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jueves, 24 de septiembre de 2015

Una historia de catalanes


Parecen empeñados los defensores del "patriotismo constitucional" en centrar su estrategia de defensa de la hispanidad de Cataluña en torno a las motivaciones económicas para permanecer juntos, craso error puesto que las encuestas demuestran que frente a las amenazas de empobrecimiento, expulsión de la Unión Europea y del el euro e incluso el corralito bancario; el voto independentista sólo se ha crecido. No sólo es un error estratégico, sino un error filosófico y moral, puesto que Cataluña es española por vínculo voluntario en su propia historia y esto es así les venga bien a los actuales catalanes, o no.

A pesar de que parezca que el independentismo catalán se motiva exclusivamente por la pela, si a un catalanista le desmontas uno a uno todos sus dogmas económicos e históricos, probablemente te dirá que tienes razón, pero que aun así el se siente catalán. Qué mejor para remover sus sentimientos más viscerales que hacerles saber aquello que su educación adoctrinadora se niega a enseñarle a sus hijos: que sus antepasados han vertido su sangre en pro de España como los que más a lo largo y ancho del mundo.

Corría el verano de 1808, España se encontraba invadida por el ejército francés, que el año pasado había accedido bajo el falso pretexto de una invasión hispano-francesa a Portugal, alineada con Inglaterra. Las intenciones del ejército imperial no tardarían en hacerse evidentes, lo que motivaría levantamientos populares y una brutal represión hacia estos motivando el establecimiento de juntas provinciales que le declararían la guerra al invasor francés, pese a la actitud contraria de la Junta de Gobierno designada por el rey Fernando VII.

En esta situación, se hace vital controlar el valle del Ebro y Cataluña para asegurar la conexión con Francia. Muchas poblaciones catalanes se levantarán en armas contra los invasores -por ejemplo, Manresa, Mataró, Figueras, Tarragona o Rosas- con cruentos resultados, sin embargo se hace vital para los Franceses controlar Gerona para mantener la comunicación con Francia, y a esta misma ciudad se han retirado numerosos provincianos con el ánimo de alistarse en la lucha contra el francés.

En realidad era una locura organizar una defensa en torno a esta pequeña ciudad de 10.000 habitantes, que a penas contaba con una guarnición de 300 soldados del regimiento de Ultonia, compuesto por exiliados Irlandeses. Ante el estado de guerra, la Junta organiza dos tercios de miqueletes (milicias populares como los somatenes) y se comienza a organizar la defensa de la plaza ante un eventual asedio que no tardaría en llegar.


El 20 de junio de 1808 el general Duhesme se presenta ante Gerona con 5000 soldados, eso se produce mientras Zaragoza se defiende en su primer sitio. Tras varias cargas de caballería y repetidos intentos de asalto repelidos a ballonetazos por los gerundenses, el ejército francés se retira dejando 700 frente a los muros de la ciudad. 

Gerona resiste al primer embiste, pero el general Duhesme sólo tardaría un mes en presentarse de nuevo frente a las murallas de la ciudad con el doble de infantería y 35 piezas de artillería. Le comunica a la Junta de la ciudad que si no cesan en su empeño, la prendería fuego y ejecutaría a todos sus defensores, pero los gerundenses se niegan a rendir la plaza y los franceses emprenden un bombardeo incendiario que durará varios días. Pese a los intentos de asaltar el castillo de Montjuich y el Baluarte de San Pedro, el 16 de agosto los defensores cargan sobre los sitiadores inflingiendo numerosas pérdidas y provocando que Duhesme tenga que poner pies en polvorosa de nuevo, sin haber conseguido nada de nuevo y sin sus 35 cañones.

Durante el segundo asedio a la ciudad también se generaliza la rebelión en torno al resto de la provincia, para ayudar a la defensa de la ciudad sitiada e imposibilitar el contacto con Francia se organizan numerosos grupos de guerrilleros que ostigarán al francés, a costa incluso de sus propias vidas.

Como Napoleón no puede aceptar que una ciudad tan pequeña oponga una resistencia tan tenaz hacia sus ejércitos, tras la caída de Zaragoza le encomienda al general Saint-Cyr una fuerza de 20.000 hombres con los que quebrantar la heroica resistencia de los gerundenses, que cuentan con unas fuerzas menores de 6000 soldados y mucha menor potencia artillera. Este será el tercer asedio a la ciudad, uno de los episodios más trágicos de la Guerra de la Independencia, junto con el segundo sitio de Zaragoza.

El mariscal Mariano Álvarez de Castro

Al mando de la defensa española, el mariscal granadino Mariano Álvarez de Castro que pese a las órdenes de sus superiores, se ha unido al ejército rebelde, que le ha nombrado gobernador militar de Gerona. Bajo su mando la ciudad se ha preparado para la defensa y todos los gerundenses, hombres, mujeres, ancianos y niños van a combatir hasta las últimas consecuencias. Mientras los niños se dedicarán a la fabricación de municiones, las mujeres se organizarán en cuatro compañías se Santa Bárbara que servirán de apoyo a los soldados defensores y muchas de ellas morirán haciendo su trabajo.

