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lunes, 23 de abril de 2018

ETA dice que se va, pero se quedan sus manadas (la de Alsasua, Sortu, Ernai, Kalera Kalera, LAB, AEK…)


El primer error de apreciación cometido ante el nuevo comunicado de ETA, fechado el pasado 8 de abril, ha sido tratar de comprender sus “claves” desde una perspectiva democrática “normalizada”, “burguesa” o al uso.

Ante todo debemos insistir –como premisa fundamental- en que no disfrutamos de una situación democrática “normalizada”; no en vano seguimos padeciendo, en no pocas ocasiones de manera casi inconsciente, múltiples secuelas psico-sociales, fruto de décadas de brutal terrorismo perpetrado unilateralmente por ETA y sus apoyos, y con la progresiva penetración capilar y social de sus “comisarios” sectoriales.

ETA emitió este enésimo comunicado, ante todo, para motivar a sus bases sociales animándoles a participar en una nueva manifestación “nacional” en favor de “sus presos” en Bilbao; tal y como acaeció el sábado 21 de abril. Año tras año. En la misma línea, y con su característica precisión paramilitar. De tal modo, los manifestantes pudieron percibir que todas las miradas (comentaristas, medios de comunicación españoles y extranjeros) continuaban dirigiéndose hacia ellos y, lo que les motiva particularmente, hacia la vigencia de la “agenda” política dictada por ETA; igualmente marcada, al igual que en las convocatorias anteriores, por su apremio a que los terroristas todavía en cárceles -cada vez muchos menos, por cierto- sean “acercados” y, en última instancia, excarcelados. Todo ello con el estímulo adicional derivado del hecho de que, desde “el Estado”, no se realizan apenas esfuerzos dirigidos al esclarecimiento de los más de 300 asesinatos perpetrados por los amigos de los manifestantes; lo que les genera una embriagadora y chulesca sensación de relativo triunfo, invulnerabilidad e impunidad.

Simbólica y psicológicamente, el que ETA siga “velando” por “la causa” y “la salida” para sus “entregados militantes”, ha sido fundamental -hasta el día de hoy- para la cohesión y movilización de toda su base social. En esta nueva etapa era necesario preparar su transición hacia otro modelo organizativo aparentemente menos “militar”; y en ello están. No ha habido “caídas del caballo en el camino a Damasco”, en su versión demo-burguesa; no seamos ingenuos.

ETA fundó, impulsó y controló, a lo largo de su historia y desde sus mismos inicios, toda una amplia variedad de movimientos sectoriales: partidos políticos (los que dieron lugar a la Mesa de Alsasua, Herri Batasuna, Euskal Herritarrok, Partico Comunista de las Tierras Vascas, Sortu…), juveniles (IAM, del que mucho podría contar Koldo Martínez, GAI, EGAM, AIA, Jarrai, Haika, Segi, Ernai), sindicales (LAK, LAB, EHNE, HIRU), feministas (Egizan), para niños (Kimuak), euskaldunizadores (AEK), editoriales (Txalaparta), mediáticos (Punto y Hora de Eukal Herria, Egin, Gara), internacionalistas (Askapena), ecologistas (Eguzki), municipalistas (Asamblea de Municipios Vascos), comisariados semiclandestinos de control políticos (EKIN), redes recreativas y tabernas (Herriko Tabernas), emisoras de radio -legales o alegales-  pero siempre euskaldunes, su red de asociaciones de vecinos totalmente controladas, clubs de montaña (propios o infiltrados), grupos de teatro, rock radikal vasco, rap radikal euskaldun, etc., etc.  


Se afirma, de modo casi unánime, que ETA se irá en mayo; y que, de hecho, ETA habría sido derrotada y ya estaría muerta. Pero, observemos un hecho incuestionable: ¡¡¡TODAS sus extensiones permanecen intactas!!! Y su “cultura”, espíritu, estilo, agenda política, mentalidad militante… ¡su base humana! Además, es evidente que no han renunciado a ninguno de sus objetivos de siempre; por lo que persisten construyendo y extendiendo su subcultura de naturaleza totalitaria.

No es fácil cambiar de “estilo de trabajo”: de la transmisión de directrices de arriba hacia abajo, con pulsión y precisión militar, a un modelo “democrático” al uso. Es más, ¿realmente lo pretenden?, ¿les interesa siquiera?

