El pasado 3 de junio
Pamplona experimentó una vivencia novedosa en muchos -muchísimos, casi
demasiados- años: una manifestación multitudinaria que no generó incidente
alguno.
Se dice que todas las
comparaciones son odiosas. Pues, podemos asegurarlo, va a ser que no: los
comportamientos individuales y colectivos no son indiferentes; pueden
compararse y deducirse, desde el sentido común, una jerarquía ética y moral
entre los mismos. Pero el clima asfixiante de relativismo, indiferentismo y
demás ismos políticamente correctos, impone que se renuncie muchas veces a tan
intuitiva forma de conocimiento.
Decíamos que la
manifestación del 3 de junio, haciendo abstracción de lemas, finalidad y
guerras de cifras, resultó una rara avis en la ciudad. Y es que estamos
“acostumbrados” a que este tipo de “demostraciones” estén acompañadas, tantas
veces, de algunas expresiones de lo peorcito de la condición humana.
Recordemos algunos
“clásicos” que venimos sufriendo desde hace 40 años:
1.- El insulto:
“cipayos”, “txakurras”, “asesinos”, etc. Todo ello proferido con entusiasmo
nada más asomar alguna fuerza policial. Pero que también han “marcado” a
personas concretas. ¿O es que nadie se acuerda del “cuidado con las carteras
que viene del Burgo”? Risitas aparte, el 3 de junio también podríamos habernos
acordado de las “dietas” de la presidente, o de sus declaraciones de la renta, pero,
la verdad, se estaba en “otra cosa”.
2.- Las amenazas: “ETA,
mátalos”, “vosotros, fascistas, sois los terroristas”. O a nivel personal: “Del
Burgo, Aizpún, pim, pam, pum”… ¿Escucharon algo parecido? Por favor, ¿la jotica?
Pues esa jotica, dedicada a la presidente, fue más una expresión de cariño
hacia un familiar un poquito “descarriado” que otra cosa. No hay comparación
que valga.
3.- Quema de banderas:
por supuesto, siempre es quemada la misma; la roja y amarilla. Y nunca pasa
nada. Pues ahí está la multitud escondiendo a los “valientes”. El 3 de junio
hubo varios miles de banderas. Ninguna se quemó.
4.- La “kale borroka”. Amparándose en la
multitud, de manera simultánea a muchas manifestaciones abertzales o radicales,
algunos -o muchos- encapuchados hacen “pintadas”, queman contenedores o incluso
lanzan cócteles Molotov contra entidades bancarias, comercios, mobiliario
urbano... Una pintada anónima apareció horas antes en la cristalera de un
comercio del recorrido y, evidentemente, sería algún ácrata o comunista quien
la realizó (muy cutre, por cierto), no en vano decía: “No a la guerra de
banderas, pero sí a la guerra de clases”.
La ultraizquierda saca su vena internacionalista y renuncia a la "guerra de banderas", siempre y cuando esas banderas no sean las ikurriñas, las banderas del PNV sí que les gustan
5.- Las formaciones
paramilitares: ya no desfilan en hileras uniformadas al modo “frente rojo” de
los años 30 en tantos países, o al de los “pioneros” cubanos que tanta
salivación bobalicona provoca a los progres de todas partes (muy
antimilitaristas ellos, faltaría plus). Pero son disciplinados, muy
disciplinados, nadie se sale del guión: ni en gritos, ritmo, recorridos. El
pasado 3 de junio, muchos manifestantes bisoños, al ver que se “perderían” lo
más goloso, no tuvieron empacho alguno en “atajar” para tratar de llegar a las
proximidades del estrado. Y es que los ciudadanos “normales” se comportan como
personas, no como abejas soldado.
6.- Indumentaria de
combate. Si los habituales en Pamplona llevan cazadoras negras con capucha, y
camisetas con logos muy específicos, es por algo: identificarse, agruparse,
atacar, camuflarse… todo ello, muy pacífico y perlado de buenas intenciones. El
pasado 3 de junio, ¿vieron algo parecido?
7.- Silbidos al helicóptero de la policía, otro
“clásico” aberchaloide. Seguramente se ven muy valientes. Y muy listos. A ellos
¡nadie controla”! y menos desde el aire. Pero, perdón, me olvidaba: ya tienen a
las abejas reinas; quienes piensan y organizan por ellos.
8.- Cánticos “populares”, como el miles de veces
coreado en la Plaza de Toros y El Sadar: “Arriba, arriba, arriba con la goma
dos, que en Euskadi se prepara, que en Euskadi se prepara, pim, pam, pum, la
revolución”. Criaturas. Y que nadie muestre disconformidad, que se la juega.
9.- El rostro crispado y
los puños cerrados. Para que luego digan que la cara no es expresión del alma…
colectiva. Ya se sabe lo que son: una p… secta.
10.- El corte de pelo
borroka. Estilo unisex que generalmente cercena cualquier rastro de feminidad. Y
es que los manifestantes aberchaloides deben demostrar todo el día, todos los
días del año, a todas horas, en público y en privado, que son militantes, que
están concienciados, que están prestos a la borroka… Lo dicho: una secta. Y de
las destructivas.
11.- Homenaje a asesinos
y verdugos: a los etarras, por si alguien lo duda. Otro “clásico” del que
cualquier sociedad civilizada se avergonzaría…. Salvo en circuitos sociales
endogámicos y cerrados de Vascongadas y Navarra.
Es lo que hay. Pero, por
favor, en este caso, que no se diga que todas las comparaciones son odiosas.
Hay manifestaciones odiosas, en las que se odia y se alimenta el odio.
Afortunadamente, el día 3
de junio no fue así. Fuera más o menos una fiesta, lo cierto es que allí acudió
gente normal, ciudadanos; personas que ponen su corazón y su cabeza en los
azares inmediatos de la vida. No en los mandatos y consignas de la intocable
mafia sectaria separatista.
“Normalidad democrática”,
se dice. Evidentemente, una expresión que no significa lo mismo para todos,
pues en el caso de los aberchaloides encubre mentira, sometimiento,
totalitarismo y violencia.
Sila Félix
Un artículo muy acertado. La foto lo dice todo también. Es buenísima.
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