Al atardecer del sábado 11 de
marzo, la violencia abertzale, el terrorismo en definitiva, retornó a las
calles de Pamplona. Y lo hizo bajo esa máscara eufemísticamente denominada por
algunos “budas” del régimen como terrorismo de “baja intensidad”; o kale borroka.
Se venían organizando para ello y
se les esperaba. Las redes sociales echaban chispas desde hace días, pero,
sorprendentemente, únicamente cuatro detenidos… de Rentería. Al menos de
momento.
Y, de nuevo, la ceremonia
rutinaria del rechazo a la violencia “venga de donde venga”; aunque siempre
proceda de la autodenominada “izquierda abertzale”. ETA, ATA, Ernai, Jarrai,
etc., etc.; siglas análogas para viejas historias. Violencia y más violencia.
Pero todos estos entusiastas del olor a la gasolina y a la capucha negra, estos
yonquis de la adrenalina callejera espoleada por el alcohol y el speed,
siempre son abertzales por mucho que quieran disimularlo Sortu, Bildu, sus
compañeros de viaje en coalición y sus socios de gobierno.
La violencia perpetrada desde la
autodenominada “izquierda aberzale”, en sus diversas expresiones, viene siendo
noticia de manera recurrente; y ello a pesar del supuesto “fin del terrorismo
de ETA”: periódicas acciones de kale
borroka; agresiones a adversarios políticos, militantes de otros partidos y
guardias civiles; amenazas múltiples; también en el ámbito ultra futbolero (Indar Gorri, sin ir más lejos, en su peculiar
maridaje de abertzalismo y delincuencia común sujetos a investigación judicial).
No obstante, determinadas manifestaciones
de tamaña violencia están dibujando, poco a poco, un escenario que podemos de
calificar, en cierto modo, como novedoso. Así, desde que algunos supuestos
disidentes abertzales radicales (¿más todavía?) organizaran Ibil y Eusko Ekintza, allá por 2012, como grupúsculos
dirigidos a los descontentos con la “línea oficial” de Sortu y la progresiva
desactivación de ETA, tales vienen protagonizando también algunos sucesos de
carácter violento. Parece ser que fue el caso del sábado último en Pamplona.
Hagamos un poquito de memoria. Un
día se enfrentan a golpes en la parte vieja de San Sebastián con los
“oficialistas” de Sortu (http://www.navarraresiste.com/2017/02/ensalada-de-tortazos-en-la-izquierda.html).
Otro distinto, desde ATA, se agrede físicamente al portavoz de Elkarrekin Podemos
en el parlamento vasco Lander Martínez (http://www.deia.com/2017/03/06/politica/euskadi/podemos-euskadi-denuncia-que-lander-martinez-fue-agredido-por-un-simpatizante-de-ata-).
El sábado, “tomaron” la parte vieja de Pamplona… ¿hasta cuando se les va
permitir sigan practicando el terror impunemente?
Desde hace unos meses, Sortu,
“brazo político” de ETA (nacido en febrero de 2011), se encuentra en un proceso
interno de debate y “refundación”. No es la primera vez, ni será la última. Recordemos
que Sortu es la principal fuerza -marcando su línea en todo momento por su
mayor implantación social, número de militantes y lo que significa ser heredero
histórico de toda la trayectoria de ETA- de la coalición de partidos EH Bildu;
integrada también por su escisión “moderada” Aralar, los restos de la del PNV
Eusko Alkartasuna, Alternatiba (una escisión minúscula de Izquierda Unida de 2009)
y Gorripidea (los troskos recalcitrantes que no admitieron la disolución de
Zutik).
La existencia de “disidentes” y
“disidencias” en la izquierda abertzale no es ninguna novedad. A lo largo de su
historia algunos destacados dirigentes “desaparecieron” de la noche a la mañana
del panorama público, siendo relegados al ostracismo. Fueron los casos de los
históricos Francisco Letamendía, Jokin
Gorostidi, Txomin Ziluaga o Iñaki Esnaola.
