Este septiembre Navarra da un gran paso. Un paso atrás, pero lo está dando. Uxue Barkos, la que perdió las elecciones y gobierna sólo gracias a los votos batasunos, ha decidido que nuestra prioridad está en el pasado. Y en el pasado entendido tal y como conviene a la extrema izquierda y a los amigos de los etarras. En consecuencia, septiembre de 2016 termina con dos grandes actos de gobierno: el asalto a la cripta de los Caídos y la retirada del escudo de la Diputación.
Esto es pensar en los problemas reales, en el futuro y en la convivencia, seguro que sí. Por no hablar de la verdad histórica, que no es precisamente la memoria abertzale y marxista.
Empiezan pues los trabajos para la retirada de la Cruz Laureada de San Fernando del escudo del frontón de la fachada de la Diputación. Gran evento anunciado por la consejera de Relaciones Ciudadanas e Institucionales, Ana Ollo. Y aún no saben si -tratándose de un monumento protegido- lo van a quitar, a picar o sólo a tapar. Lo que venimos llamando una chapuza.
Pero en una comunidad que económicamente va peor, que presta peores servicios que antes y que ve el descontento crecer la prioridad es el programa de retirada de simbología franquista y al de exhumaciones. Para eso tenemos todo director general de Paz, Convivencia y Derechos Humanos, Álvaro Baráibar Echeverría, con todo su amplio equipo. ¿Dividir a los navarros de hoy con una visión sectaria de la historia de ayer es la “democratización del espacio público”? Ja. Como mucho es una inversión del débil Gobierno en sus propios intereses y dudoso futuro.
Es muy difícil decir más de tres mentiras en línea y media, pero el director general Baráibar lo ha conseguido dos veces en la misma semana. Se lució hablando del escudo del frontón de la Diputación: "Por un lado, la democratización del espacio público de Navarra desde una posición ética y democrática, y por otro, cumplir la Ley Foral de Símbolos y la Ley Foral de Memoria Histórica". Brillante, o brillantemente falaz: 1) No hay democratización alguna en suprimir una medalla que en la España democrática existe y sigue siendo la máxima condecoración militar; 2) no hay ética alguna en quitar un símbolo del pasado, y si la hubiese habría que empezar desde las ruinas romanas hasta las sedes abertzales; y 3) no hay simbología franquista en una condecoración que, aunque no se use, se usó antes y no fue ni creada por Franco ni recuerda a su régimen. ¿A que fastidia leerlo?
Entre escudos y cadáveres, Barkos y su fiel Baraibar (¿está en excedencia de su trabajo en la Universidad del Opus Dei? ¿Dejará de ir el prelado a las beatificaciones de mártires de 1936-39? ¿Les devolverán con eso el convenio?) celebraron el Día Internacional de la Paz el día 22 honrando y condecorando en Tudela al forense abertzale Francisco Etxeberria, desde ahora Pako, gran defensor de la memoria histórica -sólo de la nacionalista y/o marxista, claro es. Barkos dejó allí muy claro de qué esto de la memoria: “En primer lugar quiero nombrar a José María Jimeno Jurío a quien también le llegó tarde su debido reconocimiento institucional, reconocimiento que sí tenía desde el punto de vista social y que, de haber estado entre nosotros, debería ocupar mi sitio recibiendo esta distinción en favor de la paz y la convivencia. Hubiera sido lo justo”. Así que “lo justo” es elevar a modelo y depositario de la memoria colectiva a un ex sacerdote sin titulación como investigador histórico, bibliotecario de un pueblo y aficionado a revolver papeles e ideas sólo desde su punto de vista nacionalista vasco. Bien. Que así sea: gracias a Barkos tenemos claro que ni ella, ni el laudado Etxeberria, ni el director Baraibar, como el difunto Jimeno, apuntaron a la verdad, sino sólo a la imposición de su opinión radical y antiespañola.
Por hablan de “el deber de recuperar la Memoria Histórica” que, según el médico, “no es un tema del pasado, está vigente, nos afecta”. Claro que les afecta: habla de unos muertos y no de otros, borrar unos testimonios y elevar otros a verdades absolutas es parte de su acción política. Pero que nadie pretenda hallar ahí verdades históricas.
Mientras tanto, sonaba ‘Paquito el Chocolatero’, ahora renombrado ‘Pakito el Sepulturero’. Y a la vez navarros de todas las edades celebraban el mismo día 22 el cumpleaños de Bilbo y Frodo Bolsón. Que aunque no merezca el mismo reconocimiento por parte del gobierno nacionalista de Barkos es mucho más real que las invenciones históricas de los que condecoran a unos y a la vez borran las memorias de los otros (que no su historia). La próxima medalla, ni a Jimeno ni a Etxeberria: yo la pido para Gandalf o en su defecto para el capitán Haddock, ya que Álvaro Baráibar lleva ahora barba como ellos.
Caius