Estamos en los días de la Semana de Estudios Medievales de Estella. La más que madura hija de Lacarra, rescatada por Martín Duque, es una prueba más de lo que siempre decimos aquí: que en Navarra, donde la batalla es por la identidad –siempre romana y española, nunca abertzale-, la historia está en el centro de la política. Los nacionalistas siempre lo demuestran: llaman investigación a su propaganda, gastan el dinero público en contar sus patrañas separatistas, y encima el centroderecha suele ser en esto timorato, ignorantón y hasta cornudo consentido. Así les ha ido.
Se mencionaba no hace mucho en esta misma sección el ‘Atlas Histórico de Navarra, un recorrido ilustrado’ dirigido por Eneko Del Castillo. No es un texto científico objetivo, sino un libro que pone en términos abertzales –políticos, no académicos- la visión que ellos quieren imponer de la historia de estas tierras y sus gentes en los últimos tres milenios. Versión Pamiela, con todo el apoyo y cariño de Diario de Mentizias. Es decir, con el amor y comprensión del Cuatripartito de Uxue y de Mendoza. Y no sólo. A ratos parece menos real que un atlas de Narnia, o de la Tierra Media, o de la galaxia de Star Wars.
Calidad variable, ya se ve, pero académicamente mucho más justificada que el pobre intento politizado de Del Castillo y los suyos, atractivo sólo por los colores y la imaginación derrochados. Quizá lo más parecido al proyecto de Del Castillo ha sido el ‘Mapas para una nación. Euskal Herria en la cartografía y en los testimonios históricos’, obra entre lo pretencioso y lo cómico que José María Esparza Zabalegui nos ofreció en 2011 bajo el sello de… Txalaparta. Cómo no. Casi al nivel de divertido, por lo sectario y pseudo-racista, si no fuese por la sangre vertida, del mapa desplegable de 1992 ‘Herrien Europa – Europa de los pueblos’. Sólo de ALGUNOS pueblos, claro, aunque hubiese de inventarlos o que priorizar en unos casos la historia o su reinvención, en otros la lengua o quizá el ADN.
Del Castillo expone su visión y reúne su equipo en torno a esta editorial y a su blog nabarlur. La verdad, pese a los años pasados de 1995 y pese a ser obra en parte de militantes abertzales radicales como Jimeno Jurío o Emilio Majuelo, el ‘Nosotros los Vascos. Gran Atlas Histórico de Euskal Herria’ de Joseba Agirreakuenaga estaba menos descaradamente manipulado, tenía más concesiones a la realidad de los hechos del pasado.
El Atlas recién nacido toma como presupuesto de todo la existencia de un pueblo vasco, que se identifica según criterio nacionalista según conviene con lengua, con toponimia, con fuentes recortadas y leídas Dios sabe cómo… y expresada políticamente en una soberanía, parece que creada por los dioses, pero no por Tutatis claro, a la que da en llamar ‘Navarra’. Es decir, este Atlas es un engarce entre el nacionalismo vasco más radical en lo territorial, más imaginativo en lo cultural y lo histórico y el nuevo intento engañabobos que ha ido a las urnas como Libertate Nafarra.
Es sencillo: nos inventamos un pasado de Navarra a medida, elegimos lo que nos conviene de lo que se sabe y el resto lo contamos a nuestro gusto, luego lo convertimos en un atlas así mono y moderno, y terminaremos convenciendo a más de uno de que esto a lo que llamamos ‘navarrismo’ no es nacionalismo vasco, sino algo mucho mejor. No por casualidad se cita a Tomás Urzainqui Mina, candidato fallido de LN, en el atlas de Del Castillo.
Pero eso es casi un juego inocente, si no fuese por lo ridículo de citar como otros historiadores de referencia aÁlvaro Adot y Aitor Pescador (senador fallido de Podemos) al nivel de José María Lacarra, o a Roldán Jimenojunto al padre José María Jimeno Jurío y a su maestro Gregorio Monreal. Divertido. No es divertido en cambio, si se analiza la cartografía, la reiterada coincidencia entre la ‘Navarra’ imaginada para el pasado por Del Castillo y los suyos y la Vasconia puesta por escrito y en mapas en 1963 por el cofundador de ETA Federico Krutwig Sagredo [Fernando Sarrailh de Ihartza].
Si queremos una buena divulgación histórica –hechos, no propaganda abertzale ni de ayer ni de hoy-, tenemos en cambio una “Historia Medieval del Reyno de Navarra”, de la Fundación Lebrel Blanco en 2005. Y si queremos mapas nuevos, accesibles y de superior calidad científica innegable y para nada al nivel de este Atlas, la serie ‘Navarra. Los límites del Reyno’, de Luis Javier Fortún y Alfredo Floristán de 2009. Por cierto, ahí hay un desafío para Mendoza y la presidenta Barkos: en vez de divulgar la cosa esta politizada y con ribetes paleo-etarras de Pamiela, ¿no podrían reeditar en forma de libro aquel estupendo trabajo de cartografía histórica? Más historia y menos Krutwig, más Fortún-Floristan y menos Del Castillo, más hechos y menos Atlas de Narnia.
Caius
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