El 20 de diciembre de 1973 la organización terrorista ETA efectuaba el último magnicidio hasta la fecha en España (entre 1870 y 1973 fueron asesinados seis presidentes del gobierno en nuestro país). Este asesinato ha producido ríos de tinta (artículos, libros, documentales....) y se ha especulado mucho tanto en quienes lo realizaron como en los efectos del mismo. En cuanto a lo primero, la versión oficial y en este caso coincidente con la realidad, un comando de ETA fue el encargado de asesinar al almirante, sin embargo, pruebas cada vez más solidas apuntan a un más que probable apoyo exterior.
Aunque a muchos les parezca increíble, todavía hoy una parte de la izquierda española considera que la democracia en España se la "debemos" a ETA
Sin embargo, nuestro análisis se va a centrar principalmente en los efectos del asesinato del presidente del Gobierno. En el presente artículo vamos a distinguir por un lado, el impacto del magnicidio en la historia de España, y por otro, en la historia de la propia ETA. Como antecedente para situarnos, Luis Carrero Blanco nació en Santoña en 1904, ingresó en la marina en 1918. Durante la guerra civil (1936-39) participó en el bando nacional como marino con el grado de capitán de Corbeta. Para 1941 es nombrado subsecretario, en 1951 ministro de la Presidencia, en 1967 vicepresidente y ya en junio de 1973 Presidente del Gobierno.
En cuanto al impacto del asesinato de Carrero Blanco para la historia de España, fue mínimo ya que no alteró en lo más mínimo el rumbo que tenía el régimen franquista, que para entonces había apostado por la apertura, la sucesión de Juan Carlos a Franco y la reforma hacia una "democracia" más o menos homologada a Europa occidental. Muchos autores han querido ver de manera interesada y subjetiva al almirante como delfín y sucesor de Franco, sin embargo, pasan por alto que el mismísimo Franco había nombrado como sucesor suyo en la Jefatura del Estado franquista a Juan Carlos de Borbón el 22 de julio de 1969. Además, Carrero Blanco fue uno de los principales valedores del joven príncipe ante Franco, frente a la familia del dictador que pugnaba por qué el general nombrara a Alfonso de Borbón (entonces marido de la nieta de Franco) como sucesor regio.
El almirante-presidente del Gobierno Luís Carrero Blanco, conservador y monárquico empedernido, fue uno de los principales valedores del joven príncipe Juan Carlos como sucesor de Franco en la Jefatura del Estado, algo que choca con aquellos que defienden la tesis de un Carrero como "sucesor" del dictador a la muerte de éste.
Asimismo, Carrero Blanco había manifestado en multitud de ocasiones que, en caso de sobrevivir al generalísimo, dimitiría de todos sus cargos y se retiraría. Por si fuera poco, el almirante hizo una parte importante de su carrera militar en cargos políticos y administrativos, lo que generó dentro del arma de marina numerosas reticencias hacia su figura, por lo que, no gozaba del prestigio militar suficiente como para haber utilizado al ejército como lobby de presión frente a los intentos de apertura democrática que se sucedieron a la muerte de Franco. Y a mayor abundamiento, el servicio secreto antecedente del actual CNI fundado por el almirante en 1972, el SECED, tuvo entre sus cometidos apoyar la creación de los futuros partidos políticos como UCD y AP, o la refundación de un PSOE alejado de postulados marxistas.
Como podemos comprobar a la luz de los datos aportados, ni el almirante Carrero Blanco tenía voluntad de perpetuarse en el poder y "estirar" el régimen franquista, ni los pasos que dio desde el poder apuntaron en esa dirección, ni tuvo poder suficiente en la estructura de poder franquista para haberlo intentado. Lo que sí pudo ocurrir "gracias a ETA" es que el sector duro del régimen, conocido entonces como "bunker", hubiera aprovechado el magnicidio para dar un golpe de timón y impedir el proceso democrático, cosa que intentaron sin éxito ya que para entonces carecían de una gran base social ni poder real dentro de las estructuras del Estado.
Curiosamente respecto a la organización terrorista, ocurre todo lo contrario, y el asesinato del presidente del Gobierno no solo fue un salto cuantitativo y cualitativo de sus actividades criminales, sino que le catapulto a la fama internacional. De hecho, gracias al "proceso de Burgos" (juicios sumarísimo a miembros de ETA en 1970 por delitos de sangre) y el magnicidio de Carrero Blanco, los criminales de ETA gozaron de gran aceptación en sectores izquierdistas (comunistas y no comunistas) de toda Europa, hasta el punto de que todavía hoy muchos los consideran paladines de la democracia.
Personajuchos de todo el espectro de la extrema izquierda en España no dudan en mostrar sus simpatías hacia los criminales de ETA; cuperos, titiriteros varios, miembros de IU, podemitas, miembros del pseudo-sindicato andaluz SAT..., simpatías que vienen no solo del "anclaje ideológico" en la izquierda de los etarras, también de sucesos como el Proceso de Burgos, el asesinato de Carrero o los fusilamientos de los etarras Juan Paredes "Txiki" y Juan Otaequi el 27 de septiembre de 1975
Finalmente, no quisiera terminar el artículo sin plantear el eterno dilema: ¿hubo conexión internacional en el atentado?. Unos lo niegan categóricamente, otros lo afirman cada vez con argumentos y pruebas más solidas. Señalaremos tres apuntes para que el lector se pueda hacer una idea. En primer lugar, el almirante Carrero Blanco resultaba molesto en el panorama internacional por su impulso al programa nuclear militar español y por su oposición a apoyar a Israel en la guerra del Yom kipur en octubre del 73. En segundo lugar, el terrorista-mercenario internacional Ilich Ramírez "Carlos" y "Chacal" afirmó recibir el encargo de asesinar a Carrero Blanco y poco después recibir órdenes para que dejara el asunto ya que la ETA se iba a encargar de ello. Y en tercer y último lugar, la conexión de ETA con la CIA vendría de la excelente relación del PNV con la agencia norteamericana, y siendo ETA una escisión de las juventudes peneuvistas, como afirman numerosos escritores como Pilar Urbano, la relación continuó entre miembros de las primeras cúpulas etarras y los useños.
Portadas de cuatro excelentes trabajos que ponen de relieve verdades ocultas de la transición, muchas de las cuales resultarían incomodas a numerosos sectores, incluyendo a los separatistas y la izquierda radical
Viriato