El subteniente del ejército Casanova regresaba de su trabajo en el acuartelamiento de Berriozar cuando al entrar en el garaje de su casa un miembro de ETA le disparó a través de la ventanilla del coche varios tiros que le alcanzaron en la nuca. A continuación, los terroristas salieron a pié del garaje y huyeron en una moto. La esposa y su hijo de 11 años fueron los primeros en acercarse hasta el cuerpo del subteniente, que falleció en el acto. Francisco además tenía otra hija de 7 años.
El ayuntamiento de Berriozar sacó adelante un pleno extraordinario en el que se condenaba el asesinato con el apoyo de todas las formaciones políticas salvo de Euskal Herritarrok, a la que pertenecía el alcalde José Manuel Goldaracena. Semanas después los concejales del PSN, IU y CDN presentaron una moción de censura por la cual Goldaracena dejó de ser alcalde de Berriozar.
En el año 2004 la Audiencia Nacional condenó a Alberto Viedma Morillas y Mikel Javier Ayensa Laborda a 30 años de prisión por el asesinato de Francisco, con el agravante de haber actuado por la espalda y sin posibilidad de defensa “Con una frialdad que repugna a todo ser humano”.
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