El teniente coronel Arnaud Beltrame, ¿ha sacrificado su vida por cristiano, o por militar y oficial? Los riesgos de reducir lo sucedido únicamente a su compromiso católico han sido rápidamente barridos por el anuncio de su pertenencia, a partir de 2008, a la Gran Logia de Francia [N. del T. la masonería regular]; misterio de una vida cristiana en marcha. Otro riesgo, no menos real, es el de una visión laicista de su compromiso; mientras que la vida de fe de nuestro héroe nacional era evidente, e incluso radiante.
¿Soldado cristiano o gendarme republicano? Buscar la distinción es lo mismo que favorecer una representación artificialmente dividida del compromiso público, muy frecuente en algunos oficiales. “Soy cristiano, suelen decir, pero eso pertenece a mi esfera privada y, en mis funciones, soy capaz de tomar decisiones directamente contrarias a mi fe”. Una de las lecciones que podemos extraer del ejemplo dado por Arnaud Beltrame es que un verdadero servidor cristiano del Estado no sabría vivir en esta dualidad. Al contrario, la coherencia entre lo íntimo y lo público es lo que le confiere su verdadera fuerza.
Los valores que empujan a los «centinelas de la sociedad» están muchas veces en las antípodas de aquellos que mueven a esa misma sociedad. El espíritu de sacrificio, inculcado en el Ejército desde la formación inicial, choca con el individualismo contemporáneo. La cohesión del grupo, la fuerza del binomio, la capacidad para aceptar el sufrimiento, dar lo mejor de uno mismo, continuar la misión incluso en unas condiciones adversas… todo ello choca con el ambiente materialista, el hedonismo, el egoísmo. El ideal mismo de una vida consagrada a aquello que la sobrepasa (el bien común) es inversamente proporcional a la horizontalidad desesperante de una laicidad convertida muchas veces en laicismo o ateísmo militante.
Esta dicotomía entre los valores de la sociedad y los exigidos a los servidores del Estado, encargados de la seguridad de aquélla, provoca muchas veces, en estos últimos, verdaderas implosiones morales (desconexión interior, estados de máximo estrés,…). Es una urgencia profesional para ellos, para sus instituciones, el encontrar las bases filosóficas, éticas y metafísicas del sentido de sus acciones. En este camino, es evidente que, entre ellos, aquellos que tienen la suerte de ser portadores de la fe cristiana por transmisión o por búsqueda personal, tienen ya una gran ayuda. En efecto, muchos de esos valores encuentran su desarrollo en la moral cristiana, y la gracia operativa de Dios a través de los sacramentos les proporciona un socorro muy valioso.
Pero, en materia cívica, la ética cristiana encuentra la mayor parte de sus fuentes en la filosofía griega, en particular en Aristóteles y Platón. Transmitida a lo largo de la Edad Media, esta ética ha irrigado en profundidad nuestra conciencia europea. Pensamos en particular en el desarrollo de la caballería, permitiendo cristianizar, civilizar, el uso de la fuerza al servicio de aquello que sobrepasa el interés inmediato, al servicio de un soberano, en el respeto del débil, de la mujer, del huérfano, y de los derechos de Dios.
Hoy en día, encontrar el sentido del bien común, conocer los fundamentos filosóficos y las exigencias en la acción, es una necesidad vital para todos los servidores del Estado… y más lejos, en el marco de nuestra lucha contra el terrorismo, para todos los ciudadanos. Cualesquiera que sean sus convicciones religiosas, filosóficas, políticas (y entendemos aquí lo que quiere decir la neutralidad de los militares), el servidor armado del Estado debe haber adquirido, muy pronto en su formación, una íntima convicción. Aquélla que le empuja en el momento de crisis: que el sacrificio último de la vida merece la pena, incluso si la sociedad misma que debe defender no lo comprende realmente. En este arduo camino, la figura heroica de Arnaud Beltrame nos ofrece un testimonio más. Que su sacrificio sea portador de renovación y de valentía para nuestra patria.
Un artículo de P. Christian Venard, traducido por Calíope
[Nota en el original]: El padre Christian Venard es capellán militar desde hace veinte años. Ha acompañado a las tropas francesas en muchas operaciones sobre el terreno y recibido el último aliento de dos paracaidistas asesinados por Mohammed Merah el 15 de marzo de 2012. Es autor de “Un sacerdote en la guerra“ (Tallandier, 2014) y coautor de un libro que trata la cuestión del sentido del compromiso: “La densificación del ser” (Ed. Pippa, 2018), libro que nos ha particularmente interesado en el contexto de la muerte del teniente coronel Beltrame.
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