Páginas

lunes, 11 de enero de 2016

Puigdemont sigue el golpe de Estado de Mas, y es el modelo de Barkos


El 10 de enero, dos horas antes del plazo límite según la Ley, y teniendo para eso que reunirse en domingo, la Generalidad de Cataluña tiene un nuevo presidente. Carles Puigdemont, un independentista radical de Convergencia, tuvo 70 votos a favor, 63 en contra y dos abstenciones. Junts pel Sí, que fue en septiembre la coalición de los independentistas de centro de CDC y los independentistas de izquierdas de ERC, consiguió los votos de la extrema izquierda marxista de la CUP, con dos condiciones: no presentar de presidente a su líder Artur Mas, romper la unidad nacional de España creando un Estado catalán y cumplir el programa totalitario de la CUP.

No nos engañemos: Puigdemont está ahí representando a Mas, porque Mas está vetado, y para hacer exactamente el mismo golpe de Estado que intentó Mas. Del mismo modo que Mas entró en esto para hacer lo mismo que no podía hacer el corrupto Jordi Pujol, el señor del 3%. Mas estaba haciendo y Puigdemont hará desde ahora algo imposible: usar un cargo autonómico en una región de España, creado por la Constitución de España, para romper España.

Fuera de los suyos, sólo Podemos e Izquierda Unida, es decir la otra extrema izquierda marxista-leninista, dicen que Puigdemont puede hacer lo que va a hacer. La ley dice que no. Pero sobre todo una inmensa mayoría de españoles de todas las regiones, de todas las ideas y de todas las clases sociales decimos que no.

En España, el Gobierno, las Cortes, los Ejércitos, las Fuerzas de Seguridad, los Tribunales y todas las Instituciones tienen el derecho y el deber de defender esos bienes mayores que Puigdemont amenaza con romper, no sólo para los catalanes sino para todos. En efecto, “la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles” no es creada por la Constitución sino reconocida por ésta como su premisa y cimiento. Todas las instituciones y todos los españoles tenemos ahora la obligación de detener el proceso de Puigdemont y su frente Popular: precisamente porque “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.

Navarra tiene en esto mucho que decir. Está ahora gobernada por una minoría radical que desea imitar lo que sucede en Barcelona. Pero todos los poderes de Uxue Barkos nacen de ese Estado, de esa nación y de ese pueblo, España, y están sujetos al deber de defender a España. El Gobierno de España, con Rajoy o con quien sea, tiene la fuerza para suspender y anular lo que Puigdemont haga. Y también para hacer que Barkos se emplee en lo mismo, o en caso contrario suspenderla por lo mismo. ¿Qué harán Uxue y su cuatripartito? ¿Ayudar a sus amigos y enfrentarse con “Madrit” o cumplir sus deberes legales y defender la unidad nacional española? Vamos a ver muchas cosas interesantes, en este 2016.

No hay comentarios:

Publicar un comentario