Pamplona y sobre todo su Casco Antiguo han de ser el nuevo macrogaztetxe de la bildurrianada. Para ello están trabajando con ahinco Asirón y su equipo. Ahora los atacados son los comerciantes del centro de la ciudad, que están viendo que las medidas de "amabilización" llevadas a cabo por el Consistorio se están traduciendo en la desertización de sus tiendas, con pérdidas de entre el 10% y el 30%; y aquí nadie puede protestar porque si no ya te mandarán a un borroka que te redecore el escaparate de un adoquinazo.
Las cosas son así: bajo la excusa de crear una Pamplona más sostenible, los del cambiazo están ahora aislando el centro de una ciudad pequeña que no ha tenido problemas notables de circulación y aun menos de contaminación. Mediante la eliminación de plazas de garaje y las restricciones de tráfico aderezadas con cientos de multas de todo menos amables, el consistorio bildu-podemita está logrando que los habitantes del resto de Pamplona y su comarca pasen olímpicamente de meterse en el berenjenal de ir de compras al centro de la ciudad, ya irán a lo sumo el fin de semana a tomarse unos potes por los bares del Casco Antiguo.
Los comerciantes del centro no son los únicos en pie de guerra, la sombra del nuevo modelo urbanístico planea sobre otros lugares de la ciudad como Pio XII: una de las avenidas más amplias de Pamplona, con buenas aceras y un número razonable de aparcamientos. Aquí el Consistorio amenaza con convertir la avenida en un infierno circulatorio, mediante la introducción de un carril bici redundante puesto que ya discurre otro por una calle paralela, un carril bus en una avenida en la que el transporte público no tiene significativos problemas para discurrir, y la ampliación de unas aceras que se encuentran entre las más anchas de la ciudad. Todo esto, ideica del concejal podemita Spider-Cuenca, que ha dejado patente en alguna ocasión sus prejuicios clasistas hacia los vecinos del Pio XII.
Manifestación de vecinos y comerciantes de Pio XII en contra de la problemática remodelación de su calle
Volviendo al centro de Pamplona, la contestación de los comerciantes al modelo aislacionista del Casco Antiguo y el Primer Ensanche tomó forma la semana pasada mediante una campaña de carteles colocados en los propios establecimientos disconformes. La respuesta de la purria proetarra no se hizo esperar: en Redes Sociales comenzaron a elaborar listas negras de comercios y una piara de abertzales se presentó en alguno de ellos haciendo amenazas veladas respecto a la integridad de sus escaparates. La respuesta esperada en una ciudad anormal como Pamplona, con importantes déficits democráticos que impiden la libertad de expresión plena de sus vecinos, cuya libertad es coartada de forma sistemática por la gentuza asilvestrada de siempre.
Algún mierda bastante miserable como Daniel Saralegi, coordinador de EH Bildu en Pamplona, llegó a afirmar que esta campaña era en realidad una conspiración de la derecha en contubernio con el Corte Inglés; para luego jactarse del "cambio de opinión" de algunos comerciantes que retiraron los carteles, tras ser señalados o incluso amenazados, claro está. Mientras, el alcalde batasuno afirmaba de forma socarrona en una entrevista para Navarra Televisión, que no le constaban ese tipo de presiones y que si quienes habían denunciado públicamente ese tipo de amenazas no lo denunciaban a la policía, a lo mejor es que era una "mentirijilla".
Medidas como esta, bajo la bandera de la sostenibilidad precisamente fomentan modelos poco sostenibles en un futuro no muy lejano, al redireccionar a los ciudadanos a las grandes superficies situadas en la periferia de la ciudad, lugares a los que se pueden desplazar y aparcar sin muchos problemas. Este modelo tiene más de useño que de europeo y parece que al concejal Cuenca le gusta porque no es ningún tonto.
Mientras escribo esto, el Navarra.com informa de que durante la madrugada, algún grupo de abertzales irredentos se ha dedicado a pegar panfletos al lado de los comercios que aun no han retirado los carteles en contra de la desertificación de sus tiendas. Los mensajes son muy amables como podemos ver, deseando que estos comerciantes se vayan del barrio. Las cámaras de seguridad ciudadana situadas por todo el centro de la ciudad serán incapaces de identificar a esta recua, como es obvio. Son cámaras incapaces de ver a un grupo de acosadores de la cuerda del alcalde, pero que aun sin audio son capaces de escuchar amenazas al alcalde que después se demuestran inexistentes mediante resolución judicial.
El mensaje está bastante claro: si eres comerciante en Pamplona y las medidas aislacionistas del Consistorio te están arruinando, te jodes y cierras. No tienes ningún derecho a protestar. Se ve que lo del cambio en realidad consistía en darle las obras públicas a Erri-berri, pero algo bueno pueden traer la desastrosa gestión del consistorio bildu-podemita y es demostrar la incapacidad de la extrema izquierda para la gestión pública y que los vecinos de Pamplona aprendan aunque sea al golpe y queden vacunados al menos por una década.
Hispano
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