La Ribera de Navarra acaba de disfrutar de la XXIX Marcha “en favor del desmantelamiento del Polígono de Tiro de Bardenas”, con el lema, ni breve ni sencillo, "Desmantelamiento polígono de tiro de las Bardenas. No a las Guerras. Sí a la Paz. Sí a los Refugiados". Si uno ve la lista de organizadores, de convocantes y de apoyos pensaría que varios cientos de miles, o millones como en la Larga Marcha de Mao, avanzaron intrépidos bajo el fuego enemigo hacia el Polígono. Sólo que la cosa fue… muy distinta.
Fuego enemigo no hubo. No porque los manifestantes no se mereciesen unos azotes, ya que insultaron sin perdón a España, a Navarra y a sus Ejércitos y símbolos. Pero los manifestantes no encontraron oposición, ni casi atención excepto la de sus propios medios de comunicación, sí, esos que la gente normal no lee, ni compra, ni escucha, pero que todos los españoles pagamos con nuestros impuestos y la publicidad oficial. No hacía falta muchos héroes para enfrentarse a unas cuantas parejas aburridas de la Guardia Civil, hartas de escuchar tonterías berreadas por los manifestantes, ni a los soldados de guardia en el Polígono.
Y es que masa, lo que se dice masa, no la hubo. En 2016, un año más, ha habido más siglas de convocantes que personas de la zona manifestándose por sus ideas. Cómo sería la escasez de manifestantes para que el afamado Diario de Menticias haya hablado de “cientos de personas, entre 400 y 500 según la organización”, lo que al cambio equivale, siendo muy generosos, a unos doscientos, y eso contando a todos, desde los de Podemos de Pamplona, los de Bildu de todas partes, a la incansable abuelita de Batzarre Milagros Rubio. Más aún, para juntarlos han tenido que olvidar sus querellas de siglas (el muy dividido cuatripartito intercambia insultos para el 26J pero va junto a estas cosas), sus disputas ideológicas (de la mano otra vez los clericales de Geroa Bai, los batasunos de Bildu y los leninistas totalitarios de unidos Podemos), y sus otras veces muy serias rivalidades regionales (los dos centenares incluían lo más selecto de la extrema izquierda aragonesa, del sovietismo riojano y de la conjunción etarra comunista vasca y navarra). Pero masa, ninguna, no llegaba ni a masita, y eso ni rascando algún monaguillo despistado por esa triquiñuela que para todo vale del “apoyo a los refugiados”.
Cuántos eran no lo sabemos, pero sí que eran pocos, muy pocos, menos que nunca, mayores que nunca y más desilusionados que nunca. Qué pobres. Como ya son mayores y responsables, además de verse en el poder y de darse cuenta de lo poco que le importa a nadie lo de ellos, dicen que piden al Gobierno que salga del 26J que "incorpore un plan concreto de desmantelamiento del Polígono de Tiro entre sus propuestas de actuación inmediata". Oh, qué miedo.
En un mundo inseguro, lleno de amenazas violentas para todos los españoles, esta instalación militar es sencillamente indispensable. Un país que quiera ser algo parecido a libre necesita tener una fuerza aérea. Y tenerla implica que se pueda entrenar. Además, España mientras tenga aliados en Europa contribuye con las facilidades de este Polígono a la seguridad de todos. Puede no gustar, pero lo que es –y siempre ha sido- indigno es falsificar la verdad como si Bardenas no fuese una instalación operativa y necesaria. Durante siglos, las Bardenas contribuyeron con sus pastos a la riqueza de Aragón y de Navarra. Hoy su valor en esto es mucho menor, pero las Bardenas siguen sirviendo de este otro modo, inexcusable salvo que aceptemos ser súbditos de cualquier violento fuera, a la libertad de Navarra y de España. No "supone un gasto ingente e innecesario", sino que es un gasto pequeño, del que se benefician aún más todos los pueblos y comunidades congozantes, y además es imprescindible.
Seguramente con la edad los veteranos de la Asamblea Antipolígono de tiro y la Plataforma No a las Guerras han perdido también algo de visión. Dicen y repiten que el Polígono de Bardenas "es incompatible con un Parque Natural y Reserva de la Biosfera". Craso error. De hecho, tras la crisis del ganado, Bardenas no sería viable en su equilibrio biológico de siglos y requeriría una aportación de dinero público mucho mayor para conservarse mucho peor, de no ser por los militares. Eso por lo que hace a las aves y a los paisajes: sin ovejas ayer –cambiado el paisaje que hubo antes- y sin aviones y soldados hoy no habría nada parecido ni a bienestar ni a Parque Natural en la zona. Porque si hablásemos de refugiados, ¿quién cree que sin ejércitos o con Ejércitos sin entrenar habría menos refugiados, menos dolor y menos peligros? No, amigos no: habría más y nada más que vuestra palabrería nos separaría de ellos.
Caius
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