agencia Central de Inteligencia estadounidense, consiguieron unos localizadores que serían instalados en la empuñadura de las lanzaderas y la ayuda de técnicos para su rastreo que se establecerían en el cuartel de Intxaurrondo al encargarse el servicio de información de la Guardia Civil de esta operación.
Como parte del trato, Paesa también suministró en otras dos operaciones (Madera 1 y Madera 2) fusiles de asalto CETME y 100 pistolas Sig Sauer P-226 (de lo mejorcito en su tiempo) que también estaban marcados. En este caso las pistolas, que fueron sustraídas de una partida de armas a la policía del Perú, acabaron desapareciendo y muy probablemente fueron utilizadas para hacer sangre en atentados al sur de la frontera francesa.
Según el trato con los etarras, los misiles supuestamente provenían de Portugal y serían transportados en una furgoneta por los traficantes de armas hasta una céntrica calle de San Sebastian. Allí serían recogidos por los etarras y la furgoneta sería devuelta ya en San Juan de Luz en un punto convenido. Dos agentes de los Servicios Especiales de la Guardia Civil serían los "traficantes" que transportarían desde Galicia hasta Guipúzcoa los misiles, y recogerían la furgoneta al otro lado de la frontera francesa.
Una vez devuelta dicha furgoneta, daría comienzo la operación, los técnicos de la CIA esperaron dos días y medio para la activación de los chivatos en los misiles, para evitar que la operación se fuese al traste si a los etarras se les ocurría escanear los misiles. Pasado el plazo, el 5 de noviembre dio comienzo la operación de búsqueda de los dispositivos, mediante el uso de un helicóptero los técnicos de la CIA, provistos del receptor rastrearían el sur de Francia, apoyados por unidades radiogoniométricas de tierra. Desde un principio la señal fue muy nítida y les llevó directos a la Cooperativa SOKOA en Hendaya, una fábrica de muebles que desde su fundación en 1971 había sido usada por ETA para dar cobijo a etarras huidos y blanquear dinero proveniente del impuesto revolucionario.
El asalto a la fábrica no se hizo esperar, y ese mismo día la policía francesa entra en la fábrica sin ningún problema e incauta toda la documentación presente en la empresa, pero el zulo en el que se encontraban los misiles no estaba en ningún lado. Tras unos momentos tensos, dado que los policías franceses no estaban muy por la labor de derribar la pared detrás de la cual se encontraría el zulo con armamento, el capitán de la Guardia Civil encargado de la búsqueda acaba por encontrar un grifo que al ser girado activó la apertura del zulo.
Ante los ojos de los agentes se encontraba el mayor arsenal incautado a un grupo terrorista: pistolas, explosivo Goma-2, armas ligeras de diverso calibre, cientos de miles de francos franceses, municiones, chalecos antibalas, uniformes de la Ertzaintza y miles de papeles entre los que se encontraban datos contables del entramado empresarial de ETA, datos de atentados pasados y en preparación, planos de edificios oficiales, datos de seguimiento de comandos legales a posibles objetivos...
Lo que más sorprendió a las autoridades francesas fueron los dos misiles SA-7: guiados por infrarrojos de forma pasiva son capaces de derribar una aeronave a una altura de 1500-2000 metros alcanzando una velocidad de 1500 kilómetros por hora. Los etarras habían adquirido este sistema MANPAD con el propósito de derribar el avión del Rey o del presidente del Gobierno.
La Operación Sokoa fue una operación de manual que se saldó con la detención de 11 terroristas y aportó valiosísima información con respecto a las infraestructuras económicas de la banda, su funcionamiento interno y otras informaciones que aun a día de hoy se desconocen al menos en gran parte.
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