José Luis Mendoza, el maestro de Uxue, está haciendo escuela. En medio del verano (es decir, cuando se esperan pocas protestas y cuando las decisiones para el curso 2016-17 ya se habían tomado) el Departamento de Educación ha cambiado las normas por sorpresa: los libros de texto de Primaria, ESO y Secundaría en Navarra podrán utilizar el “concepto cultural y lingüístico” de Euskal Herria.
La propaganda del kanvio y del nacionalismo dice, como Diario de Mentizias, que eso es “devolver la autonomía de los centros y editoriales”. Hay que tener en cuenta que en Navarra el Gobierno facilita gratuitamente los libros de texto. El ‘kanvio’ del verano del director general Estebe Petrizán es, por tanto, que con los impuestos de todos se pagará la propaganda abertzale. Basada en una historia y una geografía falsificadas, a las que se hace decir lo que conviene a su propaganda.
Lo más gracioso es lo que sigue: a las órdenes de Mendoza, la inspección educativa foral (que ahora Mendoza como la UPN antes nombra mayoritariamente a dedo) va a ocuparse de las cosas verdaderamente importantes, como la ideología de género, la no discriminación étnica, aprobar al que no sabe, titular al que no quiere y demás, y en cambio va a dejar que se haga propaganda nacionalista vasca, contra la evidencia científica objetiva. Miento, no va a dejar: va a fomentarla, y quien no quiera creerlo pronto lo verá.
Pero que nadie piense que UPN ha sido dura y sólida en las décadas en las que ha gobernado. Sólo tan tarde como en 2010, y sólo para algunas cositas marginales, se empezó a corregir lo que había sucedido, y sigue sucediendo, desde la Transición o antes: centros y docentes abertzales y/o marxistas han utilizado y utilizan las aulas y los libros para educar generaciones en su interpretación falseada del pasado y del presente. Los consejeros Alberto Catalán y José Iribas, tras muchas dudas y temblorcillos, pusieron límites al muy politizado concepto de ‘euskal herria’, y a los mapas que lo reflejasen. Pero ni la escuela navarra ha dejado de ser centro de difusión de de idas antinavarras y antiespañolas, ni en realidad nada había cambiado a fondo. Lo de Mendoza es más que nada un gesto.
Del mismo modo que Mendoza no puede presumir de “tolerancia” por hacer su propaganda, sus antecesores Campoy, Pérez Nievas, Catalán o Iribas no pueden presumir de haber cumplido con su deber, o con lo que sus votantes esperaban de ellos. Ellos nombraron a los funcionarios vasquizados o sumisos que ahora transmiten eso. Ellos nombraron los directores que fomentan eso. Ellos han dejado que dos generaciones enteras se empapen de eso. Mendoza, simplemente, sigue haciendo lo que se hacía. Nadie puede reprocharle a él que multiplique lo que ya se encontró.
Y dicho todo esto, ¿hay que enfadarse con Mendoza, con su jefa Barkos o con su obediente Petrizán? Pues no. Son abertzales, quieren la anexión de Navarra a su proyecto y luego la ruptura de España en la independencia. Son coherentes, como lo fueron los abertzales de todo tipo y pelaje desde el principio. Aunque no tienen mayoría popular, tienen el poder y lo usan para construir su proyecto. La culpa en todo esto la tienen quienes han tenido el voto español pero han sido tímidos cuando no cobardes en la defensa de la Navarra foral y española, empezando en la tiza. Eso sí que ha sido “un insulto a la inteligencia de los navarros”, como ha dicho el novato pepero Javier García. Pero no por esto que los otros hacen ahora, sino por lo que ellos no hicieron antes.
Caius
Que sean coherentes y mayoría en el parlamento los aberzales no impide que la justicia intervenga. No hay derecho a que se mienta de forma oficial y nada menos que a las futuras generaciones ¿Cómo dice que se llama ese país, Escurría? Algo así. Lo que no existe no se debe nombrar
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