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viernes, 6 de octubre de 2017

La partida de la porra regresa a las calles


Leemos en la entrada de wikipedia que la partida de la porra "fue un grupo de agitadores violentos al servicio del Partido Progresista español, que surgió en Madrid al calor de la Revolución de 1868 para reprimir a la oposición del Gobierno Provisional y defender la candidatura de Amadeo de Saboya al trono de España". Ni fue la primera vez que surgía un grupo de semejantes características, ni será el último en la historia de España, pero quizá sea uno de los más famosos, perfectamente identificado y con nombre incluido. De hecho su denominación no fue casual, ya que dichos grupos violentos y organizados se caracterizaban por ir con porras, aunque también llegaron a portar en ocasiones armas blancas y armas de fuego. Por si fuera poco, lo curioso es que si tuviéramos que situarlos en la actual escala izquierda-derecha, el Partido Progresista y su partida de la porra se encontrarían entre la izquierda y la izquierda radical.

Pues bien, la partida de la porra, grupo organizado y patrocinado por el empresario Felipe Ducazcal se dedico a destrozar redacciones de periódicos opositores, disolver reuniones de partidos opositores y dar palizas a líderes o militantes de los mismos, incluso amedrentar con violencia sobre personas o bienes de quienes declararan opiniones contrarias a las que defendía el grupo. La primera partida se creó en Madrid y luego se extendieron a numerosas ciudades españolas, eso sí, todas adictas al Partido Progresista, y con la connivencia en muchas ocasiones de las autoridades políticas de la época. Además, las partidas perseguían a todo tipo de contrincantes políticos, desde alfonsinos, carlistas y moderados, hasta republicanos y anarquistas.


La partida de la porra no dejaría de ser en estos momentos una curiosidad histórica propia de los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós si no fuera porque en los últimos cuarenta años hemos tenido que padecer nuevas partidas de la porra. De ellas hay dos conocidas de sobra: una que actúa en la Comunidad Autónoma Vasca y nuestra Comunidad Foral: la antigua jarrai hoy ernai, y arran-CUP en Cataluña extendiendo también tentáculos por Comunidad Valenciana y Baleares. Al fin de cuentas, jarraitus y arrancuperos no dejan de ser una partida de la porra, financiada y auspiciada desde el poder regional (por acción o por omisión), con objeto de perseguir cualquier disidencia política. Palizas a personas, amenazas de muerte, destrozos materiales tanto particulares como públicos, viejos métodos para nuevos tiempos. Solo nos falta el ricachón de turno al frente de la partida.

Hoy como ayer, la extrema izquierda (y sus aliados de la burguesía secesionista) con sus mismos métodos, intentando hacerse con el control total de las calles, de las instituciones y de la sociedad para implantar un régimen totalitario. En Navarra sabemos mucho de esto, ahora por desgracia también lo están padeciendo de manera masiva en toda Cataluña. Precisamente sucesos como la agresión a dos guardia civiles y sus parejas en Alsasua fue eso, una fechoría cometida por una partida de la porra, la que pretende coartar nuestra libertad, violentar nuestros más elementales derechos humanos y someternos al imperio de su voluntad. Por eso tenemos que construir el resto de la sociedad un frente común, judicial y policial, pero también político, cultural, educativo. Para que hoy, como en el siglo XIX, no triunfen ninguna partida de la porra, para que superemos estos amargos tiempos que nos ha tocado vivir, y las generaciones venideras vean a los jarrais y arrancuperos como vemos hoy a la partida de la porra, una mera anécdota histórica propia de unos episodios nacionales un tanto esperpénticos (por no decir otra cosa). De lo contrario, si los mamporreros triunfan, esta vez nos espera el gulag (campos de trabajos forzados en la URSS) o la emigración, tal cual.

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