ANAFE (Asociación Navarra para la Formación y el Empleo) y FOREM (Fundación Formación y Empleo Miguel Escalera) eran dos fundaciones vinculadas a Comisiones Obreras (CC.OO.) que venían desarrollando sus actividades formativas, sociales y de mediación, particularmente en el ámbito de la capacitación laboral. Durante más de dos décadas ofertaron, entre otras, cientos de cursillos formativos en Navarra, atendiendo a decenas de miles de usuarios que precisaban insertarse -o reinsertarse- en el mundo del trabajo; en el caso de ANAFE-CITE, orientados a la población inmigrante residente en la Comunidad.
Ambas entidades han presentado concurso de acreedores en el plazo de unos pocos días, de modo que unos 80 docentes, entre ambas, y un par de docenas trabajadores más, han ido a la calle. De nada les ha servido sus protestas ante el tratamiento recibido; recordando una y otra vez su vinculación con el sindicato madre.
CC.OO. lo lamenta, pero asegura que no eran trabajadores del mismo; de modo que han sido despedidos con las indemnizaciones al uso. Consejos vendo que para mí no tengo. Su especial vinculación con este sindicato, quien se presenta como adalid de los desfavorecidos, no les ha impedido ser arrojados a las delicias de la “legislación vigente”. De este modo, los trabajadores de ANAFE y FOREM han sido tratados con buenas dosis de hipocresía y doble moral tan características de ciertas izquierdas; en esta ocasión desde el sindicalismo de CC.OO.
El balance es muy duro: son muchos los trabajadores arrojados a la intemperie, con sus respectivos familiares, sus sueños rotos, la incertidumbre añadida propia de estos tiempos de crisis y remuneraciones decrecientes. Siempre les quedará opositar al Gobierno de Navarra, quien se muestra muy generoso con su oferta de empleo público (https://marcaempleo.es/2017/10/31/navarra-presenta-una-ope-2017-566-plazas/), pero sin el vascuence… mal vamos. Muy triste y muy duro.
Desde CC.OO., a modo de alegato exculpatorio, se afirma que las modificaciones legales en el reparto de las subvenciones para las acciones formativas y análogas les ha perjudicado, hasta el punto de hundirles los chiringuitos a nivel nacional y navarro (http://www.diariodenavarra.es/noticias/negocios/dn-management/contenidos/2017/10/19/el-centro-formacion-forem-en-concurso-acreedores-557389-2542.html). Pero, de ser cierto, ¿cómo explicar tan alta deuda económica acumulada durante varios años? Entonces, ¿no será que hay algo más? Y, en cualquier caso, ¿por qué no se hizo nada para rectificar semejante declive? Por último, ¿cómo es posible que se hayan comportado desde CC.OO. con estos trabajadores como si fueran desalmados patrones del “neoliberalismo salvaje” que siempre mencionan cada vez que abren la boca”?
En realidad, estas contradicciones, entre lo predicado y lo practicado, es una característica casi innata de la progresía al uso (http://www.navarraresiste.com/2017/10/jaume-roures-un-ricachon-amigo-de.html) Y un doloroso caso más de posverdad: lo que antes eran “prácticas salvajes”, ahora, en el caso de ANAFE y FOREM, deviene en “jarabe sindicalista”.
Pero tan lamentable quiebra puede y debe ser analizado más en profundidad, no en vano estos trabajadores, y tal vez muchos de sus alumnos, han sido víctimas de un sistema viciado; un modelo corrupto de sindicalismo adocenado e ineficaz.
Una de las estrategias desarrolladas para captar adhesiones, en una España con tasas muy bajas de afiliación sindical, fue el negocio -perdón, el sistema- de los cursillos de formación, tan necesarios para desempleados en un mundo en rápida evolución; tanto a nivel de capacitación laboral como de mutaciones profesionales. Subvencionados por las diversas administraciones estatales, en época de vascas gordas, múltiples operadores se lanzaron a la requisa de su chorrito de dinero público; entre ellos no pocos de filiación para-sindical. Fueron los casos de ANAFE y FOREM, bajo la personalidad jurídica de fundación indisimuladamente avalada por CC.OO. Pero tras unas décadas de esplendor, rutinas y, acreditadas no pocas prácticas corruptas, el negocio se vino abajo. A ello coadyuvó, y no poco, la crisis económica eclosionada en 2008 a nivel financiero y que ha sido el punto de partida de fenómenos como las deslocalizaciones, la precarización de las condiciones laborales, etc. Era necesario, pues, redimensionar el sistema y purificarlo, un poquito al menos, para salvar las apariencias; aunque fuera a costa de los más débiles, pues clases, oiga, sigue habiendo y no parece que los gerifaltes de “la confederación” y los patrones de esas fundaciones hayan salido muy perjudicados.
En el régimen del 78 –del que se repite constantemente que está en crisis- tanto CC.OO. como UGT –los dos mayores sindicatos y máximos beneficiarios en su ámbito de una legislación bastante análoga a la que rige los partidos políticos- perdieron definitivamente su carácter revolucionario, si es que alguna vez lo fueron; acomodándose muy gustosamente a la situación. Bajo un manto retórico y ritual de vanas soflamas, se convirtieron en un apéndice de las administraciones, a causa de su financiación mayormente pública, adoptando no pocas de las actitudes más negativas del funcionariado de vocación burocrática: ¿no resuenan en todo ello ciertas tonalidades cripto-comunistas?
Su deriva llegó al punto de perder el sentido de la realidad. Así, al calor de la globalización y la reciente crisis económica, se configuraba el precariado: unas nuevas generaciones en teoría muy bien formadas, a las que se había educado en la obtención del deseo a coste cero. Pero un mundo incontrolable y cambiante les presentó cara a cara una realidad muy distinta a tan altas como alabadas expectativas. Diversos actores lo advirtieron: así se explica en gran medida el éxito –en su día- de Podemos y sus diatribas populistas, desde una incuestionable base marxista-leninista, entre estos jóvenes y sus “padres” morales.
Con cierta coherencia inicial, desde Podemos, se intentó alguna incursión en el rígido mundo sindical: nos referimos a “Somos”. Pero aquella aventura no era congruente con sus propios orígenes familiares, pues buena parte de tanto falsario aspirante a “político de nuevo cuño” desembarcó desde CC.OO., las bases municipales de IU y diversos “organismos populares”, todos ellos dependientes de las subvenciones públicas. En definitiva: participaban de una misma cultura de lo público y su expresión más directa: las subvenciones.
En definitiva: los grandes sindicatos –los pequeños se han resignado a las migajas sobrantes del sistema- han sido incapaces de articular una respuesta lúcida y operativa hacia los “perdedores” de la globalización: hoy los jóvenes y despedidos mayores de 40 años, ¿mañana?
Con todo, los sindicatos siguen igual: carecen de una base significativa de afiliación y no gozan de prestigio social alguno. Pero, lo que a efectos internos implica, también empiezan a sufrir algunos efectos de la crisis económica: menos liberados, subvenciones algo más limitadas y bajo lupa, eliminación de una parte de sus privilegios…
En este contexto CC.OO. ha tenido la desfachatez de intentar colar sus errores al actual Gobierno de Navarra conjurado con el central, según su criterio, y sus nuevos modelos de acción pública. Pero, por Dios, seamos realistas: ¿los nacionalistas también son los responsables de la crisis de ANAFE y FOREM? A cada uno lo suyo. ¿No consistía en esto la virtud de la justicia?
Los nacionalistas serán muchas cosas, pero no tontos. No es que sean infalibles, ni unos superhombres, pero dada su rígida lógica interna, su potente motivación ideológica, el control social informal derivado de sus prácticas paramilitares, y unas estructuras siempre en guardia, las organizaciones de raíz separatista tienen un “plus” que les permite ir por delante. Si ese aditamento es fruto del fanatismo, la pura ideología o la mera praxis, ya es cuestión del gusto y particular combinación de cada analista. Por supuesto que, desde las administraciones públicas controladas por los separatistas se ponen todo tipo de palos en las ruedas de sus adversarios –del sector y color que sea-, pero es innegable que su tensión militante les permite anticiparse y trascender ciertos egoísmos que han anidado hasta la corrupción en estructuras más convencionales; llámense partidos al uso, sindicatos o fundaciones formativas. Y que quede claro que el “egoísmo de secta”, tan consustancial al mundo abertzale, es acaso el más dañino y perverso: ahí está su límite, pero también su capacidad subversiva del sentido común y la decencia hasta llegar a la distorsión existencial de grupos humanos enteros y sociedades como la nuestra.
LAB, ELA, STEE-EILAS, ESK, EHNE, HIRU, etc., ciertamente se adaptan y muy bien a todo aquello que pueda beneficiarles: no hacen ascos a nada; de modo que la legalidad es también una oportunidad, una brecha a explotar. Tamaña audacia, combinada con su falta de escrúpulos morales –subordinación de los intereses de los trabajadores a los de la “construcción nacional” o incluso al mismísimo terrorismo-, impuestas por su ideología totalitaria, les capacita para generar estructuras sindicales y otras empresas culturales mucho más elaboradas y estables que las recién fenecidas; no en vano, buena parte de sus apoyos se sustentan en el puro voluntarismo de unos militantes y próximos acostumbrados a afirmarse en todo espacio.
La sociedad está cambiando a un ritmo galopante, la globalización genera efectos imprevisibles y perversos… y los sindicatos siguen sin enterarse. En río revuelto, ganancia de… los más decididos. Pero esto es así en el ámbito sindical, del que venimos hablando, y en todos los demás.
Audaces fortuna iuvat. Mucho tenemos que aprender de este espíritu los que no somos nacionalistas.
Sila Félix
Además de todo esto, hay una variable que es la madre de todas las batallas: España ha dejado de ser gran receptora de fondos europeos para convertirse en contribuyente neto en la construcción de esta UE. Es decir, ya no llega la lluvia de millones del Fondo Social Europeo, y ese salto habría que haberlo preparado mejor, pero a todos los niveles, desde el Estado hasta la última asociación subvencionada.
ResponderEliminar¡Falso! de toda falsedad: han sido los propios gestores de ANAFE y FOREM; que se lo pregunten a sus trabajadores...
ResponderEliminarEntre todos las mataron y ellas solitas se murieron. Es lo que tiene no estar en nómina "del sindicato". Y es que la confedeeeeeración es muuuucha confedeeeeeración.
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