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jueves, 5 de enero de 2017

La falacia del referendum separatista o el falso derecho a decidir


En los últimos años los separatismos vasco, y especialmente catalán, nos han bombardeado con ayuda y comparsa de la izquierda radical (IU, Podemos y sectores del PSOE) con la falacia del derecho a decidir que se concretaría con el referéndum de autodeterminación. Aparte del debate de si cabe legal, moral o de cualquier otra consideración dichos referéndums para los distintos territorios que integran España, nos pretenden colar cuestiones elementales como pasaremos a ver a continuación.

Suponiendo que se aceptara la premisa de que lo más democrático, moderno y progresista sería convocar referéndums en aquellos territorios de España donde una mayoría social presuntamente amplia aspira a separarse de España y constituir un "Estado propio", previas modificaciones legales oportunas, lo primero sería convocar el referéndum, y tras su resultado, crear un Estado propio o mantenerse en España, tal y como están en la actualidad o de otra manera (es decir, con más o menos autonomía), y en el caso de que el referéndum fuera favorable a las tesis secesionistas, entonces dar los pasos políticos, económicos y jurídicos para concretar dicha "voluntad popular".

Sin embargo, en el "desafío separatista" en Cataluña vemos que ocurre lo contrario, primero crean las leyes de transitoriedad jurídica y estructuras de Estado paralelas, para luego convocar un referéndum. Por lo tanto, ¿qué ocurriría si en el referéndum saliera un voto negativo a las tesis separatistas y favorable a mantenerse en España? ¿para qué tanto esfuerzo político, jurídico y sobretodo económico en crear unas estructuras de Estado sin conocer el resultado del hipotético referéndum?. Si acudiéramos a dos espejos en los que siempre se miran los secesionistas que apuestan por la vía moderada (frente a los radicales tipo Batasuna y CUP que apuestan más por la vía kosovar), tanto en Quebec como en Escocia, primero fueron los referéndum, las estructuras de Estado y leyes de transitoriedad jurídica se dejaron para después. 

Luego en el caso catalán, hay algo que no cuadra, y cuando huele a cadáver es que hay un muerto cerca, cuando suena agua, hay un rio cerca, luego hay algo que no cuadra. ¿Acaso los secesionistas catalanes están tan convencidos de su triunfo o es que tienen intención de manipular el resultado para que salga siempre a su favor?. Lo que no me cabe la menor duda es que, en el caso de que desde Madrid se diera luz verde a un referéndum, la sociedad catalana sería sometida a una presión brutal para que los catalanes votaran a favor de las tesis secesionistas en un ambiente para nada democrático, aunque guarden las formas poniendo urnas. También ponen urnas en Bielorrusia cada cuatro años y nadie considera que sea una democracia formal, y lo mismo sacó en varias ocasiones urnas el régimen franquista (referéndum sobre la Ley Sucesión Jefatura del Estado 6.07.1947 y referéndum Ley Orgánica del Estado 14.12.1966) y no por ello los españoles de hoy consideran que por ello fuera un régimen democrático.   

Como se puede apreciar, las urnas de por sí no garantizan que un proceso sea democrático, y desde luego las sociedades vasca, catalana (y algunas otras que van por detrás) están bastante lejos de cumplir una calidad democrática mínima, menos aún para celebrar un "referéndum de secesión", que es algo bastante serio y que en el caso de salir adelante, a la gente corriente le cambia bastante la vida, y no tiene que ser necesariamente a mejor, pero que por desgracia muchas personas no llegan a comprender por incapacidad, egoísmo o visceralidad, siendo ésta última un mal social y político por desgracia bastante extendido en la España del siglo XXI.

Curiosamente quienes nunca convocaron un referéndum para aplicar "recortes" (CiU) u otras medidas de gran calado e impacto en la sociedad, no solo plantean el derecho de autodeterminación - referéndum como su única meta política innegociable, sino que dan tan por sentada su victoria que están vendiendo la piel del oso antes de cazarlo (es decir, crear estructuras de Estado y leyes de transitoriedad jurídica sin ni siquiera haberlo celebrado, y por lo tanto, sin tan siquiera conocer su resultado), algo que nos debería llevar al resto a hacer un análisis profundo de las oscuras intenciones de los secesionistas, y de si no estaríamos jugando una partida de póker con las cartas marcadas, es decir, amañada.

El papel comparsa de la izquierda radical

A todo esto, aprovechando el tema del referéndum, siempre nos quedará la pregunta de cuál es el papel de la comparsa secesionista (los secesionistas sabemos perfectamente quiénes son y que quieren), es decir, la izquierda radical española actualmente ubicada en Podemos, IU/PCE y una parte nada despreciable del PSOE. Si acudiéramos a nuestra historia más reciente, en octubre de 1934 izquierda revolucionaria y separatismo catalán fueron de la mano en un intento de emular la revolución bolchevique de 1917 los primeros, y una autentica secesión los segundos. En aquel proceso histórico la izquierda radical pactó y apoyó el intento secesionista de la Generalidad de Cataluña en un intento de crear un caos mayor que beneficiara a su intentona revolucionaria.

Ante estos antecedentes, por lo tanto, el apoyo de buena parte de la izquierda radical al secesionismo nos lleva a plantearnos si pretenden generar un caos que anule las instituciones del Estado con objeto de generar un golpe revolucionario al más puro estilo bolchevique, simplemente destruir su odiada España, o una imbecilidad supina. De los tres supuestos, no se cual me da más miedo, pero que les quede claro a nuestros lectores una cosa: ni Pedro Sánchez, ni Pablo Iglesias ni Alberto Garzón apoyando directa o indirectamente, por acción o por omisión a los secesionistas son demócratas ni amantes de la libertad, sino meros corruptos y filibusteros, irresponsables que juegan con nuestro futuro y el de las próximas generaciones, gente vil y depreciable que una sociedad sana condenaría al más puro ostracismo político, social, económico y laboral.

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