"El PSOE se ha podemizado en gran medida", frase lapidaria que nos obsequiaba a principios de semana el actual Presidente de Asturias por el PSOE así como presidente de la gestora del partido, Javier Fernández. Para ser perfecta, le habría faltado añadir la paranoia separatista que sufren algunos PSOEs autonómicos, sobretodo el PSC (partido coaligado con el PSOE) y nuestra bienamada lideresa del PSOE de Baleares y actual presidenta de la autonomía Francina Armengol.
Efectivamente el PSOE tiene un problema que afecta ya a su supervivencia como partido y como proyecto; se ha radicalizado demasiado. Lo curioso del tema es que no es la primera vez que le ocurre; recordemos un PSOE que pasó de colaborar con la dictadura de Primo de Rivera a ser más marxista que el PCE entre 1934 y 1939. Y el esfuerzo titánico que tuvieron que hacer Felipe González y Alfonso Guerra para que el PSOE abandonara el marxismo y se homologara de mala manera a la social-democracia europea. Y sin embargo, hoy podemos comprobar cómo las bases, militantes y votantes probablemente nunca terminaron de abandonar el marxismo, y ahí estriba el problema.
Mientras muchos dirigentes del partido hasta la nefasta etapa de ZP se moderaban bastante, las bases continuaron manteniendo una ideologización bastante fuerte, que el bueno de Zapatero supo explotar al hacerse con la Secretaría General del PSOE a mediados del año 2000 tras derrotar por poco a José Bono en unas reñidas y disputadas primarias. Pues bien, tras los nunca del todo esclarecidos atentados del 11 de marzo de 2004 y la inesperada victoria electoral de José Luis Rodríguez Zapatero, el PSOE en España y el PSC en Cataluña jugaron con un fuego que hoy devora al partido.
Como muchos dirigentes de la formación morada han reconocido, Podemos es hijo ideológico de un refrito de post-marxismo y zapaterismo, aupado por los medios de comunicación del zapaterismo (La Sexta y Cuatro), con el beneplácito de un cortoplacismo pepero (made in Arriola) que unido al neoZP Pedro Sánchez han llevado al PSOE a un callejón sin salida. Si el partido opta por la moderación, Podemos se lo come por la izquierda, y si opta por el radicalismo, Podemos al final se lo comerá igual unido al precio político que tendría que pagar por el apoyo de los 16 escaños que hoy coaptan los separatistas catalanes.
Lo único bueno que puede y debe ocurrir para España es un PSOE moderado y centrado, pero sobretodo, un PSOE con una idea nacional mínima (nos conformaríamos con que fuera similar a la del PSF en Francia -a pesar de Hollande-). Y ya de paso, si el PSOE rompe de una vez por todas con el PSC y crea el PSOE-Cataluña, ya sería el colmo. No solo no sería ningún desastre, sino que el PSOE-Cataluña se llevaría el 90 % del actual electorado del PSC (el cual a día de hoy conserva solo alrededor del 30 % del apoyo electoral que tenía hace quince años) y el PSC acabaría siguiendo la estela de Unió, ya que el antiguo votante filo-separatista del PSC hace años que ya mudó su voto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario