Euskera por imperativo legal: ni vascuence, ni vasco.
Mientras Pamplona era una
exaltación a la fiesta, aunque dividida entre la resaca del chupinazo y el
golpe de mano de Asirón con la ikurriña en la fachada del ayuntamiento, el cuatripartito
daba una vuelta de rosca más e imponía, por ley, otra de sus calculadas medidas
de ingeniería social siempre orientadas a la “construcción nacional” y, por
ende, a la fractura social en Navarra.
Mediante Ley Foral
9/2017, de 27 de junio, publicada “casualmente” el mismo 6 de julio, entre
otras medidas que persiguen la implantación velis
nolis del vascuence-euskera, se modificaba la Ley Foral 18/1986 de 15 de
diciembre del Vascuence. De este modo, según su disposición adicional, «Todas
las disposiciones y actos que desarrollen o se dicten en aplicación de la ley
foral del euskera se adaptarán a esta nueva denominación, y deberán utilizar la nueva denominación de
“euskera”, que sustituye a la de “vascuence”». Con ello se pretende extirpar
los términos vascuence y vasco de todo entorno público o privado en el que este
idioma planee de cualquier modo. No quieren, siquiera, que pronunciemos la
palabra “vascuence”. Y se han dado mucha prisa: si usted busca, en el portal
gubernamental Navarra.es, la vieja Ley Foral del Vascuence, ya no la
encontrará. En suma, un perfecto ejercicio de totalitarismo idiomático y de
policía del pensamiento: 1984 quedó
muy atrás, desbordado y con cobertura legal. No en vano, Uxue Barkos Berruezo firma
que «mando a los ciudadanos y a las autoridades que la cumplan y la hagan
cumplir». De ésta no se libra nadie. Cuidadito con lo que dice y escribe...
.
Esta norma, breve pero de
enormes efectos prácticos, prohíbe además toda interpretación restrictiva de la
propia ley que pudiera perjudicar de cualquier modo el uso e implantación del
vascuence. Así, según su disposición adicional segunda: «Las entidades locales
de Navarra podrán aprobar, en el ámbito de sus competencias, ordenanzas que
regulen o fomenten el uso del euskera en su término, sin que puedan contener
disposiciones opuestas a lo establecido en esta ley foral». Interprétese todo, pues,
por analogía y de la manera más extensiva posible; y sin restricción alguna.
Ingeniería social, afirmábamos antes: ¿alguien lo duda ya?
Pese a su trascendencia,
la cuestión ha pasado, como tantas otras, desapercibida: o no interesa, o no se
valora relevante, o se prefiere mirar a otra parte… o es que “estamos de
vacaciones”. Pero, ciertamente, este pan tiene mucha miga.
Se suele afirmar, tímidamente,
que el vascuence es un instrumento ideológico al servicio de la “construcción
nacional” del separatismo. El hacerlo de tal manera ya implica, en sí mismo, someterse
al juicio instantáneo y siempre condenatorio de cierta masa social y sus “organismos”
empeñados en la difusión e implantación
del vascuence y su estilo de vida.
En el caso que nos ocupa
ya no cabe duda alguna: con esta imposición se pretende cambiar la realidad
misma; sustituir unas palabras por otra en exclusiva, ajena a sus raíces y a su
propia familia idiomática.
En el libro Voces vascas. Diccionario de uso (Tecnos, 352 páginas, Madrid, 2014) -entre
otros tantos que debiéramos rescatar para ser leídos y aplicados- el ex rector
de la UPV y catedrático de Historia Contemporánea Manu Montero explicaba que el
idioma se emplea en tres niveles. Así, en su prólogo desbrozaba que en el País
Vasco –lo que se aplicaría hoy acaso más virulentamente en Navarra- existen
tres lenguas políticas: la nacionalista, el "abertzale avanzado" del
nacionalismo radical y el "vasco común", sin connotaciones políticas
pero que se "ajusta a la corrección política nacionalista"; no
existiría, en cambio, una jerga propia de los constitucionalistas. En esta batalla
política por el control del lenguaje se habría impuesto, ya entonces, la
izquierda abertzale; no en vano el "abertzalismo avanzado" es
"hegemónico" y traslada sus giros a la "lengua
nacionalista" y de ahí, al "vasco común".
Con la citada Ley Foral, los alumnos han
sobrepasado a los maestros.
Es evidente que los separatistas se
sirven constantemente, en el ejercicio de su cargante hipermilitancia, de
muchos términos, tanto en español como en vascuence, provistos de una enorme
carga ideológica. En cualquier conversación o escrito en el que participen, ya
se hable de cualquier aspecto relacionado con el País Vasco, de política,
cultura, de idioma, de terrorismo, de cambio social, etc., ninguna palabra es
inequívoca o neutra. Por el contrario, todo se dice con intención: para que sea
escuchada y aceptada acríticamente y sin resistencia. Se impuso “Esukal Herria”
por País Vasco y Navarra, “ejecución” por asesinato, “mayoría social” por
organismos teledirigidos desde ETA, etc. El 6 de julio pasado le tocó su turno al
término “vascuence”, teniendo Uxue y los suyos el valor y la pretensión de
eliminarlo de la faz de Navarra. Si pudieran, lo borrarían hasta del
diccionario de la RAE. Y es que todas esas gentes están convencidas de no tener
límite alguno... De hecho -lo anunciábamos antes respecto al buscador de
internet del Gobierno Foral, ya han “reescrito” el pasado.
