Dos años después, la historia se vuelve a repetir casi en los mismos términos. Los grandes medios internacionales -y los españoles no son excepción- en lugar de hacer su trabajo que es limitarse a informar, han venido agitando una campaña de desinformación que ríete tú de las supuestas injerencias rusas que tan de moda han estado este tiempo atrás.
Así, han pretendido influenciar al electorado brasileño para que no votase a Jair Bolsonaro, entonces candidato a la presidencia de Brasil. Lo mismo pasó hace dos años con las elecciones que alzaron a Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, se posicionaron, ocultaron la realidad y fracasaron miserablemente.
Un ejemplo que nos viene al pelo a los españoles: Ronaldinho y Rivaldo se posicionaron públicamente a favor de Bolsonaro durante la campaña presidencial y los medios de aquí interpretaron esto como que de repente estos exfutbolistas se habían hecho de ultraderecha o algo así. Tal es así que el Barça, club de fútbol al que siguen vinculados, se desmarcó públicamente de estas opiniones que según ellos defendían valores antidemocráticos.
Teniendo en cuenta que el club siempre se ha posicionado a favor de la "libertad de expresión" en lo que concierne a la politización del fútbol por parte del proceso independentista en Cataluña, lo más irónico no es que el Barça se dedique a censurar determinadas opiniones políticas de sus asalariados. Lo más acojonante es que vaya de adalid de los valores democráticos un club que ha sido subvencionado con cientos de millones de euros por Catar, una monarquía absoluta en la que no existen las libertades políticas y rige la ley islámica. No sólo es que en Catar las mujeres violadas pueden ser lapidadas por adulterio, es que sus nada moderados vecinos recientemente rompieron relaciones con ellos bajo la acusación de que financiaban a grupos terroristas como Al Nusra, que es la filial de Al Qaeda en Siria.
Hay hartazgo por lo políticamente correcto y esto ha pesado, pero en Latinoamérica el hambre y el crimen son realidades. Un país como Brasil, en el que el año pasado se cometieron más de 60.000 homicidios, lo que necesita es orden al precio que sea y eso es lo que viene a traer Bolsonaro. En Brasil todo el que tiene algo que perder ha votado a Bolsonaro y es así de simple porque la alternativa es Venezuela.
Una vez más, volvemos a ver las mismas escenas de progres que entran en pánico. A las ya habituales retahílas de improperios (¡rasista! ¡neo-nancy! ¡misógeno!) se une un nuevo argumento: los brasileños no han votado al candidato predilecto de los progres y esto sólo puede ser debido a que los brasileños son gilipollas y se han dejado engañar. Si Bolsonaro va a ser el nuevo presidente de Brasil es debido a las campañas de fake news (noticias falsas) promovidas por la malvada extrema ultraderecha. Este es el respeto de personajes como Pablo Iglesias, por los resultados de unos comicios democraticos en un país soberano.
La ola de desinformación que ha aupado a Bolsonaro a la presidencia de Brasil la estamos viviendo cada día en España. Las fake news que la caverna hace circular y los exabruptos de la derecha en el Congreso pueden ser eficaces políticamente, pero son nocivos para la democracia. pic.twitter.com/a9ZCun84jX— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 30 de octubre de 2018
Ese es el argumento de mierda que han logrado improvisar ahora que ven que el mundo está cambiando y a ellos se les acaba el chollo. Y el mundo está cambiando por ejemplo porque hoy en día un buen twittero puede llegar a cientos de miles, si no millones de personas. La popularización de internet y las redes sociales ha venido para cambiar las reglas del juego, dado que antes influenciar a tanta gente sólo se lo podía permitir un gran medio, obviamente siempre controlado por un poder económico que era el que ponía el dinero.
Esta era una de las bases del sistema democrático: existe una masa a la que se le concede el sufragio universal, sí, pero sólo una pequeña élite relacionada con el poder económico y político es la que controla la distribución de la información. Por lo tanto esa masa votará a quien les sea dicho porque al fin y al cabo sólo quien dispone de medios económicos suficientes puede moldear a la opinión pública sin oposición alguna.
Ahora que las tecnologías de información y comunicación (TICs) -con todos sus defectos inherentes- han democratizado la distribución de la información; ya sea mediante medios alternativos, redes sociales o aplicaciones de mensajería; el régimen está fallando porque la masa no está haciendo lo que debe, está según ellos eligiendo mal sus fuentes de información y está votando opciones equivocadas. Por eso quieren limitar la libertad de expresión en internet, pretenden volver al estatus previo a internet en el que sólo los grandes medios tenían el monopolio informativo.
Esto es lo que el mismo Pablo Iglesias ya defendía hace unos cinco años sin pudor alguno frente a las cámaras de televisión: "que existan medios privados ataca la libertad de expresión". La rocambolesca idea que subyace a todos estos argumentos es que la libertad de información es un peligro para la democracia, por lo tanto la libertad de información ha de ser limitada. Pero de la misma manera que no se le pueden poner puertas al campo, esta nueva realidad ha llegado inevitablemente para quedarse.
Los progres patalean porque han empezado a perder la batalla por las mentes y los corazones de las clases populares. Si siguen descolocados y sin saber reaccionar, tanto mejor para nosotros, porque pasaremos por encima suya.
Hispano
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