El general Saint-Cyr comienza a estrechar su cerco en torno a la ciudad, cortando el suministro de agua. Pese a esto, la Junta Central logra hacer llegar a los sitiados varios conboyes de víveres y municiones para sostener su lucha. En los primeros días de junio el ejército atacante emprende varios asaltos que son repelidos con facilidad por los sitiados. Ante esta situación, los franceses emprenden un intenso fuego artillero que hace desmoronarse varias de las defensas de la ciudad, al mismo tiempo que acumulan más tropas, en Julio ya son más de 30.000 los soldados franceses apostados en torno a Gerona.

Ante la tenacidad de los defensores, el general francés envía un mensajero para ofrecer la rendición, sin embargo Álvarez de Castro responde que "el emisario que en adelante venga será respondido a cañonazos". El 3 de julio toda la artillería francesa es dedicada a bombardear el castillo de Montjuic. Tras el impacto de varias decenas de miles de proyectiles en la fortaleza, uno de sus ángulos en los que ondeaba la bandera española se desmorona y en un episodio épico, el subteniente Mariano Montoro de los voluntarios de Vich, se jugará la vida arrojándose en la brecha frente a las balas francesas para recuperar el maltrecho pendón y ponerlo de nuevo en la parte más alta del castillo. Esta es una de las primeras veces en las que la bandera española actual es enarbolada como bandera nacional, y podemos encontrar la misma bandera de este episodio en el museo del ejército.

Pese a los llamamientos a la lucha de toda la población de Gerona contra el enemigo francés y el hostigamiento al que someten los somatenes a las líneas de suministros francesas, la principal fortaleza de la ciudad termina cayendo el 12 de agosto, dejándose la vida en el empreño 3.000 soldados franceses en los diferentes asaltos. A estas alturas el general Saint Cyr considera que la ciudad está a punto de caer, pero los gerundenses han de demostrarle que esto no va a ser tan fácil.


La Junta General ordena a Blake, general en jefe del ejército de Cataluña, el socorrer a la ciudad con el envío de municiones y suministros. Así, trazan un plan junto a los sitiados según el cual atacarán al ejército francés por un lado, para introducir un convoy de suministros por el otro. La treta resulta de manera muy efectiva, ya que además de que lograr que el convoy llegue a la ciudad, el ataque logra inflingir severas bajas en el bando francés, además de capturar municiones e incendiar varios campamentos enemigos.

Los sucesivos intentos de introducir nuevos insumos no resultarán tan efectivos, llegando los franceses incluso a ahorcar a la vista de los defensores a los paisanos capturados intentando hacerles llegar la ayuda. A principios de octubre el mariscal francés Augereau sustituye al general Saint-Cyr al mando del asedio, trayendo a su vez nuevas tropas de refuerzo. La nueva estrategia pasa por reforzar el cerco y dejar morir de hambre a los gerundenses y la situación en la ciudad es cada vez mas desesperada, en octubre y noviembre las muertes por hambre en la ciudad se cuentan por cientas y las defensas, después de acabar con los caballos y las mulas, llegan incluso hasta a comer las ratas para poder sobrevivir.

A la espera de una ofensiva desde fuera al ejército sitiador, el mariscal Augereau se prepara a su vez para asestar el golpe definitivo a la ciudad. El 9 de diciembre Álvarez de Castro, mortalmente enfermo cede el mando de la ciudad al brigadier Juan Olivar, que al ver que la ciudad no va a poder resistir el tiempo suficiente para la llegada de la tropa que estaba siendo reclutada para ir en su auxilio, al día siguiente decide rendir la ciudad con sus defensas destruidas y su población agonizante. Ante el silencio de los franceses, los supervivientes escuálidos y enfermos salen de la ciudad por la puerta de Areny. Los prisioneros serán llevados a Francia y al mariscal Álvarez de Castro le dejarán morir en una celda de la fortaleza de Figueras en condiciones penosas y contraviniendo las leyes de guerra. A pesar de esto, nunca llegó a firmar la rendición.


Los gerundenses, con 10.000 bajas entre sus filas, ejercieron una resistencia numantina sobre el ejército francés que tuvo que movilizar durante meses hasta a 50.000 soldados frente a sus muros, 20.000 de los cuales perderán la vida frente a los mismos.

Por real orden se concedió a los participantes en la defensa de la ciudad de Gerona una condecoración de oro y esmaltes en forma de cruz de Malta un medallón ovalado representando a San Narciso (patrono de la ciudad) y la leyenda "La patria al valor y la constancia". Estos hechos serían recogidos en los libros de Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales, donde el escritor denomina a Gerona como "el baluarte sacrosanto de nuestra nacionalidad", una grave ofensa para la sensibilidad de la realidad nacional catalana que hoy en día nos quieren imponer y que en una futurible Cataluña independiente habría que eliminar so pena de hacer demasiado evidente que los fundamentos de la nación catalana son una farsa, ya que a lo largo de la historia los catalanes han luchado por España como los que más.


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