La Navarra foral y el patriotismo español del siglo XXI están de luto.
Pascual Tamburri Bariain, español de raíces olitenses e italianas, falleció a las 46 años; joven de cuerpo y espíritu, cuando desde una lógica humana se esperaba mucho de él.
Como medievalista supo desentrañar la trama humana de la vivencia de la tradición navarra y su pertenencia española en su proyección europea e hispanista.
Como políglota, supo beber de las fuentes originales –historiográficas, ensayísticas y literarias- de siete idiomas; alcanzando una perspectiva ecuménica despegada de las accidentes que pudieran empañarla.
Como lector insaciable, ha legado cientos de reseñas y críticas, abordando los géneros más dispares, y su identificación con la Comunidad del Anillo; una presencia que cambia la vida y la eleva.
Era un analista riguroso de mirada universal: más de 4.000 artículos diseccionan la política y claves de nuestro tiempo, anticipándose a no pocos acontecimientos.
Fue un observador estricto de un mundo en cambio permanente y acelerado. Pero siempre fiel a su temperamento humilde y leal. Por ello nunca se rindió a transacciones corruptas y al acomodaticio calor de los despachos y las cátedras domesticadas.
Apasionado en sus juicios, delicado en las formas.
Frente a la comodidad, las modas, lo políticamente correcto y el conformismo, eligió la viña, la pluma, el libro, la amistad y el compromiso.
Así era Pascual Tamburri Bariain: el Pascual de tantas víctimas del terrorismo, el de sus colegas, correligionarios, amigos… el Pascual de sus alumnos y discípulos.
Sin duda, deja un hueco que no será fácil de cubrir, pues las personas son irreemplazables y, con él, el Misterio se ha llevado una inteligencia y una humanidad cuya compañía ensanchaba la vida de cuantos le conocieron. Pero así es la Navarra del Fuero y la Ruta Norte de la Hispanidad: en cualquier tiempo y circunstancia, genera personalidades –de resonancias romanas- forjadas al temple de unos valores operativos al servicio del bien común.
Humildad, lealtad, servicio, apego a la tierra, bien común, trascendencia…, conceptos que nada sugieren a muchos de nuestros contemporáneos. Valores que permanecen y son encarnados mientras que modas e imposturas al servicio del poder prevalecen… para finalmente desaparecer.
La invocación a su vida y muerte no es un ejercicio convencional de retórica: es la llamada al compromiso, a la lucha y a la esperanza.
Hoy día, ser navarro y español es ser rebelde: un ideal posible y atractivo. Frente a las mentiras, los chantajes y los cantos de sirena. Pascual supo verlo y actuar en consecuencia.
Una colaboración de Un amigo de Pascual
A causa de sus virtudes y compromiso, fue señalado y vilipendiado por el Noticias y Gara en vida. No le desanimó; por contra, le supuso un estímulo para la acción.
ResponderEliminarSin duda, una enorme pérdida.
R.I.P.