La actualidad de la semana pasada se vio lamentablemente sacudida por múltiples ataques terroristas perpetrados por radicales islamistas, ataques que adquieren más que nunca una dimensión global. La oleada de atentados comienza el martes en Bruselas cuando una célula adscrita al Estado Islámico ataca con bombas de clavos y fusiles AK47 el aeropuerto intenacional de Bruselas-Zaventem y una parada de metro de la capital belga, saldándose con 35 muertos hasta el momento.
El terror continuaba en oriente medio y era de nuevo el Daesh -forma despectiva por la que también es conocido el EI- el que volvía a causar 30 muertos en un estadio de fútbol al sur de Bagdag y otras 26 muertes en una nueva cadena de atentados suicidas en Yemen. Finalmente, era un grupo terrorista de la órbita de los talibán el que causó la mayor matanza, con 72 muertos en un parque infantil de Pakistán en el que miembros de la comunidad cristiana local celebraban la Pascua.
Por todos es conocido nuestro apoyo a la lucha contra cualquier tipo de terrorismo y nuestra oposición al islam radical, por tanto cualquier tipo de condena al respecto resultaría redundante. Para conocer cual es la calaña de algunos oportunistas, si que puede ser interesante analizar cuáles han sido las diferentes reacciones en Navarra y en España a estos atentados.
En lo que respecta a Navarra, múltiples fueron las muestras de repulsa por parte de todos los partidos hacia los atentados en Bruselas. La nota discordante la pusieron Bildu, Podemos e IE; que haciendo gala del afán sectario al que nos tienen acostumbrados, se negaron a firmar una declaración de condena conjunta con los demás partidos debido a que en un punto de la misma se incluía el colocar a media asta las banderas de Europa, España y Navarra, que deberían de estar presentes en la fachada de la Cámara.
Recordar que las fuerzas del kanvio sustrajeron hace dos semanas la bandera europea de la fachada del Parlamento navarro, gesto que tomaron porque el gobierno turco le había hecho una propuesta a la UE dispuesta a cerrar el flujo migratorio de supuestos refugiados sirios -con un cuarto de millón de pasaportes sirios en manos del mercado negro, no todos lo son- hacia Europa. Se les llena la boca de democracia (será la de las chekas) pero no sólo retiran la bandera europea antecediéndose a una decisión que puede ser tomada por naciones soberanas que están en todo su derecho a controlar sus fronteras, sino que le hacen hueco a la ikurriña; bandera que tarde o temprano nos van a hacer tragar a pesar de que ni es nuestra, ni la sentimos como tal la mayor parte de los navarros.
A nivel nacional la condena también fue unánime, pero no tardaron en salir individuos que por pura cerrazón mental en torno a su fanatismo llegaron incluso a justificar los atentados yihadistas como una respuesta a "las agresiones de Occidente", ahí tenemos al alcalde de Zaragoza, de Podemos, con declaraciones tan gilipollescas como que en atentados como los de Bruselas "nos vuelve esa violencia que hemos contribuido a sembrar en el mundo"; ideas que parece compartir con toda una legión de imbéciles adscritos a la extrema izquierda en cualquiera de sus formas y que fueron vomitadas a lo largo y ancho de las redes sociales.
Bélgica ni formó parte de coalición que invadió Irak en el 2003, ni hasta el momento ha bombardeado al Estado Islámico, de hecho acoge a una de las comunidades islámicas más numerosas de Europa. El crimen de Bélgica es ser una nación occidental y cuanto antes entendamos que el radicalismo islámico es más una ideología que pretende imponerse en todo el mundo por la fuerza de la espada, que una religión de paz; antes seremos capaces de frenar esta ideología que pretende sumirnos en una glaciación cultural, si es que no es ya demasiado tarde.
Es normal que el ataque que mayores condenas y muestras de solidaridad haya contado en Occidente sea el de Bruselas, no sólo es la capital administrativa de la Unión Europea, sino que cualquier español comparte más lazos culturales con un belga de lo que lo haría con un ciudadano del otro lado del estrecho o más allá, por lo que es normal que como ciudadanos europeos nos afecte más un atentado indiscriminado en el corazón de Europa, a pesar de que cualquiera de estas acciones son igualmente execrables.
Pese a esto, a nivel de prensa escrita pocos fueron los diarios que le dedicaron no ya una portada, sino una parte de la misma, a la masacre de familias cristianas en Pakistán, más aún teniendo en cuenta la magnitud de la misma y la facilidad con la que en España se le han dedicado portadas completas a otras veleidades.
Para terminar, el colmo de la idiocia lo puso ya el tradicional comunicado de lo que queda de la banda terrorista ETA, que siempre acostumbra a espectorar algo por el Aberri Eguna. En el mismo, los de las capuchas llegaban a la sesuda reflexión de que es un sinsentido incurrir en matanzas contra simples ciudadanos, como las de Bruselas. Un poco tarde para los 21 "simples ciudadanos" a los que hace ya casi treinta años mataron mediante un coche bomba cargado de napalm casero en el Hipercor de Barcelona.
Unos pretenden imponernos una ideología religiosa y seguirán avanzando con la connivencia de otros que odian a occidente, el cristianismo y lo que somos. Aquellos que te escupen su odio a la cara para luego exigirte a ti tolerancia.
Hispano
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