martes, 8 de noviembre de 2016

Una fábrica maldita en la que todos quieren entrar


Volkswagen es, y desde hace muchos años, la primera empresa industrial de Navarra. La fábrica en la que para varias generaciones de navarros entrar a trabajar ha sido un deseo, un premio casi. No es un Paraíso en la Tierra, claro que no, pero Landaben ha hecho posibles los sueños de muchos navarros; y con sus más y sus menos ha sido además una fábrica de coches eficaz y competitiva.

La mayor empresa de servicios de Navarra, algo más antigua, ha sido también muy importante para el crecimiento económico de la Comunidad. Y es la Universidad de Navarra. Ha llegado el momento de preguntarse, como alguien ha hecho en change.org, si la Unav merece ser perseguida por el Gobierno del Cuatripartito, sobre todo por haber tenido los fundadores que tuvo y por haber sido creada durante el franquismo, si no cabría aplicar los mismos criterios a la fábrica de coches. O incluso un criterio más severo, porque argumentos no faltan.

El plan industrial de 1964 de la Diputación Foral de Navarra fue el resultado de los esfuerzos y deseos de los que los abertzales y la extrema izquierda llaman “dos de los mayores oligarcas del franquismo”. Al menos así los llamaron cuando en 2014 UPN y PP les dieron a título póstumo la Medalla de Oro de Navarra. Un capitalista franquista, Félix Huarte, y un ex militar franquista y nazi, Miguel Javier Urmeneta, quisieron convertir Navarra en una provincia industrial. Muchos políticos franquistas tradicionales se enfrentaron a ellos o sencillamente, como Amadeo Marco, dudaron de las consecuencias de todo aquello. Pero Huarte y Urmeneta, con diferentes estilos, pasaron décadas en el Ayuntamiento de Pamplona, en la Diputación Foral de Navarra y en la Caja de Ahorros de Navarra y usaron sus cargos para hacer posible la fábrica de Landaben. ¿Qué habría que hacer ahora?

Yo lo veo claro, desde el punto de vista de Bildu y de Podemos. La planta de Volkswagen Navarra se debe a unos políticos de la Diputación franquista, y tras fundarse como Authi y ser brevemente Seat el resultado es Volkswagen. El Cuatripartito de Uxue Barkos está borrando de Navarra todos los restos del franquismo, e incluso la Universidad de Navarra, que nunca fue pública, es presionada por esta cuestión de la “memoria”. Lo lógico es dar un paso más: si Volkswagen está aquí por culpa de unos franquistas, hay que borrar la memoria de esos franquistas de todos los lugares de Navarra y además hay que cancelar esa fábrica que no es más que un vestigio de una dictadura.

Además, todo son reminiscencias franquistas y fascistas de la peor clase, ¿no? Una marca que tiene su origen en el mismo Hitler, y traída aquí por Urmeneta, que fue miembro de la División Azul, que como tal luchó en el ejército nazi, y que llegó a ganar incluso la Cruz de Hierro en el Frente del Este. Impresentable: esa fábrica está podrida desde su raíz, y debe ser suprimida de la memoria de Navarra.

La evolución de los logos de Volkswagen

Si lo que verdaderamente importa es la “memoria” del Cuatripartito, si hay razones en su peculiar versión del franquismo para cambiar nombres de calles, para atacar Los Caídos y para presionar a la Unav, sobran razones para atacar a Volkswagen. Es una fábrica franquista, un testimonio del franquismo, una vergüenza que la Navarra de Barkos no debe tolerar más: que la cierren cuanto antes, y así seremos más libres, más democráticos, más vascos y… más pobres, claro.

Y eso no importa mucho al euskogobierno ni al euskoayuntamiento: para ellos lo que importa es gastar decenas de miles de euros en rotular carteles en euskera en zonas en las que nunca se ha hablado, y borrar el recuerdo del pasado como fue. Si para eso hay que mentir, hay que gastar, o hay que hacer que los navarros de hoy vivan peor que los de ayer, eso no les importa. Por la misma razón que atacan la memoria, los Caídos, la Universidad privada o el escudo de la Diputación, les sobran razones para plantearse cerrar y derribar la fábrica de Volswagen. Una fábrica en la que muchos navarros trabajan o querrían trabajar, eso sí.

Caius

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