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miércoles, 23 de diciembre de 2015

30 años de una vergüenza en Pamplona


El 23 de diciembre de 1985 los etarras Juan José Legorburu Guerediaga, Juan María Lizarralde y Mercedes Galdós Arsuaga asesinaron al general Juan Atarés Peña mientras paseaba por la Vuelta del Castillo en Pamplona. Tres tiros por la espalda y en el suelo otros dos por supuesto, como corresponde a los valientes abertzales. El militar tenía 67 años, estaba casado y era padre de 7 hijos.

Mercedes Galdós Arsuaga fue condenada a 829 años de prisión, después de fundar el 'comando Nafarroa' y haber participado en persona en 17 asesinatos cometidos desde 1977 a 1986. Cumplió menos de 19 años de cárcel, y fue liberada en 2005, gobernando Zapatero y hace ya 10 años, tras perdonársele gran parte de su pena por sus importantísimas actividades en la prisión, como sus estudios de pedagogía y sus actividades de limpieza, aerobic, mecanografía y fútbol sala. Glorioso. Sus correligionarios políticos gobiernan hoy Pamplona, y el general Juan Atarés no tiene un monumento en el lugar de su sacrificio, ni se le ha puesto su nombre a una calle o una plaza, como debería. No lo ha hecho UPN en 30 años de gobierno, y no parece que el euskoalcalde Joseba Asirón vaya a hacerlo.

Juan Atarés murió con la dignidad de un soldado, cumpliendo con el juramento prestado. Una dignidad que nunca han tenido los abertzales y que no demuestran los que se supone que defienden hoy a España en las instituciones. Su familia ha perdonado a los criminales con un admirable sentido religioso. Y en tres décadas las cosas, que al caído le parecía ya que iban mal, han ido peor: tenemos más ideología nacionalista con ánimo de romper España, más extrema izquierda en el poder, más difusión y manipulación del vascuence, menos libertad para defender la Navarra foral y española, más miedo y menos Patria.

Mientras, Asirón quita su calle a los hermanos Imaz y no se la pone a Juan Atarés, ni tampoco a tantos a los que ETA ha matado, chantajeado y herido en Navarra. ¿Dónde está la placa en recuerdo de Jesús Alcocer? ¿O por qué no se pone su nombre a Mercairuña, donde trabajaba y donde fue asesinado? ¿Dónde están las calles de Joaquín Imaz, José Luis Prieto o Alberto Toca? Navarra no puede olvidar 30 años después, ni podemos aceptar que los asesinos sean premiados mientras se desprecia a las víctimas.

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