El pasado domingo se cumplieron 30 años de un misterioso ataque terrorista que en su tiempo fue el mayor atentado que había sufrido España, récord luctuoso que desgraciadamente se vería superado dos años más tarde por el atentado de ETA en el Hipercor de Barcelona.
El 12 de abril de 1985 era una noche de sábado cualquiera en el restauraurante parrilla "El descanso", situado en el kilómetro 14,200 de la autopista a Barcelona, muy cerca de la base aérea de Torrejón de Ardoz. La España de por aquel entonces se encontraba sumida en un periodo convulso de su historia: el gobierno de Felipe Gonzalez había cerrado una transición a democracia no exenta de toques de atención como el intento de golpe de estado de 1981. Estos años también serían conocidos como los años de plomo por la virulencia del terrorismo etarra, así como el de diversos grupos terroristas más minoritarios como los Grapo.
Otros factores como el referéndum de permanencia de España en la OTAN, que tendría lugar al año siguiente, así como la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea o la próxima visita del presidente de Estados Unidos Ronald Reagan, habían servido para agitar el discurso de diversos grupos de extrema izquierda opuestos a los intereses de la Unión Europea y Estados Unidos.
Pero la vida seguía igual en la casa de comidas: aquella noche los clientes se amontonaban en grupos esperando el momento de cenar, pero fue un individuo solitario el que llamó la atención del camarero del local y diversos comensales: se trataba de un hombre joven de unos 27 años, complexión normal, pelo castaño tirando rubio y un bigote característico. Esta persona se dirigió al camarero en un perfecto español para pedirle en dos ocasiones sendos botellines de cerveza. Otros testigos de los sucesos aseguraron haberle visto dejar una bolsa de deporte tipo bandolera debajo de la barra y junto a la puerta de los lavabos.
Sea como fuere, alrededor de las diez y media de la noche sobrevino la tragedia: una potente carga explosiva detonó dentro del local destrozándolo por completo, consecuencia de este acto execrable e indiscriminado perdieron su vida 18 personas cuyo único crimen había sido estar cenando fuera de casa como cualquier otra noche de sábado. También resultaron heridas de diversa consideración cerca de un centenar de personas que en ese momento se encontraban en el establecimiento.
Tras el atentado, quedó el dolor de las víctimas y la incertidumbre con respecto a la autoría del mismo. Fueron recibidas varias llamadas atribuyendo el atentado a la banda terrorista ETA y otros grupúsculos de ultraizquierda, sin embargo estas autorías serían descartadas en la investigación posterior. Los explosivos utilizados tampoco aportaron pruebas concluyentes con respecto a los autores del mismo, aún a día de hoy se desconoce si el explosivo utilizado fue cloratita, pentrita o TNT, estimándose su cuantía en entre 5 y 15 kilogramos. Sería el Mossad (servicio secreto israelí) quien apuntaría hacia el terrorismo islamista, acusando al Frente Popular de Liberación de Palestina de haber perpetrado la masacre.
En un principio se pensó que este establecimiento había sido elegido como objetivo terrorista debido a que dada su cercanía a la base aérea de Torrejón de Ardoz, era frecuentado por militares norteamericanos y sus familias. De hecho de los 82 heridos totales contabilizados, 11 eran de esta nacionalidad. Sin embargo, todos aquellos que habían resultado muertos eran de nacionalidad española. De ser así los terroristas habían elegido una mala hora para perpetrar el atentado, las 22:30 de la noche resultan ser una hora intempestiva para que los estadounidenses se encontrasen cenando.
A los pocos días del atentado, otros grupos islamistas de Oriente Próximo como la Yihad Islámica en Beirut, se atribuyeron la autoría del ataque, los expertos apuntaron que este grupo presumiblemente sería una pantalla del grupo islamista libanés Hezbolá. Sin embargo, la reivindicación más creíble fue la de un grupo escindido de la Organización para la Liberación de Palestina que se hacía llamar Waad (la promesa) y que aportó una fotocopia de los envoltorios de los azucarillos del establecimiento atacado. En esta misma proclama aseguraron que seguirían atentando contra los intereses de los "sionistas" y los Estados Unidos allí donde se encontrasen.
No sería de extrañar que este atentado se enmarcase dentro de la campaña terrorista que emprendieron los terroristas palestinos en Europa con motivo de la invasión israelí del líbano entre los años 82 y 85, bajo este pretexto, cometieron atentados con bomba en París y Frankfurt, así como diversos secuestros de aéreos.
Las pesquisas policiales resultantes se dirigieron hacia una participación mixta en el atentado que incluiría a libaneses poniendo la información y palestinos aportando el factor técnico. Sin embargo, debido a la falta de pruebas adicionales el sumario permaneció estancado hasta su archivo provisional en 1987. En los años 90 el juez Garzón abrió nuevas vías investigativas en torno a un traficante de armas sirio llamado Al Kasar que presumiblemente habría estado implicado en el mismo, pero los interrogatorios a Abu Ziad, un colaborador de dicho traficante de muerte, resultaron fútiles. Actualmente Al Kassar, también conocido como "el príncipe de Marbella", cumple condena en una prisión federal de los Estados Unidos por intentar venderle armas a la guerrilla de las FARC.
La última línea de investigación llegaría bastantes años más tarde, con motivo de los fatídicos atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos y la subsecuente invasión del Afganistán de los talibanes, que había servido como santuario a los terroristas de Al-Qaeda. Si bien existía un retrato robot del presunto autor de la masacre, la policía no había sido capaz de encontrar similitudes entre el mismo y los islamistas fichados que por aquel entonces residían en España. Con motivo de la aparición en la prensa de una foto de Mustafá Setmarian, un sirio nacionalizado español que acabaría colaborando con Osama Bin Laden, uno de los testigos protegidos lo reconoció como el misterioso hombre de bigote que era el principal sospechoso de colocar la bomba.
El Departamento de Estado de EE.UU. pondría un precio de 5 millones a la cabeza de Setmarian, que por aquel entonces sería el número cuatro de Al-Qaeda y había estado encargado de campos de entrenamiento de terroristas, así como de su programa de armas de destrucción masiva. Si que sabemos a ciencia cierta que Setmarian fue detenido en la ciudad de Quetta en Pakistán en el año 2005, a partir de ahí su pista se vuelve difusa, probablemente fue entregado a Siria, país que lo tenía en busca y captura, aunque no se sabe a ciencia cierta si actualmente está encerrado o en libertad. Otras teorías apuntarían a que permanecería encerrado en alguna prisión ilegal de la CIA, por ejemplo en la isla de Diego García localizada en el océano Índico.
A día de hoy Mustafá Setmarian es buscado por las autoridades españolas por su presunta participación en el atentado de "El descanso", así como de testigo por los atentados del 11 de marzo en Madrid. Injustamente olvidado, el atentado de "El descanso" es a día de hoy el tercer ataque terrorista más grave que ha sufrido España, por detrás del 11-M e Hipercor. Este cruel atentado sigue sin resolverse, tampoco se conoce con seguridad quienes fueron los responsables directos del mismo.
No hay que olvidar que hoy en día España sigue siendo un objetivo del terrorismo islamista internacional por haber formado parte de la Umma (comunidad de creyentes del islam) durante la Edad Media, ocupación de la que justamente nos despojamos y esto es algo que más de 500 años después, grupos terroristas como Al-Qaeda o el novedoso ISIS ni olvidan, ni perdonan.
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