A modo de ejemplo, que cuestiona su sinceridad y voluntad reales, veamos algún indicio inquietante.

ETA desde que nació se empeñó, entre otros muchos objetivos de todo tipo y múltiples motivaciones, en demoler el Monumento a los Caídos de Pamplona. Entre sus sucesivas actuaciones (atentados, movilizaciones, etc.) hay que recordar que asesinó a dos miembros de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz; la institución canónica que le proporciona vida religiosa y a la que desde los medios abertzales se sigue injuriando y poniendo en la diana: D. Alberto Toca Echeverría (el día 8 de octubre de 1982 en Pamplona) y D. José Luis Alcocer Jiménez (13 de abril de 1984, también en Pamplona); tal y como se afirma en el libro “Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo” (Víctor Javier Ibáñez, Ediciones Auzolan, 2017). Pues bien. ETA ya no matará físicamente, pero sus seguidores “políticos” persisten en seguir “matando” el diálogo, la convivencia normal, ¡hasta la Memoria histórica!, imponiendo sus tesis por encima de todo. Así, el día 19 de septiembre de 2015, cuando ETA “ya no mataba”, el alcalde foráneo de Pamplona, Joseba Asirón, se negó a entrevistarse con la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, interesada en dialogar por lo que respecta a su naturaleza, situación del Monumento, perspectivas del mismo, rol jugado en la cripta, etc., entendiendo que nada tenía que hablar con ellos: “No sé qué legitimidad tienen para que tengamos que debatir nada” https://www.naiz.eus/eu/hemeroteca/gara/editions/2015-09-19/hemeroteca_articles/asiron-queremos-entregar-los-restos-de-mola-a-su-familia). Asirón: ¿un perfecto demócrata o un matón facineroso –al menos en el segundo sentido del diccionario RAE- de libro?

Una prueba -lo anterior- de que su estilo y espíritu siguen participando de la misma naturaleza que marco toda la vida articulada por ETA, al servicio de su estrategia, sin resquicio alguno de humanidad, y con una voluntad de anular, aniquilar o aplastar a quienes concebía, y sigue tratando, como enemigos políticos.

Perviven, por otra parte, muchos interrogantes. Por ejemplo:

- La actual dirección real de todas las organizaciones que integran la autodenominada “Izquierda Abertzale Oficial” (IAO, así trata de diferenciarse de algún grupúsculo nostálgico del terrorismo “a la antigua”, que todavía pulula), incluida ETA, ¿es la cúpula de Sortu, que dirige su coalición EH Bildu y demás “organismos populares” o sigue siendo la de ETA? Es más, ¿no es la misma para ambas? Seamos realistas: nada puede afirmarse con absoluta convicción; lo que no puede ser bueno para una democracia.

- ¿Publicarán –desde el entorno de ETA- antes que tarde, las actas de los encuentros mantenidos a lo largo de todos estos años con representantes –oficiales u oficiosos- de los sucesivos Gobiernos españoles y de los partidos que los sustentaban? En definitiva, 

- ¿sabremos todo lo que ha sucedido, realmente, a lo largo de estos terribles años?
Una cuestiones muy concreta: ¿mantienen arsenales de “reserva”?

- Su apuesta por la vía democrática e institucional: ¿es sincera o se reserva volver a las andanzas de no prosperar adecuadamente sus objetivos intermedios y finales?
Cansa hablar de ETA. Aburre. Agota. Pero sobre todo, ¡¡duele!! Pero no podemos mirar hacia otra parte: en tal caso, les facilitaríamos mucho sus objetivos.

La Izquierda Abertzale Oficial, cualquiera que sea su denominación y sector de acción, difícilmente podrá considerarse un contendiente democrático como cualquier otro del panorama político-social español: su naturaleza intrínsecamente totalitaria lo impide. Muchos cambios debieran acreditar para una “homologación” creíble; entre otros, facilitar el esclarecimiento y el castigo de cientos de crímenes sin resolver. Y es evidente que no hay intención alguna de ello.

En mayo, tal vez, ETA afirme haberse disuelto. Pero, en cualquier caso, permanecerá toda su maldita y perversa obra. De normalización, nada de nada.

Sila Félix

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