Arrano beltza, arrano mentira

Que Navarra es una comunidad con siglos de personalidad y de vida en común es algo que nadie se atreve a discutir. Que esa identidad haya nacido y crecido dentro de España, y que el mismo nombre de Navarra sea posterior a la identidad española de estas tierras y sus gentes, es algo que sólo discuten los abertzales. Y no porque lo crean, sino porque quieren creer otra cosa.

Ya hemos hablado en este blog de los muy conocidos escudo y bandera de Navarra; pero hay que recordar tres cosas principales al respecto. La primera, que los símbolos actuales no son los más antiguos ni son tan antiguos como la comunidad; la segunda, que  en el nacimiento de la heráldica hay un momento de duda que es necesario entender muy bien para no hacer ni decir tonterías; y la tercera, que además de símbolos vexilológicos (banderas) y heráldicos (escudos) ha habido y hay otros soportes para los símbolos de Navarra, que no conviene confundir, y que algunos confunden… porque creen que les conviene.

Empezando por lo primero. Sobre la función de las cadenas en nuestro sistema de signos ha escrito, y lo ha hecho sin espacio para dudas, el académico Faustino Menéndez Pidal. Antes de que se desarrollase en toda Europa y llegase a España el sistema heráldico del siglo XII, los reyes pamploneses (desde la fundación del reino de Pamplona por Sancho Garcés I en 905) usaron como todos sus propios signos para firmar o verificar sus documentos. Aquí, como en casi todas partes, se trató de signos personales de cada monarca, no de símbolos del reino, y en general en aquel primer siglo fueron distintos signos en forma de cruz dibujada a los pies de cada documento.

El siguiente paso en cuanto a simbología pamplonesa se dio cuando en vez de signos cruciformes empezaron a aparecer dibujos de otro tipo y con la misma función. En esto el reino de Pamplona es muy peculiar. Al separarse Pamplona de Aragón, se hizo con el trono de Pamplona García Ramírez el Restaurador, un descendiente ilegítimo de la casa real. Y con él llegaron algunas nuevas costumbres. En especial, el nieto del nuevo rey, en vez de hacer suyo uno de tantos signos en forma de cruz, empezó a finales del siglo XII a marcar sus documentos con el signo personal de su abuela. Lo que hay que recordar muchos de nuestros mejores amigos.

Margarita de l’Aigle, una francesa del Norte, vino a reinar en Pamplona con el reino restaurado por García; y tras unas décadas de transición su nieto Sancho, luego Sancho el Fuerte, reinó desde 1194 y empezó a marcar sus documentos ya no con ninguna cruz, sino con el águila que su abuela lleva como nombre de familia. Un águila, en su caso negra, con las garras desplegadas. Lo que después, cambiando mucho la historia, algunos han dado en llamar Arrano Beltza.

Estamos acostumbrados a ver el águila negra bildurri como un signo típicamente vasco o navarro: pero no lo es. Una mala interpretación romántica convirtió el águila en símbolo de todo el reino o de toda la familia real, dos cosas que nunca fue. De hecho, no hay “Arrano Beltza” que valga, porque se trata de un símbolo preheráldico que surgió en el Norte de Francia y que vino a Pamplona por matrimonio y concretamente para Sancho VII.

Nunca ha habido escudo ni bandera de Pamplona o de Navarra con el águila negra, un águila que además hay que recordar siempre que fue importada y que no representa ningunas raíces autóctonas. Sólo mucho, mucho más tarde, cuando una parte del nacionalismo vasco se haga abiertamente etarra, gente como Telesforo Monzón reivindicará para sus ideas y para su patria imaginada el símbolo del águila, que ahí siguen usando. Pero que nunca fue símbolo de Navarra de ninguna de las maneras.

El escudo rojo, de gules, que se impondrá con los reyes Teobaldos, es de un modo u otro el primero que sí fue del reino y el que aún hoy se sigue usando como símbolo común. De hecho, ahí lo tenemos, de gules liso, con la bloca dorada, y esencialmente es el mismo escudo (leyendas aparte) desde la catedral de Tudela en el siglo XIII hasta el Gobierno de Navarra en el XXI. Esa sí es Navarra, la de todos, y no el Arrano Beltza que sólo fue símbolo de esta tierra en la mente calenturienta de alguno muy poco instruido.

La idea de que fuesen cadenas lo representado en el escudo de Navarra y que esas “cadenas” fuesen vinculadas a las Navas vino mucho más tarde de la Edad Media, cuando se olvidó qué era la bloca, y se pensó que ese dibujo sobre el escudo de Navarra podía venir de las Navas. Uno de los que difundieron esa idea fue el mismo Príncipe de Viana, y después de él muchos contadores de cuentos… no demasiado instruidos. Pero si eso es señal de conocer poco los signos de Navarra, qué no será inventarse uno, que es lo que los bildurris hicieron y aún hoy hacen con el águila.

Jamás hubo “arrano beltza” como símbolo más que personal y familiar de algunos reyes, y nunca en escudo o bandera. Desde antes de las Navas de Tolosa el escudo de los Reyes y luego de Navarra es rojo. Hasta el siglo XX no hubo bandera de Navarra. Y los símbolos que unen a todos los navarros son primero la bandera nacional, sólo después la provincial y el escudo que va en ésta. Nunca, de ninguna manera, un águila que nunca ha sido escudo y sólo puede serlo como resultado de una manipulación.