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lunes, 28 de diciembre de 2015
El Olentzero es republicano y puede que nazi. Y no le gustan ni los Reyes ni la Navidad
La Navarra del “kanbio” lo quiere cambiar todo. Todo al servicio de sus ideas, por supuesto, porque no al servicio de los navarros. Cambian los sueldos, cambian los cargos. Cambian los presupuestos, con un 83% más en educación para euskera, casi el 100% más para Euskarabidea y en cambio 49% menos para inglés. Es lo que ellos llamaban recortes… sólo que recortan y cambian a su gusto.
Y ya hemos visto los cambios en la Navidad. Navidad sin Navidad, o al menos sin políticos con poder celebrándola. Hemos visto en cambio una adoración política del carbonero borracho de Vera de Bidasoa, con los políticos del “kanbio”, incluyendo por cierto a los de Podemos, disfrazados de carboneros y de pastoras rindiendo el culto debido a su Olentzero. Porque hay que tener tres cosas muy claras respecto a este personaje: una, que procede de una mínima tradición oral muy manipulada; dos, que no implica más libertad religiosa sino la imposición de una fórmula religiosa neopagana y anticristiana; y tres, que el culto al Olentzero, y los poderosos lo saben bien, se hace como instrumento de afirmación de la identidad nacional abertzale.
1. No nos engañemos, Olentzero es un personaje en los cuentos de niños de hace un par de siglos de 4 o 5 pueblos del valle del Bidasoa. Ni es un personaje muy antiguo (desde luego, mucho más reciente que los Reyes Mayos o el Niño Jesús), ni se inventó para traer regalos: era el hombre del saco, el sacamantecas con el que se amenazaba a los niños, diciéndoles que vendría del monte a llevárselos. Luego los abertzales lo convirtieron en traedor de regalos y lo extendieron a todos los sitios que ellos sueñan con ver vasquizados (y por eso ahora tenemos riduculeces como un olentezro en sitis taaaan euskaldunes como Berbinzana, Tudela, Caparroso o Carcastillo).
2. No es un personaje neutral en lo religioso, sino que se fomenta expresamente CONTRA la identidad navarra y española de los lugares y CONTRA la religión cristiana. Así que menos lobos: si los políticos de Podemos o del Cuatripartito de Uxue participan en el Olentzero y lo han pagado es un ataque a la libertad religiosa, haciendo oficial el neopaganismo que imponen.
3. Y está claro que no es un acto apolítico, sino un modo más de extender el nacionalismo vasco y la inventada identidad vasca de nuestros pueblos a los niños de Navarra. A más olentzero más nacionalismo, y por tanto que nadie diga que no se hace política. Al revés, claramente se hace política y se hace a la vez religión. Sin descartar que además se haga el ridículo, claro, porque Olentzero suele llevar su cartel de los presos asesinos, su ikurriña y en ella su lauburu, o sea su esvástica, idéntica a la que han puesto los de Uxue en el Portal de Belén que se puso en los jardines de Diputación en Pamplona. Y es que el nacionalismo lo tiene todo: nada de Navidad, todo de Olentzero, y Olentzero usa símbolos abertzales, símbolos religiosos anticristianos y símbolos nazis, todo por el mismo precio.
Es sorprendente lo receptivos que son los abertzales a los símbolos de todos, con tal de que no sean españoles. La esvástica, o lauburu, o tetrásquel, o labarum, sea dextrógira o levógira, es un símbolo solar, la rueda de la vida, que contiene los cuatro elementos de la naturaleza y representa la prosperidad en todos los grupos paganos indoeuropeos desde hace varios milenios. Y ahora lo lleva Olentzero, para ser mejor vasco.
Tiene su gracia que los mismos que hacen el ridículo con este carbonero borracho en Navidad rechacen por ser un acto religioso la Cabalgata de Reyes de la tarde del 5 de enero. Una gracia redoblada porque ellos mismos van a entregar en 2016 un premio con nombre de príncipe de sangre real prohibiendo que lo entregue la princesa que hoy lleva ese título o su padre el Rey. Ya se ve, reyes no, carboneros inventados sí. Es decir, que no organizan las cosas más que en virtud de lo cercanas que queden a su soñada Euskalherria, aunque para conseguirlo tengan que hacer el ridículo constantemente con lo que hacen y con lo que escriben.
La solución, por supuesto, empieza por señalar la cantidad de tonterías que hacen y continúa por continuar invitando a los Reyes a nuestras casas. Al menos a los Reyes Magos, que son antiguos, poderosos, importantes… y españoles, según parece.
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