viernes, 8 de septiembre de 2017

Navarra, ¿paraíso de porreros?


Ayer trascendió a los medios una operación policial en Pamplona durante la cual fue clausurado uno de los llamados clubs cannábicos, establecimientos estos que al calor de una legislación laxa y ambigua, durante los últimos años han proliferado como las setas en otoño. 

Los agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana de Navarra de la Policía Nacional llevaron a cabo un registro en un local situado en la Avenida de Zaragoza, constatando que en el mismo se vendía marihuana y hachís de forma indiscriminada, tanto a no-socios como a menores de edad. Actualmente existen asociaciones de este tipo en casi todos los núcleos urbanos relevantes y pese a percances como este, se puede decir que esta situación hace del cannabis una droga legal de facto en Navarra.


Tres son las provincias españolas pioneras en la implantación de este tipo de clubs: Cataluña, País Vasco y Navarra (¡Qué casualidad!) De hecho, la Comunidad Foral fue la primera impulsar una iniciativa legislativa popular que buscaba regular este tipo de espacios y que contó con el apoyo del PSN, Nafarroa Bai, Bildu e Izquierda Ezquerra. Esta resolución fue aprobada en el año 2014 pese a que los informes de los servicios jurídicos del Parlamento de Navarra indicaban que esta ley foral entraba en conflicto con las competencias del Estado en materia penal, de salud y seguridad pública; tanto es así que un año más tarde sería suspendida de forma cautelar por el Tribunal Constitucional.

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Pero la piedra ya se había lanzado e iniciativas como estas, además de otras resoluciones judiciales del todo incomprensibles, alimentaron la gran expansión de este tipo de sociedades de porretas que hoy en día se cuentan por decenas a lo largo y ancho de Navarra. Este situación de alegalidad genera frustración entre los efectivos policiales dedicados a persecución del tráfico de estupefacientes, llegando incluso a considerarlo un esfuerzo fútil. Se han dado casos en los que ante la denuncia por un fuerte olor de marihuana proveniente de un domicilio particular, la respuesta de algún policía foral ha sido llamar al domicilio del sospechoso para decirle que sabían que estaba haciendo y que lo dejase de hacer.

Hechos como el que abre esta entrada ponen de manifiesto que, quien lo iba a decir, los clubes de cánnabis son un foco de narcotráfico; y no hablo de venderle porros a unos críos, sino de todo tipo de sustancias ilegales o fármacos regulados. Por razones obvias son el lugar donde es más fácil entrar en contacto con la gente que te puede conseguir cualquier tipo de droga, ya sea a nivel de menudeo como de tráfico a gran escala sobre todo en lo que a cannabis se refiere. 

Este tipo de establecimientos generan un efecto atrayente hacia la demanda externa, tanto nacional como internacional, me atrevo a decir que probablemente una buena parte de la hierva que se consume en los Coffee Shops de Ámsterdam sale de la zona media de Navarra, ya que hay jugadores que están moviendo cantidades que rondan el medio millón de euros mensuales y esa cantidad de marihuana y dinero no se mueve con los cuatro fumapetas del barrio.

En lo que se refiere a drogas, hay dos caminos opuestos a emprender: la legalización o la tolerancia cero. Holanda o Suecia. Mientras que Ámsterdam se ha convertido en un destino de narcoturismo y el mayor centro de distribución de drogas sintéticas del mundo, el país nórdico es prácticamente el único que a largo plazo ha conseguido reducir varias veces la prevalencia del consumo de drogas entre los jóvenes. El camino intermedio sólo genera situaciones jurídicas que son ridículas mientras que el consumo de esa fábrica de conformistas que es 'la maría', se acrecienta entre los jóvenes y un puñado de listillos se llenan los bolsillos.

Hispano

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