En otros supuestos eran
expulsados sin mayores miramientos; otra buena lista de militantes de “base”. Y
excepcionalmente tuvo lugar una escisión en toda regla, liderada por Patxi
Zabaleta, que daría origen a Aralar, asunto fechado en 2001 por el que todavía sus
protagonistas siguen pidiendo perdón…
En el caso de los nuevos
disidentes a los que nos hemos referido al principio de este texto, concurren
matices algo distintos; no en vano, las circunstancias históricas –objetivas,
que dirían los marxistas- están cambiando.
En primer lugar, observemos, no
se ha producido la escisión en toda regla de un sector “político” organizado de
Sortu. De hecho, el espacio social en el que esta disidencia -que añora los “viejos
tiempos”- ha conseguido ciertos logros, es el de los familiares y apoyos a los
“presos políticos” de la banda, es decir, a los terroristas encarcelados. En Gestoras
en su día, el EPPK, Etxerat, Sare después, al igual que en cualquier otro
ámbito de la “izquierda abertzale”, el centralismo democrático -es decir, un
rígido control de arriba hacia abajo- viene caracterizado cada uno de sus
calculados movimientos. Últimamente, sin embargo, están “moviéndose” un
poquito, permitiendo que los presos terroristas que todavía permanecen en
prisiones españolas, puedan acogerse a “beneficios” penitenciarios de carácter personal.
Ante estos movimientos, los “disidentes” han montado su propia estructura
denominada “Amnistia Ta Askatasuna” (ATA), anclada en la vieja e inamovible reivindicación
de amnistía para todos los terroristas; dándose su primer baño de masas el 29
de agosto de 2015 en Bilbao y reuniendo a 4.000 personas el 28 de noviembre del
mismo año. Para Sortu/ETA toda disidencia, individual o colectiva, es una
disidencia; y, siempre, una traición: ya sea “política” (Ibil, por ejemplo),
social (ATA), “socialdemócrata” en busca de nuevos horizontes (Aralar en su
día) o que mire a “gloriosos pasados” (EE).
Efectivamente, los “disidentes”
siguen mirando al pasado. Por ello tratan de reproducir el esquema organizativo
de la histórica alternativa KAS: un brazo político, otro social, cultural… ¿y militar?
Ibil, como proyecto
político-militar, está en liquidación desde que la dirección de ETA exigiera a
su promotor, el ex-concejal de Herri Batasuna en Ansoáin Fermín Sánchez
Agurruza, cesar en sus correrías (http://www.diariovasco.com/politica/201502/22/hizo-llegar-mensaje-privado-20150222122529.html).
Ahora es otro grupo, Eusko Ekintza (Acción vasca), el que pretende constituirse
en “brazo político”; en la auténtica Herri Batasuna; habiéndose presentado en
público el 22 diciembre del 2012 en Alsasua (http://www.euskoekintza.eu/eusko-ekintza-alderdiaren-legalizazioa/)
y, después, Herritar Batasuna, que se dejó ver frente al Monumento a los Fueros
de Navarra en Pamplona el 29 de enero pasado (https://borrokagaraia.wordpress.com/2017/01/29/herritar-batasuna-sortzeko-eztabaida-prozesua-abiatu-dute/)
arrogándose ser el germen de una nueva Herri Batasuna y difundiendo el
correspondiente manifiesto fundacional (http://www.euskoekintza.eu/texto-fundacional-de-la-herritar-batasuna-en-castellano/).
Van muy despacio. Son pocos y
aislados; en general militantes muy veteranos junto a una hornada de otros muy
jóvenes e inexpertos. Son calificados por los analistas “oficialistas” de “trotskistas”;
pero estrictamente no lo son. Más bien destaca entre ellos una sensibilidad
“anticapitalista” e, incluso, “libertaria”. Recordemos que en el pasado las
escisiones trotskistas de ETA, por ejemplo, ETA VI Asamblea en 1970, originaron
partidos “españolistas”. No es el caso. Estos disidentes de la autodenominada
izquierda aberzale “oficial” no pretenden converger con espacios
revolucionarios del resto del Estado, (como la mencionado de ETA VI que originó
la LCR, o la anterior del MCE en 1966-69), sino retornar a los orígenes de una idealizada
Herri Batasuna (en la que confluyeron los partidos ANV, ESB, HASI y LAIA) posterior
en el tiempo a ambas escisiones; pues alejarse del espíritu primigenio de esa ya
lejana HB estaría en la causa de la crisis que sufriría -a su juicio- una
autodenominada “izquierda abertzale” de la que formarían a su manera parte, y que
perciben como estancada, con pérdida de la iniciativa política, a la que acusan
de desmovilización y alejarse de la calle, con más de 300 terroristas
encarcelados “sin salida” y un de par de miles de “exiliados” todavía.
