El Diario de Noticias de Navarra –el Menticias, para tantos- es el principal pregón, militante y voncinglero, del separatismo panvasquista y sus colaboracionistas navarros.
¿Qué les vamos a contar que no sepan? Pero no, por sabido, conviene olvidarlo o dejarlo pasar.
Es una obsesión suya: el Menticias y colaboradores se autoerigen en portavoces de cualquier causa que se presente como “humanitaria”, “progresista”, “moderna”, etc. “Eres lo que lees”, es su lema: tolerancia, compromiso... ¿puterío?
Frente al fenómeno de la prostitución existen diversas posturas: la abolicionista, la meramente “tolerante”, la prohibicionista… No entraremos en la legitimidad y razones –unas públicas, otras ocultas- de ninguna de ellas. Es evidente que no hay solución perfecta para tan compleja suma de problemáticas emponzoñadas. Pero no se puede permanecer indiferente –como seres morales que somos- ante este fenómeno delictivo -de alcance universal- inevitablemente asociado a la prostitución: la esclavitud de mujeres y hombres obligados a vender sus cuerpos. Ante cualquier forma de esclavitud: tolerancia cero.
Y, tratándose de prostitución, debe hilarse fino, muy fino.
Es incomprensible la publicidad prostibularia que diariamente ofrece el Menticias. Ellos, tan progres, modernos y libertarios: ¿han comprobado que ninguna expresión, de tan desvergonzada publicidad, esté ligada directa o indirectamente a alguna forma de esclavitud o trata de seres humanos?
Seguramente alegarán, sus gestores -quienes proporcionan espacios informativos ocasionalmente tanto a voces partidarias de la legalización como de la penalización a los clientes- que confían en la buena fe de sus anunciantes, o que estamos en una sociedad libre y que de no publicarse en sus páginas, los anunciantes buscarían otros medios. Muy bonito, pero no convencen a nadie. Su posición es pura hipocresía determinada por un frío cálculo coste/beneficio: ¿acaso está prohibida la publicidad prostibularia?, alegarán. ¿No?, pues, ¿de qué estamos hablando? Y punto. Fin de la polémica. Un ejemplo notorio de lo que antaño se llamaba moral laxa.
Tan pragmáticos empresarios guipuzcoanos siguen cierta línea de trabajo y negocio que ya emprendieron, algunos antepasados suyos, sin reparo moral alguno: nos referimos al tráfico de esclavos. Concretamente de esclavos negros.
Hoy día, sin duda, la expresión más conocida y sofisticada de esclavitud humana es la de carácter sexual; tan directamente vinculada con la prostitución de la que, la actualidad informativa, casi diariamente nos sorprende con nuevas tramas horripilantes; felizmente desarticuladas por los diversos cuerpos policiales.
En la larga Historia de España, la esclavitud tiene un particular espacio del que nadie puede sentirse orgulloso. Ciertamente, existieron cautelas legales -como la posibilidad de que los esclavos pudieran acogerse a los jueces en defensa de sus intereses- totalmente desconocidas e inimaginables para franceses (recuérdese el Código Negro), ingleses, holandeses y, en cierto modo, portugueses. Y fueron muchos los viajeros extranjeros asombrados ante el trato, más bien benévolo, que padecían los esclavos de los dominios españoles.
Más información (podcast de Memorias de un tambor): https://www.ivoox.com/44-esclavos-audios-mp3_rf_16667307_1.html
Existía por entonces, ciertamente, una notable ambigüedad moral, por decirlo suavemente, pues en última instancia, por mucho que se mitigara: ¿cómo justificar moralmente la esclavitud? Pero, al menos, nuestros antepasados se lo planteaban. Acaso por ello, los españoles “dejaron hacer” a otros: en su inmensa mayoría, los traficantes fueron ingleses, franceses, portugueses, holandeses… No estaba bien visto traficar con seres humanos entre españoles. Pero hubo excepciones. Es triste, pues, reconocerlo: hubo negreros entre los españoles de antaño. Y, a destacar entre tales próceres del humanismo, mayormente… ¡guipuzcoanos!
Dos publicaciones al respecto de la trata de esclavos por parte de vascos
En 1997 se publicó el libro de José Antonio Azpiazu Esclavos y traficantes. Historias ocultas del País Vasco (Estudios). No gustó demasiado, pues era un mito muy extendido el que afirmaba que los vascos en general, y los guipuzcoanos en particular, siempre habrían sido preclaros adalides de toda causa humanitaria.
De este modo se reveló que Juan de Zabala, aunque su apellido completo era Zabalairala, ya era uno de los principales negreros a principios del siglo XVI.
Pero la relación de los guipuzcoanos con la esclavitud venía de lejos. Así, uno de los principales conquistadores de Méjico, Juan de Oñate, participó en el tráfico de esclavos en el golfo de México.
Posteriormente, entre los súbditos de Felipe IV y Carlos II, que se lanzaron a tan siniestros negocios, también figuraban vascos; no en vano muchos formaban parte y controlaban buena parte de la administración pública y el comercio de entonces.
De semejante nueva generación de negreros, del primero que se tiene constancia escrita (Archivo General de Indias, Escribanías 1028 B, expediente 9) es de un capitán natural de Oiartzun: Ignacio de Maleo.
Anuncio en un antecesor del Menticias
Otro fue Juan Antonio de Basabe, empleado como administrador -en la práctica capitán- del navío San Juan Bautista (Archivo de Indias, Contadurías 1598).
Entre 1714 y 1793, el tráfico de esclavos sufrió un cambio: serán los británicos quienes lo monopolicen a resultas de la Paz de Utrecht.
Pero Carlos IV decidirá reabrir el comercio libre de esclavos africanos para todos sus súbditos en 1793 (Archivo General de Indias, Contadurías 1598). Nombres de resonancias guipuzcoanas de esta nueva singladura, serán, entre otros: Diego de Gardoqui, Francisco de Aizpurua, Silvestre de Yarza.
De próceres de la Humanidad, nada de nada. Lecciones morales, ninguna. Tampoco los del Menticias. Y es que de casta le viene al galgo.
Sila Félix
La coherencia nunca ha sido seña de identidad de los progre-separatistas. Vamos a ver qué van a ir publicando sobre la pseudo-huelga del 8 de marzo y la dignidad de las mujeres.
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