El día 30 de junio se conmemora en Navarra la batalla de Noáin. Este año se van a realizar un serie de conferencias sobre esta batalla realizadas por personajes como Mikel Sorauren, Xabier Irujo… todos ellos de clara tendencia nacionalista. En el cartel anunciador aparecen dos perros con collares con las banderas de España y Francia mordiendo un mapa de Navarra, el País Vasco y la Baja Navarra, intentando quedarse con una parte del territorio. Es preocupante que supuestos historiadores intenten utilizar la historia para sus fines políticos.
En 1512 un ciudadano de Navarra no tenía ni idea por qué estaba luchando. Cada ciudadano seguía a su señor. Si su señor estaba a favor de los castellanos se unía a ellos, y si estaba al lado de los franceses hacía lo propio.
Navarra se encontraba en medio de dos potencias mundiales, España y Francia. Su supervivencia dependía solamente de con quién podía aliarse si con Francia o con España. Navarra no luchaba por su independencia por dos razones fundamentales: 1- Navarra estaba dividida en dos facciones que defendían la integración en Francia o en España; 2- Las élites navarras buscaban sus beneficios propios.
En el siglo XIV nace el colegio español de Bolonia. Había en las élites españolas un sentimiento de pertenencia a una comunidad común. Sancho III el Mayor firmaba como Rey de las Españas. Es decir, en todos los reinos de la Reconquista sí había un sentimiento, por lo menos en las élites, de pertenencia a ese destino común que es España. En los pueblos de Castilla o de Aragón no había un sentimiento de pertenencia tampoco a algo superior. Los pobladores de la España cristiana sabían que había un enemigo común que era el mundo musulmán.
En los altos de Salinas de Navarra, sobre el río Elorz y a la vista desde Noain, los abertzales erigieron este monumento a la batalla de Noain que es más feo que un frigorífico por detrás.
Existe un libro titulado “Aspectos militares de la anexión de Navarra Aspectos militares de la anexión de Navarra (1512-1521). Aportación de la provincia de Guipúzcoa, el señorío de Vizcaya y las Hermandades de Álava a la conquista de Navarra”, escrito por el historiador Jesús María Ruiz, aquí transcribimos lo que el autor señala sobre la batalla de Noáin:
“Asparrós no esperó a las guarniciones de Pamplona y otras villas y se lanza al combate contra un ejército tres veces mayor que el suyo. Sabía Andrés de Foix que el combate era inevitable.
Andrés de Foix coloca a sus hombres al abrigo de los montes, mirando hacia el sur, adosadas la sierra de Arraniaga o del Perdón, y dejando expeditas las rutas de retirada hacia Pamplona.
Los franceses acampan en el puerto de Subiza, por donde pasaba el camino real de Puente la Reina a Pamplona, y creía que no le podía pasar nada, teniendo las macizas estribaciones de la sierra cubriéndole las espaldas, y asegurando la facilidad de comunicaciones con Pamplona donde estaban concentradas sus fuerzas de reserva y sus aprovisionamientos.
Él creía que no podía ser rodeado, pero los españoles, guiados por Francés de Beaumont, dieron un rodeo de más de diez kilómetros por su derecha, salvando la sierra del Perdón, y llegaron a la llanura de Pamplona, con lo que cortaron la vía de retirada al ejército galo.
En la vanguardia de las tropas castellanas estaban los guipuzcoanos al frente de los que estaba Juan Pérez de Ainziondo, los cuales atacarían los flancos y la retaguardia impidiendo la retirada de los bajo-navarros.
El 30 de junio llegaban los españoles a la cuenca de Pamplona, habían cortado la retirada a los franceses y podían, cuando quisieran, obligarles a la batalla. Acamparon, esperando y espiando los movimientos del ejército francés, en los pueblos de Barbatáin, Esquíroz y Noáin.
Los franceses se dieron cuenta de que la situación era muy grave, pero, en vez de esperar la llegada de refuerzos desde la capital, atrapando entre dos fuegos a los españoles, abandonan sus posiciones defensivas rápidamente y a las seis de la tarde atacan al ejército español. Estaban intentado evitar que nuevas fuerzas enemigas los encerraran en un cerco sin salida. Este combate estaba teniendo lugar en Noáin, a poco más de cinco kilómetros de Pamplona. Era el 30 de junio de 1521.
El ataque francés fue inesperado para los españoles. Los españoles estaban instalando el campamento y repartiendo el rancho.
La artillería barría los prados donde estaban las fuerzas españolas.
Al comienzo el fuego eficaz de la artillería francesa y la carga de la gendarmería hizo replegarse a los españoles, pero el contraataque del almirante de Castilla, que estaba al mando de la caballería, logra equilibrar la situación. La gendarmería francesa destrozaba un flanco de la infantería española. La caballería del Almirante de Castilla rodea a los franceses.
Por fin, la disciplinada infantería española se rehace y, cuando pudo maniobrar, logró apoderarse de la artillería francesa, los 2.000 gascones que la protegían huyeron ante la avalancha castellana. Los soldados españoles giraron los cañones franceses y comenzaron a bombardear a las fuerzas francesas, lo que provocó estragos en sus filas.
Ante esta situación, la desbandada fue general en el ejército francés. Según Alesón hubo 5.000 muertos entre los franceses. Entre los muertos estaban más de la mitad de los jefes. Se hicieron miles de prisioneros, entre los que destaca Andrés de Foix, que se rindió a Francés de Beaumont tras caer ciego y herido, por él se obtuvo un rescate, posterior, de 10.000 ducados. Perdieron toda la artillería. Por parte española y de los navarros hubo un millar de muertos o heridos.
La de Noáin fue la única batalla campal de la guerra y la más decisiva. Las guarniciones de Navarra y las de otras localidades se retiraron, pero el dominio de los pasos pirenaicos y de las Tierras de Ultrapuertos no quedó asegurado.
Una de las causas determinantes de la derrota francesa fue la debilidad de la infantería, insuficiente, poco diestra e incapaz de defender sus cañones”.
Santos Ladrón
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