El
navarrismo transversal -ya era hora- empieza a movilizarse y afrontar la calle
como otro espacio más de lucha. No es su estilo de trabajo y presencia
habituales, pero la situación –excepcional- lo exige.
El
estilo de vida navarro, fruto del principio de subsidiariedad destilado durante
siglos y plasmado en el Fuero, del impacto de la modernidad en nuestra tierra durante
estas décadas aceleradas, y modelado por los cauces de una democracia plagada
de tics partitocráticos, está en crisis.
Pero
además de esta crisis incuestionable, a esta Navarra provista de mecanismos
propios para afrontarla y superarla, se le presenta un poderosísimo adversario
que oferta -como enmienda a la totalidad- una cosmovisión omnicomprensiva y
totalizante que reinterpreta la Historia misma y la vuelca hacia un proyecto
nacional vasco que anularía la identidad e idiosincrasia de los navarros y de
nuestras libertades.
En
esta confrontación todo está en juego: las libertades individuales y colectivas, el marco
territorial, la normal evolución de los idiomas, las relaciones familiares y
sociales, la situación económica, la concepción estatal… los símbolos.
Los
símbolos son muy importantes: invocan el inconsciente colectivo, apelan a los sentimientos
más profundos del ser, plasman gráficamente la Historia y el potencial de un
pueblo, proporcionan un marco estético vinculado a unos valores muy precisos,
reflejan un estilo de vivir y hacer las cosas.
Por
ello, todo movimiento totalitario se sirve especialmente de una construcción
cultural cuya propuesta simbólica sea contundente e inequívoca. Y si existen
obstáculos: o se asimilan o se destruyen.
El
separatismo vasco no es una excepción.
Desde
su nacimiento, la imposición gradual de la ikurriña en los espacios públicos ha
sido constante. Ocasionalmente –en algunas convocatorias electorales- se ha
dejado en un segundo plano, con la intención de servirse de una simbología
menos explícita y así limar asperezas, tratando de acceder a caladeros sociales
un tanto indiferentes a sus propuestas, al menos hasta entonces.
El
panvasquismo reinterpreta la Historia, inventa símbolos, ¡reelabora otros
previos! Por ello aseguran, sin ponerse colorados, que la bandera de Navarra
goza de enorme salud… si bien maniobran para modificarla conforme su gusto y
programa (eliminando la Corona Real y la esmeralda); es decir, manipulándola al
servicio de su idea de la “república vasca”.
Decíamos
que el navarrismo se lanzará a la calle el 3 de junio: allí estaremos.
La
preparación del evento ha sido importante, pues se ha roto una dinámica
caracterizada por la pasividad; frente al militantismo y vigilantismo propios
del mundo abertzale.
Recordemos
cómo algunas viviendas han sido atacadas por lucir la bandera de Navarra.
Además, los impulsores de la manifestación han sido señalados por diversos
medios de comunicación separatistas de una manera brutal propia de tiempos
pretéritos. Desde el cuatripartito han amenazado con contramanifestaciones. Se
han cuestionado los verdaderos motivos de la convocatoria. Se ha pretendido
privarle de legitimidad democrática. Los
correspondientes carteles, pancartas y pegatinas han sido sistemática e
inmisericordemente arrancadas o eliminadas. Y es que los símbolos, decíamos,
son muy importantes.
Todo
ello demuestra que los separatistas no admiten que nadie -y menos si está
organizado- disienta de sus propósitos.
Les
ha irritado, especialmente, que se defienda un símbolo previo al nacionalismo:
la bandera de Navarra; un símbolo que pretenden apropiar y reelaborar, incluso
físicamente según decíamos.
Hay
que decirlo muy alto y muy claro: ellos son los rupturistas, los que vienen golpeando
a la sociedad navarra con dosis muy calculadas de violencia de diverso tipo. Por
ello, y de diversas maneras -unas sutiles y otras brutales- han querido
atemorizar a los posibles asistentes del 3 J.
Es
el momento de erguirse, de salir a la calle y defender Navarra, sus símbolos y
su estilo de vida por medio de la bandera roja. Pero que nadie se engañe: los
nacionalistas separatistas no vendrán; por mucha bandera roja que se vea. No
nos quieren. Les gustaría que nos marcháramos de nuestra tierra, o que
permaneciéramos silenciosos, rendidos e inermes. Pues para ellos, quienes
salgamos a la calle, con bandera roja o amarilla y roja, somos, hagamos lo que
hagamos, “españolazos”, “derecha cunetera”, “navarristas corruptos”, “carcas
del Opus”...
Realmente,
la bandera navarra está en peligro, pues los separatistas tratan de relegarla,
modificarla, reasignarle un significado ajeno y contradictorio al histórico
propio. Pero no sólo está en peligro la bandera: está en peligro el estilo de
vida navarra, la identidad, el sentido de pertenencia, su vinculación con la
nación española.
La
batalla no acabará el 3 de junio a las 20 horas.
Habrá
que salir más veces. Habrá que organizarse mejor. Habrá que ser crítico con
quienes han traicionado, de una u otra manera, al navarrismo. Habrá que soltar
lastre de sectarios, corruptos y arribistas. Habrá que trabajar a largo plazo y
sin descanso.
Salvo
provocaciones callejeras poco probables, el sábado será una jornada festiva.
Habrá que disfrutarlo. Y sacar consecuencias analizando múltiples variables y
proponeiendo nuevas líneas de trabajo.
Por
la bandera, por el pueblo, por Navarra, por España.
Sila Félix
Hay que defender la entidad del pueblo navarro con sus costumbres, cultura y símbolos, ya que todos ellos conforman España, defendemos la unidad de España frente a los separatismos que consideramos ilegales y constituyentes de delito.
ResponderEliminarPodemos, Geroa Bai, Bildu e I-E, la extrema izquierda formada en parte por miembros de ETA, pretenden eliminar el escudo Foral de Navarra.
Después de mas de 800 años, cuando el rey navarro Sancho VII el Fuerte adoptó el escudo como propio en 1212 y tras la victoria obtenida por los reyes cristianos de Navarra, Castilla y Aragón frente a las tropas musulmanas en las Navas de Tolosa.
El cuatripartito pide un decreto para derogar la ley de Símbolos, aprobándose así una traición a la historia de Navarra. Entre Podemos, Geroa Bai, Bildu e I-E, han dado su apoyo para iniciar el cambio del estatus de Navarra. Asimismo pretenden imponer la "Ikurriña" y eliminar la bandera histórica navarra. El gobierno central presidido por el PP, no se atreve a parar la debacle nacionalista reinante en Navarra.