Sentimientos aparte, hay muchas personas que sueñan que la ruptura de España traerá numerosas arcadias felices en los “neu estats” que suplantarán a la nación española. Brotará leche y miel, y sus ciudadanos inmensamente felices tocarán con las palmas de sus manos el paraíso perdido de Adán y Eva. Se solucionarán todos los problemas socioeconómicos, brillará la paz y armonía en una felicidad nunca antes conocida, libre de nosecuantas ataduras y por supuesto, esos fascistas que nos aprisionan día y noche.
Si entramos en el terreno sentimental, es verdad que hay personas afines a la secta separatista que son conscientes del precio y riesgo de la ruptura, pero su sectarismo y su odio les hace preferir pagar el precio de la ruptura, sin embargo, una parte importante de los que hoy andan con esteladas, ikurriñas o banderas gallegas con la estrella roja ni se imaginan el infierno que les espera si sus anhelos y delirios separatistas llegan algún día a consumarse.
En la década de los 90 del pasado siglo en Europa Oriental o Europa del Este no solo se produjo un cambio de régimen político en todos los países que pivotaban en la órbita de la extinta URSS, Pacto de Varsovia y COMECOM, más algunos díscolos también comunistas como Yugoslavia y Albania. Varios Estados comunistas también sufrieron en paralelo una desintegración territorial, en algunos casos con funestas consecuencias. De manera más o menos pacífica se consumó en 1993 la ruptura de Checoslovaquia; la URSS implosionó territorialmente en 1991 dando lugar a conflictos políticos y armados que duran hasta hoy.
En cuanto a Yugoslavia, comenzó a desintegrarse en 1991 con Eslovenia como primera región en declararse independiente, y luego se sucedieron distintas guerras y conflictos que pusieron fin a la República Federal Yugoslava en 2003. Tres años más tarde, Montenegro, que había formado parte de Yugoslavia y en esos momentos estaba integrada en Serbia, celebró un referéndum de independencia el 21 de mayo de 2006 y con el apoyo del 55% de votos afirmativos, la región pasó a separarse de Serbia constituyendo la República de Montenegro. Para que nos hagamos una idea, Montenegro cuenta con una población de 620.000 habitantes (Navarra cuenta con 636.142 habitantes) y una superficie de 13.812 km2 (Navarra tiene una superficie de 10.391km2). Y por cierto, el idioma hablado en Montenegro, el conocido como “montenegrino”, no deja de ser un dialecto del serbio.
Si nos ponemos en situación, Montenegro no deja de ser un territorio que, en cuanto a población y extensión, son muy parecidos a Navarra. Pues bien, Montenegro, que se encontraba integrado en la República de Serbia decidió, por el interés de su oligarquía local en un momento complicado para la región, constituirse en un nuevo Estado independiente. Desde su independencia, el país balcánico ha tenido hasta este año 2018 el mismo presidente, Filip Vujanović, cuestionado a nivel internacional por su cercanía a las mafias.
Milo Đukanović, sustituto de Vujanovic al frente del país este mismo año, no tiene mejor pinta, ya que en el pasado estuvo acusado de contrabando de tabaco, y ha ostentado numerosos cargos de ministro y primer ministro siempre rodeado de polémica y acusaciones de corrupción. En los últimos años, la justicia italiana ha reclamado la investigación de los vínculos de toda la cúpula dirigente de Montenegro con la mafia italiana, ya que, según Judicatura y Fiscalía italiana (y algo saben del tema https://www.elconfidencial.com/mundo/2018-07-30/montenegro-s-a-crimen-organizado-balcanes_1598374/), las distintas mafias italianas tienen totalmente sometido al minúsculo estado montenegrino que utilizan de base de operaciones.
Un pequeño nuevo estado sacado de la manga por una mafia oligárquica que no solo es ultracorrupta, sino que, ha puesto nada menos que al Estado, sus instituciones y la nación entera al servicio de las mafias internacionales. Situación que no es mucho mejor en sus vecinas Albania (https://www.elconfidencial.com/mundo/2017-12-27/amistades-cosa-nostra-albania-la-colombia-europa_1496076/), país con una población similar a la de la C.A. Vasca, y Kosovo (https://www.elconfidencial.com/mundo/2014-03-12/kosovo-independiente-y-arruinado-la-pesadilla-del-referente-para-crimea_100490/ ).
Todo esto por no hablar de los intereses de organismos como la OTAN, a los que les ha interesado fomentar de manera deliberada la desaparición de naciones y estados fuertes como Yugoslavia con objeto de manejar mejor pequeños estados gobernados por estructuras auténticamente mafiosas para extender mejor sus tentáculos (https://www.elconfidencial.com/mundo/2017-06-09/montenegro-entrada-otan-relevancia_1396285/) . De hecho, no resulta casual que los separatistas catalanes hayan afirmado por activa y por pasiva que su interés es mantenerse en la OTAN y estrechar lazos con Israel, declaraciones que no han motivado el enfado de toda la extrema izquierda radical antisionista y anti-OTAN como se supone que son las CUP, podemitas y batasunos de todo tipo de pelaje y condición.
A las mafias, a la plutocracia internacional, a los fondos de inversión, a la camarilla de George Soros, a la OTAN, a la Troika y a muchos otros grupos y lobbies les interesa que en Europa, o al menos, en algunas naciones situadas estratégicamente (y España es una de ellas), haya estados débiles y sometidos o incluso, que se disgreguen para pasar de un estado fuerte y unido en varios estados pequeños, débiles y manejables. Y por cierto, estados de medio millón de habitantes y 15.000 kilómetros cuadrados no solo son manejables por organismos o poderosos lobbies, es que la experiencia balcánica demuestra que cualquier mafia mínimamente poderosa es capaz de parasitar y poner de rodillas a estados pequeños.
Sectarismos aparte, la experiencia socioeconómica (ningún estado de Europa Oriental que se disgregó ha traído una mejora de las condiciones socioeconómicas para sus habitantes, sino todo lo contrario) y la debilidad de un estado pequeño frente a mafias, organismos internacionales y organismos con visiones imperialistas deberían servir para que muchos que ven el separatismo con buenos ojos se lo piensen dos veces.
Digan lo que digan y con todos sus defectos, el Estado Español, a través de los Ministerios de Justicia e Interior, todavía tiene una cierta capacidad y eficiencia en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado. Un mini-estado vascongado, catalán, gallego, leonés o cualquier otra estupidez que se les ocurra a cuatro iluminados y sus palmeros de las izquierdas y la derecha acomplejada y cobarde acabará siendo un nuevo Montenegro, un miniestado gobernado por una mafia que servirá a intereses de otras mafias extranjeras; siendo el mejor futuro de cualquier ciudadano de a pie (incluidos los de ideología separatista y ultra-izquierdista) la emigración.
Ahora ya no podréis alegar que no fuisteis avisados…
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