En estas últimas semanas la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares anda un tanto revuelta (no es para menos) con el "decretazo" que impone el catalán a todo el personal sanitario que preste sus servicios en la sanidad balear. Y el problema no se queda ahí, ya que el gobierno de la socialista señora Armengol prepara una ley de imposición lingüística del catalán más ambiciosa y radical que la actualmente existente en la mismísima Cataluña.
El actual tripartito balear, si bien no ha saltado tanto a los medios de comunicación, en una legislatura está imponiendo desde las instituciones una política pancatalanista nunca antes vista en las Baleares, y eso que ya llevan décadas de pancatalanismo impulsado no solo desde la izquierda o el separatismo pancatalanista. Sin embargo, la radicalidad y el extremismo del actual ejecutivo sociata-separata nos enseñan que ningún gobierno anterior se había atrevido a llegar tan lejos. Y precisamente este extremismo ha puesto en pie de guerra a buena parte de la sociedad balear.
Imágenes de algunas de las movilizaciones que recientemente se han dado en Aragón, Valencia y/o Baleares frente al “Anschluss” pancatalanista en el resto de territorios de la antigua Corona de Aragón.
No solo llevan meses de manifestaciones o declaraciones políticas, desde la sociedad anuncian la creación de una entidad para luchar contra el pancatalanismo (Sociedad Civil Balear, al estilo de Sociedad Civil Catalana), o la conversión del Círculo Balear en el partido Actúa Baleares. Podemos comprobar cómo otra región hermana está sufriendo desde hace décadas el intento de anexión por la fuerza (“Anschluss”) del separatismo pancatalanista y, lejos de amilanarse, las gentes de bien están organizándose y saliendo a la calle a protestar y a reivindicar su derecho a ser español y balear, a la libertad lingüística y al paso que vamos, a la libertad frente a una opresión del neofrentepopulismo (izquierda + extrema izquierda + separatismo) cada vez más cercana a cualquier dictadura pura y dura.
Baleares lleva en estos momentos la voz cantante contra el expansionismo pancatalanista fuera de Cataluña, pero en Valencia y Aragón no son pocas las movilizaciones y las cada vez mayores iniciativas frente al “Anschluss” separatista pancatalanista, impulsado por formaciones del estilo Compromís, Mes o CHA, pero también secundadas por Podemos y parte a veces importante del PSOE regional (solo se salva en parte el PSOE de Aragón y alguna excepción del PSOE de Valencia).
Los separatistas panvasquistas o pancatalanistas nunca han ocultado que su intención final (aparte de la independencia) es declarar los idiomas regionales únicos oficiales y arrinconar al castellano como si de una lengua extranjera se tratara, o peor.
Pues bien, frente a unas sociedades (balear, aragonesa y valenciana) cada vez más concienciadas, movilizadas y luchadoras, contrasta una Navarra que si bien ha sabido y podido mantenerse durante las últimas cuatro décadas como Comunidad política diferenciada de la C.A. Vasca, precisamente ahora con un cuatripartito neofrentepopulista de extrema izquierda y separatistas (Batasuna incluida) no está sabiendo, pudiendo o ambas cosas organizarse y luchar como es debido.
Si bien es cierto que la manifestación celebrada el pasado 3-J del 2017 fue un éxito, no resulta menos cierto que llevamos casi tres años de cutrepartito con el sucedáneo de Herri Batasuna co-gobernando y la sociedad navarra, lejos de seguir el ejemplo de movilización y organización constante anteriormente descrito parece un tanto adormecida, habiendo delegado dicha función en la mera labor institucional de los partidos de la oposición. Esperemos que en el año y medio que queda de cuatripartito la sociedad navarra despierte de su letargo, se organice, se movilice y podamos sentar las bases no solo del fin del actual cuatripartito (o evitar otros cuatripartitos donde incluso cohabite el PSN-PSOE), y que poco a poco se vaya arrinconando y derrotando a los anexionistas panvasquistas. Y para ello toca mojarse, organizarse y movilizarse...
Con una ley de símbolos que continúa derogada, si le añadimos la inmersión lingüística en ciernes o el blanqueamiento del terrorismo etarra, ¿que más necesita Navarra para volver a salir a la calle?
En Navarra tenemos un reciente Decreto del euskera que ha sido recurrido por cuatro sindicatos. Recordemos que no solo afecta a los funcionarios, sino también a las empresas privadas cuando quieran participar en algún proceso de contratación.
ResponderEliminarY esto es solo el principio.