Una trama de corrupción organizada en administraciones públicas de la Comunidad Valenciana gobernadas por el PP. De nuevo la política española se ve afectada por el egoísmo, el interés propio y la falta de compromiso. Y de nuevo el responsable de ello es el Partido Popular. La operación Taula es una de las sonadas operaciones contra la corrupción llevada a cabo por el PP, como la Púnica, en la que se descubrió la adjudicación de servicios públicos por valor de 250 millones de euros en dos años a cambio de pagos y comisiones ilegales que eran blanqueados a través de empresas pantalla o el caso Gürtel, en el que empresas propiedad de diferentes miembros del PP eran las elegidas para realizar determinadas actividades financiadas con dinero público. Sin olvidar el caso Bárcenas, reabierto hace poco tras la petición de UPyD para investigar qué pasó con los ordenadores destruidos que contenían información sensible sobre la caja b, cabe destacar la relevancia de este último acontecimiento puesto que el PP se convierte en el primer partido político en ser imputado.
¿Cómo perciben esto los ciudadanos? Con total repulsa, evidentemente. Pero ha llegado a tal punto que no sorprende que salgan a la luz nuevos casos de corrupción, el hartazgo de la población es generalizado llegando al punto de que la política se asocia directamente con la corrupción y es que, no sólo el PP ha protagonizado los grandes casos de corrupción de nuestro país sino que también ha estado involucrado el PSOE, en Andalucía por ejemplo o CiU en Cataluña de la mano de Jordi Pujol.
Los niveles de corrupción en España se equiparan a los de países africanos en los que hay golpes de estado continuos. Es una enfermedad que carcome al país, que lo debilita. Sus consecuencias sociales son inmensas, no se administra para los ciudadanos sino para los propios intereses de los políticos, sus consecuencias económicas nefastas, ¿Qué empresa va a gestionar su negocio de manera confiada viendo el panorama y la falta de igualdad, por ejemplo, en concursos públicos?, sus consecuencias políticas son aún peores. Las consecuencias políticas de la corrupción son, entre otras, la traición directa a los votantes o el hecho de que las ideas que en teoría defiende ese determinado grupo se vean desvirtuadas. De esta manera el PP desvirtúa la idea de la unión de la nación o el PSOE la defensa de la justicia social. De esta forma las personas asocian a quien defiende la justicia social, o la unidad de España con la corrupción.
Flaco favor le hacen los políticos a los 40 millones de ciudadanos que les han confiado su voto para una gestión del país que represente la diversidad política del mismo priorizando la corrupción y el egoísmo por encima de una gestión limpia, por encima de la justicia y, en definitiva, por encima de la democracia.
Prometeo
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