Pero no nos confundamos. La línea
divisoria entre “oficialistas” y “disidentes” no es el empleo o no de la
violencia política (terrorista o de cualquier otra expresión), no en vano ya se
han zurrado entre ellos y, cuando han podido, unos y otros la han practicado;
siempre con ganas y sin remordimientos: agresiones a adversarios políticos,
huelgas generales y kale borroka por
parte de Ernai, Ikasle Abertzaleak y otros grupos “oficialista”, etc. La línea
divisoria, en definitiva, es la marcada por la dirección de Sortu/ETA: o con
ellos, o contra ellos. Y no admiten disidencias.
Afortunadamente, al menos de
momento y a pesar de las intenciones de algunos “históricos”, a las estructuras
que empiezan a organizarse muy lentamente en línea “disidente” (EE y ATA) no le
respalda, o incluso dirigiría, ninguna organización terrorista “clásica”; tal y
como pasó en otras épocas de su historia (recordemos la existencia paralela de
ETA M, ETA PM y CCAA y sus respectivos “brazos políticos”; o la del IRA
Auténtico y del IRA Continuidad, en Irlanda del Norte, que también cuentan con
minúsculas expresiones políticas). Pero tal circunstancia no es tanto un fruto
de la prudencia o de cierta evolución por su parte, como de impotencia.
La “izquierda aberzale oficial”
ha congelado ETA, pues ya no rinde los resultados que en su día produjo. Es
decir, han renunciado de momento al terrorismo de coche bomba y tiro en la
nunca por razones tácticas (a corto y medio plazo); pero no a la kale borroka y otras expresiones de
terrorismo de “baja intensidad” (terrorismo, en definitiva). Con todo, algunos
irreductibles, indisciplinados y alejados de la “realidad sociopolítica”
marcada por la dirección de Sortu/ETA no lo han entendido o no lo quieren
entender. Es lo que sucede cuando ya no está por completo operativa una
organización terrorista que resuelve las disidencias e indisciplinas con
“desapariciones” o tiros en la nuca.
Estamos, pues, en un escenario en
parte novedoso. Venimos sufriendo mucho menos terrorismo; aunque sus efectos
perversos perduren. Pero no ha desaparecido del todo: así, la kale borroka continúa siendo una forma
nada desdeñable –desde la perspectiva de sus nefastas consecuencias personales
y sociales- de terror y violencia. Y aunque la línea oficial de la banda ha
“apostado” por el cese de la “lucha armada”, no es imposible que algunos
irreductibles, conforme se consolide tal disidencia calificada absurdamente
como radical, intenten retomar -si bien a menor escala de lo ya sufrido décadas
atrás, no en vano sus apoyos siempre serán muy exiguos- unas u otras formas
terroristas. No en vano el terror forma parte de su ADN ideológico y
existencial.
Es lo que caracteriza desde
siempre a la “izquierda abertzale”: sus semillas impregnadas de violencia
totalitaria pueden germinar siempre que exista “campo abonado”. Y ello
significa, a efectos prácticos, elaboración teórica justificativa, un liderazgo
carismático e indiscutido y un movimiento social de apoyo. IBIL, ATA, EE… en
ello están.
Está claro, y que no pequen de inocentes ni UPN ni PSOE ni PP. Los demás de inocentes no tienen nada.
ResponderEliminar¿Son jóvenes descontentos de la "moderación" de Bildu? Sí.
Pero son parte de los jóvenes educados por Bildu.
Y están siendo usados por Sortu-Bildu, porque con estas cosas primero se "desfogan" y por otro lado sirven para crear miedo en los demás, para hacernos ver que están ahí. Algo que sin duda les gusta tener en la recámara a efectos negociación.
Necesitamos que José Basaburúa nos recuerde la historia de esa gente, que siempre se ha servido de sus propias escisiones y que busca tener siempre planes alternativos y capacidad de amenazar... MUY BIEN