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martes, 4 de octubre de 2016

El Gobierno de Navarra y los etarras de Ernai luchan contra el pasado, al igual que el DAESH


A todos nos impactaron aquellas imágenes de los yihadistas del Estado Islámico destrozando las estatuas y artefactos asirios del Museo de Mosul, una acción producto de la más pura de las barbaries. A esto le siguieron otros crímenes como la destrucción de las ruinas de las ciudades antiguas de Nínive, Nimrud, Hatra, Palmira... y por desgracia otras muchas más. Unas pérdidas de valor incalculable.

Estos cavernícolas de la era digital adujeron que es su deber como musulmanes destrozar los restos arqueológicos de otras civilizaciones precedentes ya que en estas se rendía culto a otras deidades, de la misma manera que Mahoma destrozó los ídolos de La Meca cuando se hizo con la ciudad. El Estado Islámico dice seguir la tradición islámica cuando impone la tawid (monoteísmo) eliminando el shirk (politeísmo), aunque sea de civilizaciones desaparecidas hace miles de años.


Ahora bien, si elabora cuidados vídeos propagandísticos con estos actos descerebrados es para escandalizar a la opinión pública de Occidente y obtener una reacción mediática acorde. No hay que olvidar que el Estado Islámico es también una secta del islam que cumple las enseñanzas coránicas a rajatabla y que espera provocar una guerra en Oriente Medio en la que las naciones cristianas sean derrotadas. No es algo que me lo invente: la revista oficial del Estado Islámico se llama Dabiq, el nombre de una localidad en el norte de Siria en la que según las creencias islámicas se producirá la batalla del final de los tiempos.

A todo esto habría que añadir también otra finalidad más práctica: destrozar el pasado les permite a los islamistas empezar de nuevo, crear una sociedad nueva sin el rastro de una cultura previa al Islam. En definitiva una nueva identidad a su imagen y semejanza.

El Gobierno de Navarra hará lo que Franco no llegó a hacer. A la izquierda, escudo de Navarra Laureado en el Palacio de Navarra. A la derecha, escudo de Pamplona republicano en la Plaza de Toros de Pamplona.

En Navarra todavía no tenemos integristas islámicos de tal calado, aunque alguno ya hace sus pinitos. En nuestra comunidad, aunque guardando las distancias, tenemos nuestra propia versión de los talibanes. Esta vez en forma de etarras, euskoguays y comunistas trasnochados. Es un hecho consumado la destrucción del escudo de Navarra que en la fachada del Palacio de Navarra hasta hace una semana lucía una Cruz Laureada de la Orden de San Fernando. 

Bajo el pretexto de las leyes de "memoria histórica" (cómo les gustan las leyes españolas, cuando les vienen bien) destrozarán de forma irreversible un legado de nuestro pasado, esto no responde a ninguna medida dispuesta para favorecer la democracia como ellos dicen, es una medida para crear una sociedad falseada en su Historia; a imagen y semejanza del euskogobierno y sus títeres.


Como un circo no puede ser tal sin sus payasos, el pasado jueves los  niñatos de Ernai -las juventudes de Sortu, partido que ejerce de poli malo de la izquierda abertzale- treparon el andamio situado en la fachada del Palacio de Navarra para colocar a cara descubierta una pancarta en la que a grandes rasgos aparecían las cabezas decapitadas de los militares Emilio Mola y José Sanjurjo; junto con el actual Ministro de Interior Jorge Fernández Díaz

Lo que llama la atención de esta patochada no es que los malotes de Ernai "decapiten" a dos personas que llevan 80 años muertas -algo muy valiente, en línea de la etarrada-, sino que los abertzales se paseen como pedro por su casa por la fachada de un edificio vigilado por la Policía Foral las 24 horas del día y coloquen una pancarta de grandes dimensiones y contenido probablemente ilegal (la libertad de expresión tiene límites, sugerir decapitar a una persona, espero que uno de ellos).

Si nos tenemos que atener a los antecedentes: otros activistas de signo opuesto colocaron una pancarta en la cornisa del Monumento a los Caídos de Pamplona que bajo el lema "STOP cristianofobia" reclamaba el respeto debido a las creencias cristianas, ya que abajo estaba teniendo lugar la clausura de "enterrados", la infame exposición de Abel Azcona que hizo de una blasfemia su principal atractivo. La Policía Municipal no tardó ni diez minutos en aparecer y al cuarto de hora la pancarta había sido retirada siendo identificado y multado uno de los activistas por colgar una pancarta de un edificio público.


Una de dos, o los efectivos la de Policía Foral destacados en el Palacio de Navarra no hacen bien su trabajo, o la ekintza de los porro-etarras de Ernai tuvo lugar ante su pasividad; cosa esta que no nos sorprendería demasiado, ya que tienen por jefa a la batasuna de María José Beaumont, y ella no va a sancionar a sus chicos traviesos. Esto último tampoco sería nada nuevo, los mismos catetos de Ernai reivindicaron con un vídeo el derribo del Toro de Osborne de Tudela (patrimonio cultural y artístico), acto vandálico que hasta el día de hoy no ha tenido consecuencia alguna para este grupo de descerebrados, mientras dedican recursos policiales a proteger la propaganda separatista del euskogobierno.


La mayor parte de la Navarra de 1936 se alzó contra un régimen despótico que buscaba la eliminación física de la oposición política y los cristianos para implantar una dictadura del proletariado. Alzarse ante un genocidio no sólo es un derecho, sino una obligación; y los voluntarios navarros ganaron a sangre y fuego su condecoración. Porque no nos pueden robar el futuro sin antes robarnos el presente, nuestra memoria histórica no se destroza con un taladro. 

Hispano

1 comentario:

  1. Ésta claro que borrando el pasado,se puede repetir,por la ignorancia de sociedades futuras,delegar la educación a las CCAA creo que ha sido un craso error,a las pruebas me remito.

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