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lunes, 4 de abril de 2016

Un club de segunda con sanciones de primera

Si algo caracteriza a Osasuna es el reducido presupuesto que siempre ha tenido, cosa que ha llegado a perjudicar en más de una ocasión al club a la hora de realizar fichajes y mantener contratos publicitarios. Cuando éste estaba en primera división, el presupuesto rondaba entorno a los 29 millones de euros. En esa época Osasuna afrontaba sanciones prácticamente vinculadas a la invasión de campo en numerosas salvaciones.

A día de hoy, un Osasuna de segunda división tiene aproximadamente 10 millones de euros de presupuesto y una deuda que multiplica esta cifra. Los problemas económicos del club no son ninguna novedad ya que diversos ex-jugadores se vieron obligados a abandonar el equipo debido a una gran cantidad de impagos e irregularidades.


Osasuna no sólo tiene un problema en lo ecónomico, también lo tiene en las gradas. El Sadar acoge en cada partido a la banda violenta favorita del populacho, Indar Gorri, pero ya harto de redundar en este tema me gustaría comentar por qué este grupo ultra no hace nada más que perjudicar al club de los amores de todo Navarro pacharanero veraneante de Salou. En el último mes de marzo, Osasuna ha acumulado dos multas que ascienden a 80.000 euros impuestas por la comisión antiviolencia. La primera de 30.000 euros por repartir folletos contra la policía dentro del estadio, la última, 50.000 euros por facilitar la entrada a miembros de este grupo ultradrogodependiente cuando había un acuerdo de no permitirlo debido a antecedentes violentos.

Es gracioso cómo Osasuna no hace nada más que tapar y tapar la mierda que este grupo segrega cada vez que acude al estadio. Una cuadrilla que no hace nada más que dar mala imagen a Navarra, propinar palizas por motivos políticos (o futbolísticos, digno de retrasados mentales) consumir bien de speed y gritar como borricos consignas proetarras. La directiva debería pensar en el club y darse cuenta de que merece más la pena mandar a su casa a esta gente que manteneles en el estadio e ir pagando sus multas cada vez que hagan una de las suyas. 65.000 euros fueron los que Osasuna tragó con la caída de la valla en graderío sur debido al exceso de aforo (también habría que sumar la consecuente reforma del graderío).

Sonará contradictorio, pero los partidos que estaban a favor de rescatar a Osasuna eran PPN y UPN, Bildu (los amiguetes de IG), se posicionó en contra del plan para el saneo de la deuda del club. El “bienquedismo” de estos partidos con Osasuna, que únicamente ayudan a que el “no hay tregua” suene cada vez que hay partido en el Sadar, sólo alimenta el patio de recreo del batasunerío, al igual de la permisividad con el avance del nacionalismo.

Muchos jugadores apoyan la presencia del grupo violento en el club y nadie recibe ningún tipo de sanción. La tolerancia y protección a esta gente dentro del club llega a unos límites que jamás hubiera imaginado, algún que otro jugador ausente en las convocatorias puede que tenga motivos para estar fuera del equipo... y no sólo eso, sino también de cualquier tipo de competición profesional.

El ir a la grada gol del Sadar siempre ha sido una buena experiencia, el apoyar al club económicamente jamás ha sido un impedimento para disfrutar del equipo de nuestra tierra, el problema llega cuando el dinero que se aporta como socio, va en parte destinado a pagar multas ocasionadas por un grupo ultra de extrema izquierda que debería tener otras preocupaciones y no vomitar cánticos como si la vida les fuese en ello. Coge un libro, vete a pasear, ten una conversación productiva, estudia, trabaja... el fútbol y las discusiones taberneras no te van a dar de comer.

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