Con un simple término al vuelo, ya
sabemos –y saben- la ideología del interlocutor. Una forma de control social,
formal e informal, por completo totalitaria y sin escapatoria, ni excusas. O te
adaptas o te largas; nos dicen.
Montero aseguraba, entonces, que en el
País Vasco y Navarra «el significante es más importante que el significado»,
pues una palabra no solo expresa un
concepto, sino también «las posiciones doctrinales, las "posturas
vitales" y la concepción del "mundo vasco" del interlocutor». El
lenguaje, recuerda Montero, «no siempre describe la realidad, sino que la
"deconstruye" e incluso la sustituye o simplemente la niega al no
usar un término, como puede ser el de España, que se suple por el de Estado
español o el Estado, a secas».
Con esta operación, Uxue Barkos y los
suyos pretenden operar de idéntica forma: un caso de libro de idioma empleado
como medio de guerra. Ahora, ya ni siquiera se podrá alegar la libertad de
expresión, la igualdad entre los idiomas de España y demás tópicos irreflexivos
y biempensantes: te la puedes cargar.
La Real Academia de la
Lengua Española, que entendemos no habrá sido consultada para tamaña medida, si
bien admitiendo el empleo de los tres términos como sinónimos –vasco, vascuence
y euskera-, recomienda como más correcto, en tanto se comunica en idioma
español, el término de “vasco”. La normativa modificada, origen de estas
reflexiones, lo está en español. Entonces, ¿qué sentido tiene introducir un
término ajeno a su cosmovisión? Pues es evidente: esa palabra –euskera- ya
figuraba y se empleaba de mil maneras; pero otra cosa muy distinta es imponerlo
y excluir los oficiales y recomendados hasta por la RAE. Todo confirma, según
vemos, la explícita voluntad de imponer, desde una perspectiva totalitaria, un
término y modificar con ello unas realidades previas (usos, costumbres,
hablas…).
Pudiera, tal vez,
plantearse además algún reparo legal al respecto: prelación normativa, etc.
Doctores tiene la Santa Madre Iglesia… Esperemos que al menos se lo planteen y
no permanezcan indefinidamente de vacaciones.
A partir de ahora,
emplear los términos “vascuence” o “vasco” será un arriesgado ejercicio
legítimo de libertad de expresión -además de una marcada voluntad de
resistencia al poder totalitario-, casi seguro objeto de escarnio público y
persecución política -tal vez penal un día próximo- desde el poder.
Nosotros optamos por la
libertad y la resistencia. Frente al totalitarismo y los totalitarios.
Sila Félix
Un nuevo avance de los totalitarios. Los símbolos y el lenguaje no tienen precio.
ResponderEliminarO resistimos... o nos largamos (nos largan).
Euskobsesión...
ResponderEliminarMe llama la atención que el movimiento que hay en la actualidad de eliminar todo lo antiguo ha llegado a la conclusión que tiene que desaparecer España. No entiendo que en toda España no ha habido aún una manifestación por la unidad de España
EliminarMe llama la atención que el movimiento que hay en la actualidad de eliminar todo lo antiguo ha llegado a la conclusión que tiene que desaparecer España. No entiendo que en toda España no ha habido aún una manifestación por la unidad de España
EliminarSois el Reino de Navarra por si todavia no te has enterado.
ResponderEliminarPeeeero... Si "euskera", como "Euskadi", "Euskalherria", y tantas otras palabras, ¡Son palabras inventadas por Sabino Arana! Ni siquiera existían en vascuence hasta que se las sacó de la manga �� el iluminado aquel
ResponderEliminarSe denomina dogón, idioma de unos invasores norteafricanos irrelevantes.
EliminarEn realidad es «dogón», el idioma de la tribu norteafricana de los dogones. Se lo tienen muy callado en su manipulación de la historia. Los 'vascos' en realidad no son vascos. Los barscunes verdaderos eran unos 20 000 o 30 000 desertores del ejército de Aníbal que desertaron cuando se enteraron de que iban a luchar contra el ejército de Roma (como se puede ver unos cobardes, lo contrario del mito); se extendieron por los montes escapando de Roma que los perseguía, vivían del saqueo y sembraban el pavor en la población; y la población los denominó 'barskunes', que significaba que viven en las montañas. Luego los barscunes, los vascos, eran invasores norteafricanos. Intentaron someter a la población, y cuando consiguieron librarse de ellos, solicitaron las tres Diputaciones la entrada en Castilla, e hicieron jurar al rey de Castilla que jamás serían enajenadas de Castilla ni bajo bula papal.
ResponderEliminarSe está imponiendo un idioma de unos invasores norteafricanos, que nunca pasó de ser irrelavante hasta que llegó esta manipulación a la que ningún político osa responder (¿tiro en la nuca quizá?).
En lugar de vascuence, llámenlo DOGÓN. A ver qué cara ponen.
ResponderEliminarEn Navarra la costumbre está por encima de la ley ¿verdad? Así pues, lo que intentan es ir cambiando desde arriba las costumbres del pueblo...para, en el futuro próximo, cambiarnos la identidad. No tienen prisa. Si no es en esta generación, ya será en la siguiente.
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