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martes, 22 de septiembre de 2015

Asiron pone a Pamplona entre la memoria y sus propias urgencias


Menos mal que tenemos Joseba Asiron de alcalde. Si no fuese por él Pamplona seguiría sufriendo el retraso y sin sus necesidades básicas atendidas. Menos mal que está Asiron que sí que sabe y que ha visto claro lo que hay que hacer sin esperar un minuto más. Su clarividencia ilumina toda la ciudad y se extiende por Navarra ¿o no?

Por ejemplo, y hace muy muy poco, el alcalde de Pamplona ha anunciado en rueda de prensa que la plaza Conde de Rodezno pasará a llamarse Serapio Esparza. Esparza fue el arquitecto diseñador del II Ensanche, dice –y es verdad-, pero además fue nacionalista vasco y nunca estuvo previsto, ni en la monarquía, ni en la República, ni en el franquismo, ni en la democracia, darle una plaza. Adivinen ustedes.

De hecho, Esparza tiene sobre todo ese mérito político para Asiron, y a eso se debe la calle. Técnicamente, como urbanista, no fue nada original, y lo que empezó a trazarse en 1915 fue un Ensanche de la ciudad amurallada como había ya habido unos cuantos, con su Gran Vía central (Carlos III, hasta que la cambien de nombre) y su trama de manzanas en retícula. Por cierto, muchas de ellas ya fueron cambiadas de nombre por nuestros heroicos concejales y alcaldes de las últimas décadas, con pocas propuestas y, más grave aún, sin enmienda alguna cuando gobernó el centro. Aún nadie ha explicado qué tiene de contrario a la “memoria histórica” una calle que se llamaba “Mártires de la Patria”. Otra cosa es la opinión partidista de Bildu, Geroa, batasuna, ETA y demás.

Asiron no está solo, ni en eso ni en olvidar a los Hermanos Imaz quitándoles su calle en el I Ensanche; toda la izquierda le apoya y UPN en definitiva no entra en este asunto como nunca ha entrado. Ahora bien, alguien tendrá que explicar qué tienen de “franquistas” dos víctimas de la represión chequista en zona republicana en aquella guerra, dos como los hermanos Imaz que no llegaron a conocer ningún franquismo.

Es una urgencia vital para Pamplona, como se ve. Asiron es más español que nadie, porque en esto sigue una moda que empezó a finales de los 70 y que se extiende de nuevo por toda España. Miremos por ejemplo a Manuela Carmena, que va a quitar a las Mártires Concepcionistas su calle en Madrid y volverla a llamar calle Sagasti. Una cosa es seguro: es una de las necesidades más urgentes de los madrileños, y de los pamploneses. ¿O no? Tras el 19 de julio de 1936, 10 monjas de la comunidad de concepcionistas de Madrid huyeron de su convento y se trasladaron a un piso. El 8 de noviembre, con el frente en Madrid, la ciudad fue bombardeada y en represalia las milicias izquierdistas asaltaron el piso de las monjas, como muchos otros de religiosos y “enemigos de clase”. Nueve milicianos luchadores por la libertad sacaron por la fuerza a las 10 mujeres. Que sin duda eran un peligro para la democracia y las libertades (en todo caso un enemigo más accesible para los “héroes” que los legionarios y regulares, ¿eh?)… Estas “peligrosas enemigas de la revolución proletaria fueron fusiladas inmediatamente por las valerosas mesnadas de la República, en el antiguo cruce de la carretera de Aragón (hoy carretera de Barcelona) con la antigua carretera de la Alameda de Osuna”. Sus cuerpos nunca han sido ni hallados ni enterrados, pero la “memoria histórica” no se les aplica, y ahora se les quita la calle, como haría Asiron en Pamplona.

La memoria de Asiron es selectiva. Quiere que nos acordemos de los muertos nacionalistas y de extrema izquierda (que no eran lo mismo aunque ahora en parte sí); pero a la vez quiere que Navarra y Pamplona olviden al resto de muertos. ¿Es esto justo? No lo es, pero ningún partido osa denunciarlo. Y del mismo modo se acaban de prohibir las exposiciones en la planta baja de la sala de Armas de la Ciudadela, sólo para impedir una exposición en recuerdo de las víctimas de la Policía; pero a la vez permite y estimula en campaña un uso político del Baluarte, que no lo tenía.

Pero la culpa no es de Asiron y sus urgencias, sino de quienes han hecho posible que llegue hasta ahí. De ellos sí que no queremos tener ni memoria.


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