Dicen que no hay hombre del que te puedas fiar más que de
aquel cuya lealtad puede ser comprada con dinero y ese podría ser el caso de
Francisco Paesa; uno de esos jugadores que igual pueden traficar con armas,
como colaborar con el servicio secreto en operaciones encubiertas contra ETA.
El hombre de las mil caras cuenta con una
de esas tramas que te enganchan desde el principio hasta el final. A pesar de
que deja bien claro al inicio que se trata de una película basada en hechos
reales, la realidad es que nos ofrece un relato bastante certero de la huida de
Luís Roldán: el infame ex Director
General de la Guardia Civil que usó su cargo político para meterle mano a los
fondos reservados y amasar así una fortuna de 1.500 millones de pesetas de la
época; así como de la vida de su protagonista, el exespía venido a menos Francisco Paesa, que ayudando al
prófugo, encontró la manera de devolverle el tanto al Estado. Y vaya que si lo
hizo.
Este thriller de Alberto Rodríguez (‘La isla mínima‘) es, a
su vez, un recorrido por un pedazo de la historia reciente de la España regida a
mediados de los años 90 por el PSOE, una España con unos índices de corrupción
política endémicos en la que todos parecen participar y lo raro es la honradez,
¿nos suena de algo?
La vida de Paesa bien merece una película (o más) y más aún
si viene de la mano de Alberto Rodríguez, un director de los que te demuestran que en España también se puede hacer buen cine, de ese que no le tiene que
envidiar a las grandes producciones estadounidenses, del que no necesita
subvenciones porque el público está dispuesto incluso a pagar por verlo.
Hispano
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