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jueves, 14 de julio de 2016

Crónicas sanfermineras (I): Agresiones sexuales e ideología de género


Estos días, como ocurre casi todos o todos los años por cierto,  las fiestas de sanfermin nos van dejando su claroscuros. La parte más siniestra de la fiesta nos deja, entre otras, las agresiones sexuales, que mayoritariamente hasta la fecha son realizadas por hombres a mujeres jóvenes.  Pues bien, el Código Penal en su Título VIII regula los "delitos contra la libertad e indemnidad sexuales". El artículo 178 establece que "El que atentare contra la libertad sexual de otra persona, utilizando violencia o intimidación, será castigado como responsable de agresión sexual con la pena de prisión de uno a cinco años". En los artículos que le preceden, el Código habla siempre de "agresión y abuso sexual", sin embargo, políticos y periodistas últimamente se han conjurado para hablaros de "agresiones sexistas". 

Para muchos lectores el matiz entre agresión "sexual" o "sexista" puede resultar irrelevante, pero en realidad tiene una importancia mayor de la que pueda parecer a simple vista. En castellano, y más aún desde un punto de vista técnico-jurídico, los mencionados reprobables y delictivos actos son agresiones "sexuales", sin embargo, ciertas ideologías bajo la fachada de la "ideología de género" lo están reconvirtiendo todo a agresiones sexistas, terrorismo sexista, machismo sexista, llegando a absurdas manipulaciones del lenguaje, yendo en contra de nuestro milenario idioma, e incluso, de los términos técnico-jurídicos.

Los seguidores de la ideología de género no han tardado en echarse a la calle. ¿ Se manifestarían también por la agresión que sufrieron dos seguidoras de la Selección Española en Cataluña? ¿O en recuerdo de Miguel Ángel Blanco? ¿o por los cristianos perseguidos y asesinados en Oriente Medio?

Resulta imposible que exista terrorismo machista porque no existe ningún grupo de hombres organizado y jerarquizado que se ha propuesto sembrar el terror entre el sexo opuesto, lo mismo que no existen agresiones sexista sino sexuales, ya que la agresión sexual puede ser de hombre a mujer, de hombre a hombre, de mujer a mujer, y de mujer a hombre (aunque en este último caso resulta en la realidad poco probable). Mientras la Real Academia de la Lengua y el Derecho Penal no realicen la modificación pertinente, las agresiones seguirán siendo sexuales y no sexistas, por mucho que les pese a los palmeros oficiales de la ideología de género.


Una nueva moda invade las entradas a los municipios de la cuenca (para esto SI hay dinero), ¿colocaran también carteles contra los robos? ¿contra los asesinatos? ¿contra el hambre y la guerra en el mundo? ¿contra la intolerancia y el fanatismo nacionalista?

Por otro lado, saliéndonos un poco del tema, surge el debate del tipo de fiesta que queremos para Pamplona. Está claro que hay muchas fiestas, y lo mismo hay actividades infantiles, conciertos, misas o gigantes y cabezudos o espectáculos taurinos. Pero también que la fiesta  son alcohol, drogas, desenfreno sexual o robos, y no se puede desconocer dicha faceta por otra parte evidente para quien presencia la fiesta lo mismo por  televisión que "in situ", y muchas personas acuden a los sanfermines atraídos por esta parte oscura de la fiesta, no por ver bailar a los gigantes y cabezudos o a escuchar a los chistus por las calles. Si una multitud de personas vienen atraídas por el desenfreno en una "ciudad sin ley", si durante años se ha estado vendiendo también esta imagen de la fiesta, no es de extrañar que ocurran hechos totalmente reprobables y delictivos, que van desde las agresiones sexuales hasta las peleas y los robos, por lo que, sintiéndolo mucho por los pingues beneficios que obtiene la hostelería, con el tiempo los hechos nos obligarán a plantearnos el tipo de fiesta que queremos para nuestra ciudad.

La corrosiva ideología de género, por si quedaba alguna duda, no solucionará los problemas de agresiones sexuales, como no solucionará ningún otro problema, simplemente lo empeorará e impedirá que se busque la solución a todos estos problemas que nos azotan. Lo mismo ocurre con la neo ideología animalista y su vertiente anti taurina, con sus posiciones tan extremistas, intolerantes y estúpidas están haciendo que, en vez de convencer a la ciudadanía española de la necesidad de cambiar algunas cosas, generan tal animadversión que conseguirán unirnos a todos frente a ellos, sin conseguir los problemas que laten de fondo.


Si bien las "agresiones sexuales", como delíto que son, deben ser perseguidas y combatidas (lo mismo que los robos, las peleas y cualquier otro hecho delictivo), también es cierto que algunas féminas tienen una forma un tanto "curiosa" de disfrutar de las fiestas.

Por último, si bien la ideología de género daría más para un libro que para un artículo, cualquier persona medianamente informada y atenta puede observar la ofensiva que desde determinados sectores ideológicos están realizando en torno a una ideología totalitaria que incluye básicamente y de manera resumida lo siguiente: aborto, eutanasia, homosexualismo y feminismo radical. A esta ideología hay que sumar, ya que van de la mano, la ideología animalista y el veganismo (no consumo de carne ni pescado), ideologías que no solo no pretenden conseguir mayores cuotas de libertad y bienestar para el ser humano, sino que, auguran un futuro bastante incierto para los habitantes como mínimo de la órbita occidental.

Junto a los sanfermines, la otra gran fiesta "global" que últimamente venden dentro y fuera de nuestras fronteras políticos y periodistas es el Orgullo Gay, con Madrid como plato principal, aunque con fiestas similares a lo largo y ancho de la geografía peninsular. Con el apoyo de políticos, instituciones y medios de comunicación, el Orgullo de Madrid ya es, de facto, todo un sanfermin gay, con la presencia de millón y medio de personas en la capital con una fiesta que nos recuerda bastante a las aglomeraciones sanfermineras. Si en los sanfermines la ideología de género surge de manera colateral, el Orgullo es sin lugar a dudas la gran fiesta de dicha ideología.

Viriato

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