Al universo de las ONG’s les caracteriza -teórica y principalmente- su invocación a la solidaridad de la ciudadanía occidental más “beneficiada” en favor de causas, generalmente lejanas, a las que ponen rostro; propiciando su empatía y generosidad económica.
Su celo proselitista, con los años, ha ido ganando audacia y agresividad: hasta el punto de atacar a las iglesias “oficiales”, chantajear emocionalmente a sus posibles donantes por medio de depuradas y descarnadas técnicas de merchandising, y exigiendo su parte alícuota presupuestaria directa a Estados nacionales y demás administraciones públicas. Para ello se han arrogado el papel de “conciencia moral de la humanidad” en detrimento de otros actores internacionales más tradicionales (las viejas aristocracias caritativas, los sucesivos papas católicos, el Dalai Lama…); bien devaluados por desprestigiados, ya arrinconados.
Las recientes noticias que han desvelado, a nivel mundial, la existencia de verdaderos grupos delictivos en niveles directivos de algunos de esos oráculos universalistas -pero también en sus niveles activistas “a pie de calle-, indican en su conjunto que varias cosas no han funcionado.
En primer lugar: no han existido medios de control internos eficaces, tampoco externos, de posibles ejercicios despóticos, parasitarios y depredadores del poder; de las diversas formas de poder. Todo lo que tales elites mundialistas vienen exigiendo, con motivo, a otras instancias, no se lo han aplicado a ellas mismas. De tal modo que sus supuestas “auditorías” externas, tan publicitadas ellas, no eran más exigentes y rigurosas que las -en su día- realizadas por la Hacienda Foral Navarra a Osasuna.
En segundo lugar, su discurso victimista y culpabilizador, dirigido a los ciudadanos de Occidente y especialmente hacia los de creencias cristianas, ha demostrado ser pura palabrería y justificación ideológica de grupos de poder delictivos de carácter transnacional.
En tercer lugar, semejantes delitos, todos ellos acallados durante años y años, se han producido con independencia de la matriz sociológica de la entidad depredadora causante: ya procediera de ámbitos cristianos progres (Oxfam), la Internacional Socialista (Médicos Sin Fronteras), o el super-gobierno mundial de Naciones Unidas (ACNUR).
Finalmente, su práctica ha desvelado que su humanismo universalista –versión moralista del pensamiento globalizador políticamente correcto- es pura superestructura ideológica, una absoluta impostura sentimentalista indiferente al sufrimiento concreto de personas y pueblos, al servicio de elites ignotas e incontroladas.
A resultas de tales denuncias mediáticas, en su conjunto, tales ONG’s han quedado seriamente “tocadas”, tanto en su credibilidad como en su honorabilidad. Si a sus empleados y asociados los han tratado así (recuérdese a los cientos de voluntarios de los que sus directivos abusaron sólo en tiendas ubicadas en la propia Gran Bretaña), ¿cómo perciben realmente a sus donantes anónimos? Si han desviado dinero destinado a emergencias humanitarias para sexo y drogas, aprovechándose del hambre y la extrema necesidad de tantos hombres y mujeres a quienes han prostituido, ¿hasta dónde y por cuánto han arrastrado también a las prestigiosas empresas auditoras que avalarían sus actividades?
Han mentido como bellacos, sin vergüenza alguna, sin límite conocido: directivos, auditores, comunicadores... Entonces, ¿deben salirse de rositas? ¿Y sus corresponsales navarros? Pues han callado como…, como si no fuera con ellos.
Desde una conciencia cívica elemental y el sentido común, los ciudadanos navarros debemos exigir varias cosas:
1.- Ni un euro de las administraciones públicas para Intermón-Oxfam (¡qué contentos se mostraron cuando se desvincularon de los jesuitas años atrás!), ACNUR y Médicos Sin Fronteras.
2.- Fiscalización pública de sus delegaciones operativas en Navarra.
3.- Cese de las donaciones privadas hasta que tales ONG´s acrediten mecanismos de control y de compensación del daño causado. Y no basta con que algunos directivos hayan dimitido: los culpables deben pagarlo con la cárcel. Y si es en prisiones de Haití, mejor que en su casa.
Ya basta de lecciones morales y de chantajes emocionales. Los ciudadanos somos adultos y donaremos tiempo y dinero a la causa, ONG u operador, que nos dé la gana y no a las que nos sugieran las Administraciones públicas y la publicidad de los siempre interesados medios de comunicación.
¿Recuerdan?: “En tu declaración de la renta marca Fines Sociales” ¡¡¡Y una m…!!!
Sila Félix
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