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jueves, 31 de marzo de 2016

Origen de dos símbolos radicales: La tricolor y la ikurriña


Con el advenimiento de la I República Española (11.02.1873 - 29.12.1874), como es lógico, la enseña nacional española continuó siendo la bandera rojigualda, el único cambio operado fue en el escudo sin corona real. Sin embargo, el 14 de abril de 1931, se proclamaba la II República, a lo que los dirigentes políticos de la misma hicieron suyo el lema; nuevo régimen, nueva enseña. Cambio de color, y cambio en las franjas, siendo las tres del mismo tamaño, frente a la bandera rojigualda, en la cual, la franja amarilla es el doble que las rojas.

Izquierda, bandera de la II República Española, a la derecha, la de la I República

Lo curioso del caso es que, en el cambio adoptado en la bandera nacional, lo que intentó el nuevo legislador fue "castellanizar" una bandera que consideraba demasiado "aragonesa", ya que por error se identificaba el color morado con Castilla. Algunos historiadores atribuyen el error histórico en un problema "daltónico", y es que, presuntamente los antiguos pendones de Castilla (que siempre fueron rojos) se habrían descolorido con el paso del tiempo, teniendo un color tirando a morado. Sin embargo, esta teoría no se sostiene, en la Catedral de Sevilla se conserva el Pendón de San Fernando, y como se puede apreciar, es más rojizo que morado. En realidad, el morado "castellano" tiene origen en una rama radical de la masonería española del siglo XIX; los "comuneros" de castilla, y los carbonarios. Por cierto, la izquierda radical "independentista" castellana en la actualidad continúa con el mito del morado comunero-carbonario en sus emblemas.

 Izquierda, Pendón con el que Fernando III tomó Sevilla en 1248, conservado en la Catedral de Sevilla. Derecha, emblema de Tierra Comunera, grupo ultra radical y aberchal castellano.

Ante un cambio de régimen, y más si se trata de monarquía a república, resulta bastante obvio que se eliminen de los emblemas nacionales las referencias a la monarquía anteriormente reinante, como se hizo en la I República, no siendo necesario nada más. Perfectamente se podía haber adoptado como enseña de la II República la rojigualda con el escudo republicano, como se muestra más abajo, que además incluiría los colores de las banderas de la corona de  Aragón (amarillo y rojo), Reino de Castilla (rojo y no el masónico morado), y Reino de Navarra (rojo también). Sin embargo, la izquierda radical y totalitaria prefiere la enseña tricolor, basada en un color que nunca representó a Castilla, emblema que además separa en vez de unir a todos los españoles, como ocurre en cualquier país de nuestro entorno.


Otro símbolo que curiosamente ha calado hondo, con un origen y desarrollo discutible es la conocida como "ikurriña". Emblema inventado por los hermanos Arana, cuyo diseño no era más que una copia importada de la Unión Jack Británica. Los entrañables Arana a finales del siglo XIX consideraron que la mayor  ofensa para España sería adoptar la enseña británica, debido a la rivalidad histórica entre ambas naciones, una rivalidad que para entonces estaba ya bastante superada. Lógicamente adaptaron la enseña con nuevos colores, aunque siempre incluyendo la cruz cristiana en el centro. Lo curioso del tema es ver como los ultra-ateos y anti-católicos separatistas de hoy idolatran una enseña que incluye la cruz cristiana.


Pues bien, solo en tres ocasiones la enseña de un partido político ha pasado a convertirse en la bandera de la nación (en el caso vasco, de momento solo CCAA); la Alemania de Hitler con la esvástica, la URSS con la hoz y el martillo del Partido Comunista, y la ikurriña de los Arana para la Comunidad Autónoma Vasca, si bien sus acólitos llevan intentando metérnosla en Navarra hasta en la sopa. El incipiente separatismo vasco se encuentra con un problema (frente al catalán que ha tenido muy fácil apropiarse con la enseña de la Corona de Aragón);  como nunca había existido un Estado Vasco preexistente, cada provincia vascongada tenía su propio emblema y no existía ninguna bandera histórica, por eso necesita inventarse una. La historia de la ikurriña es una muestra más de dos cuestiones fundamentales; que Euskal Herria nunca existió, y que el separatismo vasco siempre desde su nacimiento ha sido un movimiento político totalitario, curiosamente a caballo entre el nazismo y el comunismo.

Antiguos e históricos escudos de las provincias vascongadas de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, incluyendo en ésta última los cañones que las tropas guipuzcoanas capturaron durante la conquista de Navarra a las tropas francesas que apoyaban a los afrancesados Albret, cañones que los talibanes fascistas se han encargado de borrar.

Viriato

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